Snow
–Ni siquiera una llamada –reprocha mi papa. Quiero pedirle que hable más bajo porque la cabeza me va a estallar de la resaca que tengo.
–Estaba borracha, no iba a llamar de esa forma para que mis perfectas tías tuvieran otro motivo para criticar –mascullo irónicamente.
–¿Hasta cuándo vas a estar con eso, Snow? Eres tú la que las aleja cuando ellas te adoran muchísimo.
Una risa sin humor sale de mi cuando lo escucho.
–¿De verdad? Por favor, papa. Han estado criticando todo lo que hago desde que tengo consciencia. Desde lo que dibujo, hasta mi forma de ser.
–Es solo que tú eres muy sensible.
Esas palabras me sentaron como un golpe en el estomago. Una rabia incontrolable me recorre el cuerpo y las próximas palabras no puedo controlarlas:
–Puede que yo sea sensible. Pero cuando tan solo era una niña de diez años, una de ellas me corto el agua caliente cuando me bañaba, y creen que no lo sé. Pero, ¡sorpresa! Si lo sé. Siempre me tratan bien cuando tu estas delante. ¿y mi abuela? Ella es una experta en hacer que no existo cuando están sus demás nietas delante. Así que por favor no me exijas un respeto o un amor incondicional hacia ellas cuando no es reciproco. Son tus hermanas, las quieres, pero no soy yo a quien debes atacar. Me ha costado mucho que lo que ellas digan no me afecte.
No hay más palabras cuando termino de hablar, el silencio consume la habitación mientras mi papa y yo nos vemos. Las palabras quedan flotando entre nosotros. Ms nervios no hacen más que aumentar porque es primera vez que digo como me siento respecto a este tema. Y a pesar de que luego me vaya a ganar un regaño, me siento ligera.
–Yo... no tenía idea de nada de esto –comienza–. De haberlo sabido hace mucho tiempo te habría dejado de señalarte a ti y habría hablado con ellas. Perdón por cada una de las veces que te culpe de sus acciones. Ellas... ni siquiera sé que decir.
–No tienes que decir nada, papa, solamente quiero que me entiendas –mis palabras están cargadas de sinceridad.
–Yo... ahora lo hago. Lo hago –me envuelve en sus brazos, me hace sentir protegida–. Lo siento mi pequeña.
–Deja de disculparte, o te sacare a patadas –bromeo.
–Está bien, pero déjame llevarte a comer un helado... y quiero conocer a Isaac –dice, y el alma se me baja al piso.
–Pero si ya lo conoces.
–Pero quiero hacerlo sin terceros de por medio. Tú, él, tu mamá y yo. Y no acepto un no por respuesta.
–Vale, jefe. Ahora le digo –ruedo los ojos.
Camino al salón y tomo mi celular para llamar a Isaac. Tarda poco en responder.
–Hola, italiana –por su voz noto que está sonriendo.
–Hola, ojos grises. ¿Tienes planes hoy?
–Creo que no, espera.
De lejos oigo que llama a Aaron, este le responde algo que no entiendo, y luego escucho nuevamente su voz.
–No, no tengo planes, ¿por?
–Mis padres quieren conocerte –sé que mi papa me observa.
Me rio cuando empieza a toser fuertemente.
–No tiene gracia, me tomaste por sorpresa –se queja–, pero está bien, dame cinco minutos para ponerme decente.
–Vale, apúrate.
–Como usted ordene, sargenta. Te amo.
–También te amo –y cuelgo.
Me giro bajo la expectante mirada de mi padre y asiento con la cabeza antes de hacerle saber que Isaac acepto la invitación.
***
–Un gusto verlos nuevamente –dice Isaac mientras estrecha la mano de papa, y luego la de mama.
–Igualmente. No habíamos tenido mucho tiempo de conocernos mejor –comenta mi madre. Estoy algo nerviosa a pesar de que ya se conocen.
Tomamos asiento en una de las mesas de la cafetería a la que tantas veces he venido, y donde sucedió la primera cita con Isaac bajo el pretexto de que era solo una salida de amigos.
–¿Hace cuánto tiempo que se conocen? –quiere saber mi padre.
Miro a Isaac con cara de confusión porque realmente no recuerdo cuando nos conocimos
–Como en... ¿septiembre? –tanteo.
–Si, en septiembre –responde el, sonriéndome.
–¿Y cómo se conocieron?
Me ahogo con mi bebida y empiezo a toser desesperadamente. Puede que mis padres no sepan que me fui en un viaje improvisado a Mayfiel. Un detallito que olvide mencionar.
–Bueno, puede que, como cosa del destino y puras casualidades, acabara metida en un pueblo que solo dios conoce –finjo inocencia– y me quedara tirada en la carretera y vi una casa con las luces encendidas, me acerque y ahí estaba el –doy un sorbito a mi batido.
–Dicho así, suena hasta irresponsable de tu parte –comenta Isaac.
–Pues la verdad si –apoya papa.
–¿Yo? Fue el quien le presto su celular a una desconocida y encima la dejo dormir en su casa –vale, ya me piqué.
–Los dos irresponsables –señala mama.
–Lo importante es que ninguno resulto ser un asesino –aclara Isaac.
–Exacto –secundo.
La conversación gira entorno a otros temas, todo se desenvuelve con una naturalidad que me tiene sorprendida, como si esto hubiera sucedido varias veces. No puedo evitar comparar esto con cómo era cuando se trataba de Grie, que todo parecía forzado.
Me gusta esta naturalidad, la comodidad de saber que a mis padres les agrada Isaac y viceversa. Los nervios del principio se disipan y solo da paso a una sensación refrescante en mi cuerpo. Quiero más momentos así.
Los quiero para toda la vida.
En cuatro meses, este hombre ha calado tan hondo en mi corazón, en mi mente, en mi cuerpo. Asustaría a cualquiera, incluso a veces a mí me asusta la intensidad de ese sentimiento, pero cuando me ve con amor, cuando me escucha y lo escucho, cada vez que pasamos tiempo juntos, me doy cuenta de que junto a él es justo donde quiero estar.
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Las Palabras De Snow [Inspiración 1] (COMPLETA)
RomanceUna distancia mínima. Dos tipos de dolores diferentes. Dos entornos opuestos. Una cosa en común: ojos tristes. Snow e Isaac... Ambos tienen sus cargas, problemas y dolores propios y diferentes, pero ¿y si eso es lo que nos une? Una rara mezcla hech...