Capítulo 21: Día nuevo, trabajo nuevo.

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Doy gracias al cielo, al infierno o a quien sea cuando Tony me llama a las ocho de la mañana para informarme de que no hace falta que vaya este fin de semana a trabajar porque Eva ha vuelto de su baja.

¡Gracias, señor mío!

Porque me siento como una mierda pinchada en un palo.

Josua me deja en la puerta de mi casa y nos despedimos con un 'suerte' mutuo. Él tiene que recuperar a su novia y yo tengo que olvidarme de... ése.

Vale, hay un tío trajeado frente a mi puerta.

¿Será un testigo de Jehová? ¿Un iluminati? ¿Un cobrador del frac sin frac para disimular?

Va a tocar el timbre cuando me ve y recoge la mano.

- ¿Diana Díaz?- pregunta en cuanto pongo los dos pies en los rellanos.

Esa voz...

- No me lo digas, eres Kevin.

- Kevin Ruíz- precisa, como si fuese a acordarme de su apellido.

Dedico unos segundos a observarle.

La verdad es que no parece un macarra como había supuesto. Tiene un corte de pelo muy pijo, repeinado hacia atrás, las cejas demasiado depiladas y una sonrisa inexistente.

One moment...

- ¡Yo te conozco!- exclamo, llevándome los dedos a la boca.

Su expresión no cambia, lo que confirma mi razonamiento.

- Tú eres el amigo rarito de Gustave...

Recuerdo perfectamente a ese chico flacucho y bajito, siempre a la sombra de mi hermano. 'Le bichon' (el perrito faldero) le solía llamar mi madre.

- Ahora soy su abogado- replica, moviendo menos de un milímetro las comisuras de sus labios.

Ya me parecía a mí extraño que el fracasado de mi hermano pudiera pagarse un abogado.

- Pues hola, señor abogado, que pase un buen día.

Ignorándolo, abro mi puerta.

- Vengo a avisarle de que, si en veinte días no abona a mi cliente el dinero que le debe, presentaré formalmente denuncia en el Juzgado.

- Retiro los buenos días, entonces.- digo antes de cerrar con un portazo.

¡¿Pero por qué me pasa esto a mí?!

- ¿Di?- murmura una voz a mi espalda- Me pareció escuchar tu voz.

Doy un salto de susto, estrellándome dolorosamente contra la pared de gotelé.

¡Casi me da un infarto!

- ¡Joder, Kira, ¿quieres matarme?!

Me llevo la mano al corazón, como si quisiera calmar los desbocados latidos de éste.

La veo ahí, con su pijamita rosa y abrazada a Simon y me entran ganas de adoptarla. Adorable.

- ¿Qué haces aquí?- pregunto, yendo hacia la cocina para poner en marcha mi súper cafetera exprés.

- Joaquín estaba esperándome en el portal borracho como una cuba cuando llegué y no sabía dónde ir para no verle.

Asiento con un cabeceo.

Ahora es cuando me alegro de haberle dado llaves de mi casa.

- Quédate todo el tiempo que quieras- digo, aunque ella ya sabe que puede hacerlo- Y, si te vuelve a molestar, dímelo y le pego una paliza.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora