Capítulo 33: Cenando con los perfectos Blanco.

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Esto es raro.

Nunca me habría imaginado cenando con la familia de mi... ¿qué es? ¿es mi...? ay, no, mejor dejamos el tema.

- Esto está delicioso.- digo, saboreando un trozo de... de algo que sabe dulce y salado al mismo tiempo.

Saúl y Loretta hablan al mismo tiempo.

- Gracias.

Después, se miran entre ellos y sonríen. Son-tan-jodidamente-adorables.

- No te hagas la interesante, princesa, lo he cocinado yo.

- Yo lo he terminado.

- En realidad, lo hice yo.- apostilla Lena, a mi lado.

Aprieto los labios para contener una carcajada ante la cara de mosqueo de la mediana de los Blanco, cosa de la que no se privan ni sus hermanos ni su marido, que acaba pasando su brazo sobre los hombros de ella para acercarla y procurar un casto beso en lo alto de su cabeza.

Cuánta ternura.

- Quita, capullo.

- No le insultes.- interrumpe Roberto mientras da de comer a Sara un espeso puré color naranja.

- Deja de defender tu amiguito.

- Es que tiene razón.- dice Álvaro, a mi otro lado.

Sonrío discretamente cuando Loretta pellizca unos trozos de pan para lanzarlos con envidiable puntería hacia sus hermanos.

- Oye, que me tenéis que defender a mí.

- ¿Y eso por qué?

Doy un respingo sobre la silla al sentir una mano demasiado curiosa deslizándose por mi muslo y le lanzo a Álvaro una mirada de advertencia que, por supuesto, le divierte en grado sumo.

- ¡Porque soy vuestra hermana!- protesta Loretta- éste sólo es mi marido, yo tengo preferencia.

- Siempre he caído mejor que tú, incluso a tu familia.

Intento apartar la mano de Álvaro bajo la mesa, pero está agarrada con demasiada fuerza a mis vaqueros.

Que no siga por ese camino porque si no...

Ahí lo dejo.

- ¡Yo te defiendo, tía!- grita uno de los gemelos (¿apuestas?).

Observo con diversión cómo corre hacia ella, que le recoge para sentarlo sobre sus piernas, dando un sonoro beso en su mejilla.

Dos segundos después, el otro niño le imita y acaban los tres apretujados en una silla. Aunque eso no parece importarles lo más mínimo.

- Niños, dejad a vuestra tía comer tranquila.

- Quedaos aquí conmigo- contradice la afectada-, mis chicos favoritos.

Sonrío.

Yo nunca seré tía.

Es decir, sí, Gustave puede tener hijos y legalmente serán mis sobrinos, pero nunca ejerceré un papel activo de tía realmente. Ni él lo permitiría ni yo quiero tener cerca a semejante ser.

También podría acabar con alguien que sí tenga sobrinos de sus hermanos, pero, claro, hay que suponer que soy capaz de soportar a un tío más de... digamos un año, y, dado mis antecedentes, eso parece imposible.

No pasa nada.

No necesito sobrinos, ni hermanos, ni tíos, ni padres...

Tengo a mis chicas y a mi gato. Y, de momento, a un... compañero.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora