Capítulo 17: Entre tapas.

7.7K 278 12
                                    

A las dos de la tarde, me visto y voy casi a la carrera hasta un bar cercano, a apenas un par de manzanas, donde he quedado con mi panda de perturbadas para comer.

-          ¡Llegas tarde!- protestan en cuanto atravieso las puertas.

Dios, qué gente tan quejica.

Saludo con una sonrisa al camarero (venimos tanto por aquí que ya es un coleguita habitual) y voy al fondo de la sala repleta de fotografías en blanco y negro de la ciudad para sentarme en la silla libre de la última mesa.

-          Seguro que estaba fornicando como una coneja.

Le lanzo una mirada envenenada a Kim, que ríe, encantada en su mundo de luz y color.

-          ¿No has parado desde el viernes por la noche?

-          Emm…- musito, meditando bien mi respuesta.

¿Voy a parecer una ninfómana si digo que no he parado?

-          Pues como jadees siempre como ayer, te vas a quedar afónica si sigues viendo a ese chico.- interviene Kira con las mejillas coloradas como tomates de huerto.

-          ¿Perdona?

¿Escuse-moi?

-          Te oí.

Repito… ¿Escuse-moi?

Mi cara debe reflejar el desconcierto de mi cabeza, pues suspira y abre la boca par explicarse (o lo intenta).

-          Cuando te llamé por la mañana… no… no colgaste- murmura con un leve tartamudeo ridículo-, y os oí a Álvaro y a ti…

-          ¡Flipo!- exclama Tina con una carcajada que es replicada por el resto.

Pero qué coño…

¡¿Pero qué coño?!

-          ¿Lo oíste todo?

-          No, no, colgué en cuanto empezaste a gemir como una perturbada.

Oh, qué bien.

Pasando.

Me bebo de un trago la primera caña que pillo en la mesa, aunque creo que es de Ana y no mía.

-          Vaya pillada…- ríe la susodicha.

Miro a Kira con una media sonrisa.

-          Bueno, a lo mejor con esa… escucha, nuestra amiguita aprende lo que es un polvo de verdad.- bromeo.

-          Eres una putilla.

Río con las demás y nos tomamos un momento para pedir comida, tanta que podría alimentar a una familia de siete miembros durante al menos una semana.

Aprovecho para tomarme otra caña (esta vez sí es mía) antes de hacer una revelación en alto que hundirá mi reputación.

-          Chicas…- musito-, creo que ayer… tuve una cita.

Ahí está.

-          ¿Una cita, tú? ¿Estás de coña?

Tina se echa a reír tras mi mirada furibunda.

-          ¿Con Álvaro?- pregunta Ana.

Alzo los brazos con impaciencia.

Coño. Obvio. Con quién si no. Si seguimos a este ritmo voy a terminar de contar la historia mañana por la noche. Vamos a centrarnos.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora