Capítulo 38: Banda y birrete.

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Una semana después y con mi título oficial de Graduada en Bellas Artes guardado en un cajón (a pesar de la insistencia de Kira para enmarcarlo), recibo una citación para ir a declarar.

Magnífico.

No tengo ni dinero ni abogado, y ya me veo teniendo que dejar mi apartamento para poder pagar a plazos esta mierda.

Entonces viviré en la calle.

Y seré mendiga.

Haré retratos a los turistas para poder comer.

Y no podré ducharme nunca más.

Me comerá la mierda y me saldrán verrugas.

Y oleré tan mal que no querrán acercarse a mí

Me dejo caer en el sofá, releyendo una y otra vez la carta oficial.

Cuando termino por décima vez, mi móvil se vuelve loco y empieza a sonar y a vibrar a toda pastilla.

- Joder...- murmuro antes de llevármelo a la oreja- ¿Sí?

- ¡¿Estás lista?!

Miro la hora con un gruñido.

Mecagüen...

- Tardo diez minutos.- contesto a Tina antes de colgar.

Como si me fuera la vida en ello, lanzo al baño la toalla que aún tengo enroscada alrededor (hace más de una hora que me he duchado, pero es lo que tiene empanarse tanto) y voy zumbando hasta la habitación, donde me enfundo un bonito vestido alquilado precisamente para este día.

Es de un color aguamar precioso, con escote palabra de honor y con una falda de campana a la altura de las rodillas.

Fue amor a primera vista.

Me calzo unos tacones rosas a juego con el bolso de mano, recojo mi cabello en un moño alto bien estudiado y termino de maquillarme de forma sutil.

Ya llamo suficiente la atención con este vestido.

Corro todo lo que me dan de sí los zapatos hasta la calle. Tardo menos de tres minutos en coger el coche y dirigirlo hasta el portal de Tina y Ana, que me están esperando demasiado impacientemente, dando vueltas sobre sí mismas como un perro persiguiéndose el rabo.

- ¡Ya era hora!- grita la pequeña al subir a la parte trasera.

Ignoro sus gruñidos y giro un par de calles hasta llegar a casa de Kim, que también protesta de lo lindo.

Son muy groseras para ser personas que me usan de taxista.

- ¡Vamos a llegar tarde!

Vuelvo a mirar el reloj de mi muñeca.

- ¡No vamos a llegar tarde!- replico.

Dios, hay tiempo de sobra.

Aparco de cualquier manera en el parking de la universidad y nos unimos a la marabunta que se agolpa a la entrada del salón de actos, donde en unos minutos empezará la graduación de Kira y, justo después, la mía.

Sí, amigos, a esto venía todo el alboroto.

Tina se las arregla para conseguirnos cuatro asientos en primera fila, junto al escenario, a base de ponerse chula con la gente, seguro.

Dos minutos después de encajar mi culo elegante en la silla, comienza la ceremonia de graduación.

Primero, el discurso del Decano.

Asquerosamente adulta: la reina de la mala suerte.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora