CAPÍTULO 14

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A la par, también llegó el momento de despedirse de Antonio, de su casa en Utah, y, sobretodo, y lo que a ella más le dolía, despedirse de él, aquel chico con el que se llevaba mucho mejor que "bien": Pedro.

Cogieron un vuelo que salía al mediodía de EEUU y que llegaba a su destino final, Murcia, en unas cuantas horas.

Con lágrimas en los ojos, con el vestido que se puso el primer día que estuvo con él, y el engranaje que le regaló Pedro unos meses atrás en el brazo, Ruth se despidió de su segunda familia: Antonio y... Pedro.

Eran la una menos veinte y los pasajeros tenían que ir entrando en el avión. Él y ella no podían soportar ya más dolor, así que, con las pocas fuerzas y ganas que le quedaban a ambos, se dieron el que creían que sería su último beso y subieron al avión ella, su madre y sus hermanos.

En el avión, tal y como sucedió cuando estaban en Murcia, hacía ya siete años, Ruth lloraba desconsolada hasta que lo vió a él, en el momento en el que el avión comenzaba a despegar, corriendo tras ellos para tratar de alcanzarlos.

A lo largo del trayecto, sus hermanos y ella durmieron, por lo que se les pasó rápido el tiempo.

Se despertaron todos menos ella en el momento en el que el avión empezaba a aterrizar, por lo que Eva tuvo que despertarla.

Cuando el avión aterrizó, cogieron las maletas y se fueron a su antigua casa, Ruth se sorprendió al ver que todo estaba exactamente igual que cuando se fueran.

Tras saludar a toda la familia que había quedado en Murcia, y de celebrar una gran fiesta, Ruth subió a su antigua habitación a vaciar su maleta, todo estaba en su sitio.

Mientras abría la maleta y se disponía a guardar la ropa en su armario, se dio cuenta de que había algo sobre la mesilla que ella no había dejado allí y que le era muy familiar.

Lo cogió y se percató de que era...

Novela de Ruth LorenzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora