CAPÍTULO 22

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Cuando llegaron a casa, las luces estaban apagadas.

Había alguien en la puerta con un objeto en la mano que parecía que trataba de acceder a la casa de Ruth.

Los dos se miraron y decidieron avanzar.

Cuando estaban a cinco metros de la casa, aquel individuo los miró, pero no les dijo nada.

Ellos se pararon, con miedo a que fuese un ladrón y que les intentase hacer daño.

Poco después, la luz de la cocina se encendió, alguien abrió la ventana y asomó su rostro.

¡Era Eva, la madre de Ruth! Exclamó:

- ¡Venid rápido, venga, que se os enfría la cena!

Fueron corriendo hasta la puerta, aquel individuo se apartó para cederles el paso y entraron. Ella echó la mirada hacia aquella persona que seguía en la puerta y pudo leer que ponía "San Pedro Electricidad" en su camiseta.

La madre de Ruth, Eva, le preguntó al chico quién era. Él no le respondió, ya que lo hizo Ruth en su lugar:

- Es un amigo que me encontré en las salinas, y es el responsable de que yo recuperase el colgante que me dio el vecino que tuvimos en EEUU.

Luego, le guiñó el ojo en señal que ya le contaría el resto más tarde.

Después de tomarse un plato de sopa cada uno, estuvieron charlando en el salón. Ruth aprovechó ese momento para contarle la historia de Daniel.

Tras hora y media charlando sobre todo lo que ocurrió a lo largo del día, Eva decidió invitarlo a dormir.

Él, muy agradecido, respondió:

- Lo siento, no puedo aceptar. Tengo que...

Novela de Ruth LorenzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora