CAPÍTULO 23

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Tras hora y media charlando sobre todo lo que ocurrió a lo largo del día, Eva decidió invitarlo a dormir.

Él, muy agradecido, respondió:

- Lo siento, no puedo aceptar. Tengo que dormir en mi casa por si recibo alguna carta o llamada del hospital, informando del estado de salud de mi padre.

Ruth, sin dudarlo, intervino preguntándole:

- ¿Y quieres que te acompañe?

Él le respondió:

- No te molestes, ya es muy tarde...

Ruth lo interrumpió:

- No, ¡no es molestia ninguna! Si te acompaño me enseñas donde está tu casa y así puedo visitarte de vez en cuando...

Al final terminó por aceptar.

Por el camino fueron los dos en silencio, con miedo a que alguien o algo los viese por las salinas a aquellas horas.

Cuando llegaron a la casa de Daniel, una casa blanca, pequeña y que llamaba la atención debido a un roble que había justo detrás de la casa, que debía ser muy antiguo.

Entraron en la casa y Daniel le indicó que le siguiese.

Novela de Ruth LorenzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora