CAPÍTULO 21

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También se dieron cuenta de que estaba anocheciendo y que cada uno debía irse a su casa a cenar, pero Daniel no tenía a donde ir, ya que su padre iba a estar en el hospital ingresado varios días y su madre estararía a lado su lado. Sus abuelos y sus tíos vivían muy lejos, en el Norte de la Península.

Ruth, una chica de buen corazón, lo invitó a cenar a su casa:

- Si quieres ven a mi casa a cenar. Mi madre siempre hace demasiada comida y seguro que hay algo para ti...

Él muy agradecido, asintió con la cabeza y fueron por el mismo camino por donde Ruth había venido.

Por el camino se iban riendo de la cara que se le quedó al hijo del panadero cuando él consiguió que se fuese.

Ruth, de todos modos, aún seguía pensando en Pedro. Sólo hacía un día que se despidiera de él.

Aún así, Daniel no conocía ni el más mínimo detalle de toda esa larga historia de amor.

Cuando llegaron a casa, las luces estaban apagadas.

Había alguien en la puerta con un objeto en la mano que parecía que trataba de acceder a la casa de Ruth.

Los dos se miraron y decidieron avanzar.

Novela de Ruth LorenzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora