4. Mito.

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Astoria abrió los ojos y miró a su alrededor un poco desorientada.
Se había quedado dormida.
¿Habia sido sólo un sueño?
No, a su lado, en la mesita de noche, había una varita que no era suya. La varita de Draco Malfoy. Suspiró.
No quiero tener que hablarle a ese idiota engreído de nuevo.
Finalmente, se levantó de la cama y arregló un poco su cabello. Tomó la varita y salió de su habitación. Miró la hora. Había perdido su bloque de pociones. Ya hablaría luego con Slughorn.
La castaña salió a paso lento de las Mazmorras, ignorando las miradas de sus compañeros. Al llegar al comedor para almorzar, se encontró con Harry y Hermione.
- ¡Hola chicos! - Saludó, depositando beso en la mejilla de cada uno.
- Hola Tori - Respondieron ellos al tiempo.
- Tengo algo que contarles. - La chica los miró cómplice y relató su mañana. Su ida al campo de quidditch, su desilusión al ver que no llegó el equipo completo, su pequeño error al fotografiar a Malfoy, la manera en que este se había comportado al nombrar la palabra 'enfermería' y cómo había olvidado devolverle su varita.
- Así que tienes la varita de Malfoy... ¿Que harás con ella? Creo que deberías entregarla lo más rápido posible. - Dijo Hermione, mientras miraba nerviosa a su alrededor.
- Claro que lo haré, pero no quiero tener que hablarle. - Hizo una mueca - No lo soporto.
Harry rió y la examinó con la mirada.
- ¿Sabes algo, Tori? A mi me parece que a ti te gusta Malfoy.
La chica se sonrojó un poco pero no se dejó intimidar y le contestó bruscamente.
- Claro que no. No sé que le ven las demás, yo pienso que es un completo inútil egocéntrico. Draco Malfoy es sólo una cara bonita sin cerebro y sin corazón.
Harry y Hermione enmudecieron.
- ¿Hablabas de mi, muñeca? -El rubio estaba parado atrás suyo, sonriendo burlonamente. Traía una venda en su cabeza, y un mechón de pelo le caía rebelde en la frente.
- Primero, Malfoy, mi nombre es Astoria. - Se giró hacia él y levantó la mirada, ya que era más alto que ella. - Segundo, yo puedo hablar de quien quiera. Y tercero, sí, si hablaba de ti.
- Deberías dejar de hacerte la difícil. Vamos, sé bien que te mueres por mi. Lo veo en esos lindos ojos verdes. - Mordió su labio a propósito.
- Siento mucho decepcionarte, pero eres malo deduciendo. Tu ni me llamas la atención. Quizás me da pena por ti, pero de ahí, nada más.
El chico frunció el ceño. Era la primera vez que una chica rechazaba algún tipo de halago por parte suya.
Normalmente, Draco acostumbraba simplemente guiñarles el ojo, o quizás hablarles un poco, para que aquellas mujeres cayeran en su cama como moscas en mermelada. Siempre había sido así. A excepción de Pansy, claro. Con ella había salido unos cuantos meses pero no había funcionado.
Draco Malfoy jamás había tenido una relación seria.
- Sólo vine por mi varita - Replicó cortante.
- Claro, ten. - Astoria sacó de su bolsillo la varita y se la entregó pero pronto quedó paralizada.
Al entregarle la varita, su mano y la mano de aquel rubio se habían tocado.
Chispas.
¿Porqué diablos habían salido chispas de sus manos?
Los dos retiraron las manos instintivamente, sin saber que había pasado. La varita cayó.
Se miraron unos segundos, hasta que fueron interrumpidos por la voz de Hermione.
- No se preocupen, muchas veces quedan pequeños residuos de magia en una varita, y al esta friccionarse con la estática de dos cuerpos, puede producir chispas. Aunque hay una conocida "historia" sobre eso, pero es  completamente absurdo. - Hizo un movimiento con la mano, retirando la idea.
- ¿Una historia? - Preguntó la castaña, sosteniendo su mano como si esta pudiera caerse.
- Pues, si... Pero no hay que creer en eso, como dije, es completamente absurdo y ridícu... - Astoria la detuvo.
- No me importa que pienses. Cuentala.
La chica con el cabello esponjado prosiguió, hablando en un tono un poco sarcástico.
- Los muggles dicen que las personas sólo conocen a su "media naranja" una vez en la vida. Entre magos -se supone- cuando esto sucede, salen chispas de sus manos, como aviso. Pero como dije antes, no tiene sentido. No hay nada que pueda probarlo, es sólo un mito.
Astoria había dejado de escuchar. Miró fijamente a Draco, quien seguía frunciendo el ceño.
¿Podría ser que...? No, claro que no. Es sólo un mito.
El rubio platinado se agachó y tomó su varita.
- Vaya, que geniesito eres, Granger. - Comentó, mientras guardaba la varita en su capa.
Astoria seguía en shock.
Su madre se lo había dicho.

Tenia 9 años, y era una hermosa niña, muy curiosa.
- Mami, cuando me case,  ¿cómo sabré si es el elegido?
- No deberías preocuparte por eso ahora, pequeña. - Aquella hermosa mujer rió y miró a su hija. - Pero si quieres saberlo, cuando toques la mano de esa persona, saldrán chispas.
- ¿Hablas enserio mamá? - Sus ojos ahora eran del tamaño de dos lunas.
Su madre no dejaba de reír.
- Claro que , hija.

- Astoria, ¿Estás bien?
Regresó de sus recuerdos. Draco ya no estaba. Harry la sostenía de los hombros, mirándola con un dije de preocupación.
- S-Si, estoy bien. Sólo estaba pensando.
El chico de cabello azabache miró a Hermione.
- Estas pálida, y sudas frío. No me mientas.
- Te digo que estoy bien, Harry. ¿Qué pasó con Malfoy?
Él la soltó.
- Hace unos diez minutos se fue. ¿Acaso no lo viste? ¿Segura de que estás bien?
No alcanzó a terminar. La castaña había salido corriendo a las mazmorras.

Necesitaba hablar con su madre.

Invisible. (Drastoria) - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora