5. ¿Diferente?

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Después de aquel extraño incidente todo había transcurrido con normalidad en la vida de Draco Malfoy. A excepción de una cosa.
Ella no salía de su mente.
No lo entendía. Jamás le había sucedido algo así. Y la odiaba por hacerlo sentir de esa manera. Él era Draco el dios del sexo y la conquista Malfoy. Enamorarse era una de las cosas que estaban anotadas en la lista de PROHIBIDO. Pero por Merlín, aquello no era amor, ¿verdad? Tan sólo era curiosidad por las chispas que habían salido de sus manos.
- Hey Draco, acaba de terminar la clase. - Su mejor amigo, Blaise Zabini, se levantaba de su asiento.
Al parecer se había quedado ensimismado en sus pensamientos. De nuevo.
- ¿Qué sigue? - Preguntó el rubio, mientras guardaba su libro de 'Historia de la magia' en la mochila.
Blaise se quedó mirándolo, sin entender.
- ¿Qué sigue? - Repitió. - Por las barbas de Dumbledore, son las 6 de la tarde, no hay más clases por hoy.
- ¿No más clases?
No recordaba que el tiempo pasara así de rápido. Suspiró y miró su reloj de bolsillo. Blaise tenía razón.
Sin perder más tiempo, salió de allí y se dirigió a las mazmorras.
En el camino, justo a una vuelta de llegar a la entrada de su sala común, se chocó con una castaña.
- Astoria. - Habló el rubio, en tono burlón- Mira, sé que me amas y todo eso, pero no es para que estés siguiéndome.
La chica lo miró molesta.
- Si le pones un poco de lógica al asunto, Malfoy, nos chocamos porque yo vengo del lado contrario. Si te siguiera, vendría por atrás, ¿no crees?
Draco lo pensó. Ella tenía razón. A regañadientes, se agachó y le ayudó a recoger lo que se le había caído. Una cámara y algunas cintas.
- Gracias, es usted muy caballeroso. - Dijo Astoria, sarcásticamente.
- Si, si. Sólo lo hago porque... Espera... ¿Qué diablos estoy haciendo? - Soltó lo que tenía en las manos y lo dejó caer al suelo. Ella le lanzó una mirada de odio. - No me mires así, Draco Malfoy no hace favores.
- A mi no me importa quien eres. Lo dejaste caer, lo recoges. Y tendrás un castigo.
- Que mandona eres. ¿Y si no lo hago? - Preguntó amenazante.
- No me da miedo usar un Imperius y hacer que bailes desnudo por todo el lugar.
Él lo pensó. Sonaba muy en serio.
Se agachó de nuevo y tomó las cosas.
Astoria no podía creer que hubiera funcionado. Sólo usó la mirada que usaba con su padre cuando quería que él hiciera algo. Sonrió orgullosa.
- Necesito tomar algunas fotos, y me serviría mucho tu ayuda. - Le comentó, mientras caminaban hacia los terrenos de Hogwarts y se desviaban hacia el campo de quidditch.
- No me importa. Mientras más rápido dejes de joderme, mejor. - Miró a otro lado. No quería ver su cabello castaño ondeandose con el viento. No quería verla sonreír, y la manera en que sus ojos se empequeñecían al hacerlo le fastidiaba.
Por fin llegaron al campo. Astoria habló ya que al parecer estaba al mando esa noche.
- Bien, Malfoy. Vas a tomar mi cámara, y vas a subir en tu escoba. Quiero una buena foto de la vista del castillo.
Él hizo una mueca de extrañeza.
- ¿Porqué no subes tú? Puedo prestarte mi escoba. Lo que sea, mientras me dejes ir. Estoy harto de ti.
- Tampoco es que me agrade demasiado estar contigo, Malfoy. Pero no lo hago por ti, lo hago por la imagen que necesito. Y si no subo es porque... - La hermosa chica se sonrojó un poco y observó la gran Luna que en ese momento bailaba en la oscuridad - Le temo a las alturas.
Draco no pudo aguantar y estalló en risa.
Aquello le enfureció.
- ¡No te burles! Es algo normal y a muchas personas les pasa.
Draco no paraba de reír.
- Así que me necesitas... Eh? Pudiste haberle dicho a san Potter o a la comadreja. Ellos también vuelan. - La miró divertido. - Ya acepta que te gusto.
- Cállate idiota - Le contestó, molesta. - El porqué no le dije a ellos no es de tu incumbencia. Ahora, me ayudarás o qué.
Él dejó las cosas que traía en el piso y fue por su escoba.
Cuando regresó, montó en ella y se elevó un metro sobre el suelo.
- Lo haré. Pero antes contestame algo. ¿Confías en mi?
Astoria le miró confundida. ¿Qué tenía eso que ver con tomar una foto?
- P-Pues... - No tenía idea de qué decirle.
El rubio posó sus grises ojos en ella. En la manera en que sus mejillas se tornaban rosas. En cómo metía su cabello tras su oreja cuando estaba nerviosa. Sonrió inconscientemente pero rápidamente se percató de ello y dejó de hacerlo.
- Entonces, confías en mi o no. - Preguntó de nuevo, esperando una respuesta afirmativa.
Astoria sabía que cabía la posibilidad de que si decía que no, el chico no le ayudara.
- Si Malfoy. Confío en ti. - Contestó.
- Bien, eso es suficiente para mi. - Sin titubear, la tomó de la cintura y la sentó atrás de él. Todo pasó tan rápido que ella no tuvo tiempo de reaccionar. Cuando se dio cuenta de lo que había sucedido, ya estaban muy alto. Quizás demasiado.
Astoria se aferró a él como si su vida dependiera de ello. Y de hecho, su vida sí dependía de ello.
- ¡MALFOY! MALDITO HIJO DE TU MADRE ¡BAJAME EN ESTE INSTANTE!
Él sonrió. La castaña lo abrazaba muy fuerte. Se sentía bien su contacto. Se sentía diferente.
- ¿No querías tomar tu foto? Hazlo, la vista es perfecta - subió un poco más y soltó un gruñido cuando Astoria enterró sus uñas en su abdomen.
- D-Draco... - Unas lagrimas corrieron por sus mejillas y se aferró más fuerte a él - Te lo ruego... Bajame... Por favor...
- Hey, no te preocupes, no te pasará nada. - Se mordió los labios. En su vida, había hecho llorar a muchas chicas. Pero nunca le había importado. Él no era un sentimental.
Hasta ese momento.
- Por favor... - La castaña ahora lloraba sin control. - Bajame Draco, no lo soporto.
Se detuvo unos minutos, esperando que ella se tranquilizara. En vano. El rubio no aguantó más y bajó rápidamente, con el abdomen ardiendo por los arañazos que ella le había proporcionado.
Al llegar a tierra firme, le ayudó a bajar y luego bajó él. Ver esa escena le hizo sentir algo extraño en el pecho.
- No llores más, lo siento Astoria. - Fue con ella y sin detenerse a pensar en lo que hacía, la abrazó.
La castaña no emitía palabra.
- Di algo, ¿Estás bien?
Ella solo hundió la cabeza en su pecho.
- Astoria. Hey, ya no llores. Me estás llenando la camisa de mocos, y es de marca.
Ella se alejó un poco y le miró. Tenía los ojos muy rojos y la nariz colorada.
- Lo siento yo. Vete, y no vuelvas a dirigirme la palabra.
Draco no fue capaz de decirle nada.
A paso lento, se alejó de allí, dejándola completamente sola, bañada en un mar de lágrimas.

Si una chica te dice que te vayas y te vas, has fracasado como hombre.

Invisible. (Drastoria) - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora