8. Aqua.

1.5K 85 5
                                    

Astoria llegó a su cuarto con una sonrisa pintada en el rostro. Draco no le había parecido tan miserable como sus amigos le habían contado. Era un gran bromista. Quizás tenía un sentido del humor un poco bizarro, pero no era algo que no pudiera soportar.
Esa misma mañana, cuando Anthony la besó en la enfermería, se había sentido muy extraña. Pensó que iba a ser un gran beso. Él le gustaba desde que entró a Hogwarts. Pero no fue así. No entendía porqué.
Recordaba que Draco le había reclamado el hecho de que se besaran en el comedor. Pero las cosas no sucedieron de esa manera.
Ella estaba sentada en la mesa de Gryffindor, como de costumbre, hablando acaloradamente con sus amigos, cuando Tony llegó y se sentó a su lado.
- Hola Tori. - Le sonrió. - Pensaba que quizás podríamos pasar la tarde juntos, ya sabes, ir al lago o hacer algo.
Ella le sonrió por decencia.
- Perdona, Tony, pero esta tarde tengo clases y no puedo perderlas.
El continuó.
- Sólo será esta tarde, nada más. - Dijo, mientras se acercaba a ella y tomaba una de sus manos.
- Ya te dije que no... No puedo faltar a clases... No hoy. ¿Qué tal mañana?
- ¿Mañana? - Al parecer la propuesta no le había agradado demasiado al chico ya que su sonrisa se había convertido en una mueca de extrañesa.
- Si, mejor mañan... - No alcanzó a terminar. Él la había besado. De nuevo se sentía muy extraño. No había palabra para describir lo que sentía. Disimuladamente se retiró del beso pero éste apretó muy fuerte su mano.
- Tony, me lastimas. - Gimió.
- Oh, lo siento. - Soltó su mano y la miró.
- Entonces... ¿Mañana?
Él no contestaba. Sólo la miraba. No entendía porqué. ¿Qué diablos se traía ese tipo? No eran muy amigos, pero si se hablaban lo suficiente como para reconocer que ese comportamiento era sumamente extraño.
Hablaron trivialidades unos minutos más y luego salió corriendo a su clase. Justo antes de entrar revisó su bolsa de piel y se dio cuenta de que no había llevado consigo el libro indispensable para la clase.
Astoria Greengrass corrió por los pasillos lo más rápido que pudo. Al llegar por fin a su habitación, busco por todos lados el libro y no lo encontró. Tomó prestado el de su compañera de cuarto y se regresó corriendo. Por eso había llegado tarde.
De vuelta al presente, la castaña abrió la puerta de su cuarto y al entrar, descubrió un gran ramo de rosas en su cama.
Puaj. Las rosas eran demasiado ordinarias para ella.
Se acercó y se percató de una pequeña tarjeta en la base del ramo. Tomó la tarjeta y la leyó.

"Astoria Greengrass. Un humilde regalo de mi parte. Unas rosas para una rosa aún más despampanante.

Con amor, Anthony Goldstein."

Sonrió con ternura y se sentó en la cama. A pesar de todo, apreciaba el gesto. Era un modo de disculparse, supuso, por su comportamiento esa tarde.
Después de contemplar por unos minutos las rosas, las tomó y las metió en un alto y delgado frasco con agua. Las humedeció un poco y puso la pequeña tarjeta sobre ellas, al tiempo que las depositaba en la mesita de noche. Sin más que hacer, se puso su pijama favorita - Una de koalas - y se acostó a meditar y a pensar sobre lo que había sucedido.
Primero, no había sentido lo que esperaba de Tony.
Segundo, Draco Malfoy no era tan malo como todos lo pintaban.
Tercero, no había querido faltar a clases para salir con Tony, pero si había faltado a clases al quedarse casi toda la tarde con Draco.
No sabia que estaba pasando. Pero como su madre decía, iba a dejar que las cosas fluyeran.

..............................................

- Lo sentimos, señor. Pero el joven no aparece en la base de datos.
Eran pasadas las dos de la tarde de aquel Viernes. El hospital psiquiátrico King's College había abierto sus puertas hacía unos pocos minutos, cuando un alto hombre con sombrero en punta y túnica, había entrado a pedir información sobre un chico que, según él, había estado recluido ahí. No se encontraba registro alguno.
- Mis disculpas, señora. Sólo intentelo una vez más, y me iré.
- Ya le he dicho. - La regordeta recepcionista iba ataviada en un vestido blanco muy apretado. Sabrá Merlín como entró ahí. - He buscado por más de diez minutos, y no hay registro.
El hombre suspiró. Él era un inefable, y si no terminaba ese trabajo, lo sacarían del ministerio.
- Imperio. - Susurró, mirando a todos lados y esperando que nadie lo viera.
Tras buscar exhaustivamente, lo encontró. Era igual al de la fotografía que él tenía. Se mordió los labios.

El chico había desaparecido misteriosamente hacía dos meses y 24 días. Exactamente el mismo tiempo desde que Hogwarts había iniciado sus clases.
El hombre salió corriendo.
Tenía que avisarle a alguien.
Rápido.

Invisible. (Drastoria) - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora