19. Blanco & Negro.

1.1K 80 6
                                    

Tras aquel día tan extraño, Astoria no había podido dormir. Ya llevaba sin descansar varios días, y unas profundas manchas oscuras cubrían sus ojos.
Por la ventana, las sirenas la saludaban como hacían cada mañana, indicándole que ya debía levantarse para ir a clases, pero no tenía ánimos.
Se sentía terriblemente mal. Después de todo lo que pasó, Draco se había pasado ignorándola. No lo entendía.
Primero, el rubio le había pedido que fueran novios, habían pasado la tarde con sus amigos, algo que pensó que definitivamente no podía ser, y luego se había ido precipitadamente después de decirle que pensaba esperarle hasta que saliera de prisión. Quizás era demasiado rápido para tomar una decisión, pero tan solo quedaba una semana para la graduación, y sabía que él se iría justo después. Quería estar con él el poco tiempo que quedaba.
Suspiró. Le seguiría donde fuese, estaba segura de ello.
Escuchó un sonido. Alguien llamaba a la puerta.
- Greengrass, ¿Estás ahí? - Era Pansy, la ex-novia de Draco.
Se levantó de la cama y caminó hacia la puerta, confundida.
Pansy siempre la había odiado, y normalmente sólo le dirigía la palabra para tratarla despectivamente.
Abrió la puerta y elevó una ceja al ver a Pansy tan elegante como siempre.
- ¿Qué quieres?
- Bueno, es que necesito hablar contigo, estoy muy preocupada por Draco. - Afirmó ella, mientras se mordía las uñas con nerviosismo.
- ¿Le pasó algo a Draco? - Preguntó, un poco asustada.
- Bueno, lleva un día entero sin salir de su cuarto, no ha comido, no ha ido a clases, se perdió sus examenes de Historia, no quiere hablar con nadie... Y creo que tú eres la única que puede ayudarlo.
Se mordió los labios. Había olvidado completamente como podría estar sintiéndose Draco, y se había centrado sólo en si misma y en sus propios pensamientos. Sabía que si las cosas no eran fáciles para ella, para él debían de ser peores.
- Vale. G-Gracias por avisarme, Parkinson.
- Ni lo digas - Contestó, tomándole de las manos. - Suerte. A todos nos importa Draco y a Draco le importas tú.
Acto seguido, se fue.
A Draco le importas .
¿Sería eso cierto? No lo creía. Si de verdad le importara no estaría jugando así con sus sentimientos.
Sin perder más tiempo, tomó una ducha y se vistió con su impecable uniforme. Salió de prisa hacia las habitaciones de los chicos y de lejos vio un alto y guapo afroamericano en una de las puertas.
- ¿Blaise? ¿Ahí está Draco? - Le gritó.
El chico se giró y la miró algo triste.
- Él no ha dormido con nosotros estos últimos días.
Se detuvo en seco.
- ¿Ah, no? ¿Entonces donde está?
Él le señaló un largo pasillo.
- Camina hasta el fondo, voltea a la izquierda, sigue derecho y es la última habitación.
Después de agradecerle, siguió al pie de la letra las indicaciones que le habían dado, y llegó hasta una gran puerta.
Aún se encontraba decidiendo si llamar o no, cuando ésta se abrió y se encontró frente a frente con Malfoy.
Él la miró inexpresivo y regresó a sentarse en la cama, indicándole que pasara.
- Draco, ¿Qué tienes? - Preguntó, mientras entraba y cerraba la puerta tras ella.
El chico se veía pésimo. Estaba en pijama y su piel se asemejaba al color del Barón Sanguinario. Se acercó hasta su cama y se sentó junto a él.
- No tengo nada... - Dijo, con voz apagada.
- No me mientas... Estás muy pálido, y tienes los ojos hinchados. Pansy me dijo que llevas un día sin comer. - Espetó, cubriéndolo con sus brazos y atrayéndolo hacia ella.
- No me abrazes, tonta. No necesitó tu compasión.
Contrario a sus palabras, el rubio la tomó por la cintura y recostó su cabeza en ella.
La castaña sintió algo frío caer por su pecho, y al mirar, notó que Draco, el insensible y arrogante Draco, estaba llorando.
- Draco... - Le susurró. - ¿Es por Azkaban?
Él la apretó con fuerza.
- No q-quiero dejarte... No quiero d-dejar a mi madre... N-No quiero dejar m-mi nueva vida... - Habló entre sollozos.
- Tranquilo... Ya verás que esos años pasarán rápido. Yo te esperaré, ¿si? - Dijo, mientras le acariciaba la cabeza.
Definitivamente él estaba peor que ella. No había palabra para describir como le partía el corazón verlo así. Tan débil, tan indefenso.
- Sé que no debería arrastrarte conmigo esos cinco años, pero aún así soy demasiado egoísta. No quiero que estés con nadie más. - Confesó, al tiempo que se incorporaba y se limpiaba los ojos.
A pesar de todo, ella sonrió.
- Mira, sé que quizás ha pasado poco tiempo para poder decir esto pero te conozco. Al parecer me has mostrado una parte de ti que nadie sabe que existe. Esas tardes que jugábamos juntos en la torre de astronomía, esos largos y apasionados besos a escondidas en la biblioteca, esas miradas en clases... Y luego, tantas confesiones, tantos secretos, tantas historias... Tu ocupas un lugar muy grande en mi corazón, Draco Malfoy.
Una pequeña sonrisa se pintó en el rostro del rubio.
- Estás diciendo que soy un debilucho, y que tú crees que eres especial.
Le dio un ligero golpe.
- ¿Vas a negarlo?
- No, no voy a hacerlo.
Draco acercó su cara a la de la castaña y la besó.
Astoria ya no sentía una creciente angustia por parte del chico. Sus labios revelaban quizás todos los sentimientos que no alcanzaba a expresar en palabras.
Esta vez, Draco se entregó completamente. Se entregó con sus miedos, con sus angustias, con su odio. Ella le respondió con dulzura y comprensión.
No todo era blanco o negro.
Ella jugueteó delicadamente con sus labios y no pudo evitar sonreir.
Draco puso una mano en el hombro de Astoria y la empujó levemente, recostándola en la cama. Esta vez ella no se negó.
Ahora sus cuerpos tenían el control. No había tiempo para pensar. No querían pensar.
Así, sin dudas y con la más completa sinceridad, los dos se fundieron en uno sólo por primera vez.
Como jamás ninguno de los dos lo había hecho.
Con amor.

Invisible. (Drastoria) - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora