Me como el desayuno en silencio. En realidad no como, solo ahogo los cereales en la leche.
-¿Vas a contarme qué es lo que ha pasado?
Miro a Jenn sentada delante de mi y niego con la cabeza. Mi hermano entra en casa y cierra la puerta de un portazo que resuena por todas las habitaciones. Viene hacia mi casi corriendo y me abraza.
-Ya me he enterado -me susurra.
Escondo la cara en su cuello e intento con todas mis fuerzas no soltar ni una lágrima. Se aparta de mi lentamente y pone un mechón de pelo detrás de mi oreja dándome un beso en la frente. Si Josh lo sabe Colton también, y pronto Jenn también se enterará y no tendré que poner excusas baratas cada vez que me vea llorar.
(...)
-Chicos -nos dice Alex a todos- no quiero que esteis con esa cara, que aún no me he muerto.
Sé que intenta hacernos reír pero eso no ha tenido ninguna gracia.
-Vamos a hacer algunas maldades -dice Colton subiendo al coche.
Todos subimos detrás de él. Son las diez de la mañana y hemos decidido ir los cinco por la ciudad siendo unos gamberros. Colton arranca el coche y da unos golpecito delante del volante.
-Hay que echar gasolina.
Nos miramos unos a otros sonriendo con malicia. Colton conduce hasta una gasolinera que hay a las afueras y se para junto a un surtidor de gasolina. Se baja a llenar el depósito mientras el chico que trabaja aquí lo observa desde dentro a través del cristal. Josh, sigilosamente, se sienta en el sitio del conductor, preparado para poner el coche en marcha. Jenn pasa al sitio del copiloto y un asiento libre queda a mi derecha, para Colton. Porque es el sitio más cercano al deposito de gasolina del coche y así subirá mas rápido y podremos largarnos. Colton cierra la tapa del depósito y mira al chico de dentro, él se levanta de su silla para venir a cobrar la gasolina. Cuando se da la vuelta Colton abre la puerta y sube al coche gritando.
-¡Arranca! ¡Arranca! ¡Arranca!
El motor ruge y salimos de allí en cuestión de segundos. Me doy la vuelta para mirar al pobre chico de la gasolinera corriendo detrás de nosotros intentando alcanzarnos.
-Robar gasolina, ¡hecho! -dice Jenn.
Tomamos la próxima salida a la ciudad y en una hora estamos dando vueltas por las calles. Se me ocurre una idea.
-¿Vamos al parque acuático?
-¡SIII! -gritan todos.
Alex me rodea los hombros con su brazo y me atrae a él para darme un beso. Josh aparca el coche cerca de la entrada del parque acuático. Hay un hombre vigilando la entrada y una chica joven junto a él vendiendo las entradas.
-¿Cómo entramos?
-Esto dejádmelo a mi -dice Jenn saliendo del coche.
Se da la vuelta para mirarnos cuando está a unos seis metros del vigilante. Entonces empieza a correr hacia el hombre y la mujer de la entrada. Le grita algo al hombre señalando al otro lado del aparcamiento, parece una histérica. La mujer se acerca más a ellos y Jenn le grita algo, todavía señalando con el dedo al otro lado. El vigilante agarra a Jenn de los hombros y ella vuelve a señalar. A saber lo que le ha dicho para que el pobre hombre salga corriendo cómo si su vida dependiera de ello. La mujer de las entradas se va en la dirección contraria y se mete dentro de un pequeño edificio por una puerta.
-¡Vamos! ¡Vamos! -grito.
Salimos del coche y corremos hacia la entrada antes de que vuelvan alguno de los dos. Saltamos al barras metálicas y... ¡Tachán! Estamos dentro.
(...)
-Vamos a la tienda de regalos -me dice Jenn.
Entramos en la pequeña tienda. Hay una familia con tres hijos mirando souvenirs del parque acuático. La dependienta parece estar muy ocupada leyendo una revista. Cogemos un par de biquinis y Jenn los esconde en su bolso. Salimos sigilosamente y vamos al baño a ponernos nuestros biquinis nuevos.
Al salir encontramos a los chicos junto a unas tumbonas y nos acercamos a ellos.
-Vamos a tirarnos por ese tobogán -señala hacia arriba Josh.
-Vale -contestamos nosotras.
Josh se pone el primero en la cola, seguido de Colton, Jenn, Alex y después voy yo. El tobogán más bajo es el azul, luego el negro, después el amarillo y finalmente el rojo, que ganas tengo te tirarme. La gente gira a un lado saliendo de la cola para tirarse por un tobogán a medida que subimos por la cuesta. Josh gira a la entrada del tobogán amarillo, y los otros también.
-Esperad ¿no íbamos a tirarnos por el rojo? -pregunto con el ceño fruncido.
Todos se dan la vuelta, mirándome.
-¿Estás loca? -dice Jenn- lo llaman La parada cardíaca, no lo llaman así por nada.
-Pues yo quiero tirarme por la parada cardíaca.
-Ni loca subo ahí.
-Eres una cobarde -digo riendome de ella y volviendo a la cola para seguir subiendo un poco más.
Alex se posiciona detrás de mi y me besa.
-Yo voy contigo.
Llegamos a la cima de la cuesta, me acerco al principio del tobogán y miro hacia abajo. Mi corazón late más deprisa, es más alto de lo que parecía.
-Ya no quiero tirarme -le digo a Alex.
-Es demasiado tarde, cariño. Hay gente esperando.
Miro detrás de su hombro y veo a un grupo de chicos ríendose de mi.
-Podeis tiraros juntos -nos dice el chico joven que trabaja allí.
Me acerco al borde y me aguanto de la barra metálica que hay encima de mi. Me agacho lentamente y me siento sobre la superficie roja. Noto que Alex se agacha detrás de mi e intenta pasar sus piernas a mis lados.
-Echate un poco hacia delante.
-No.
-Entonces no podre tirarme contigo.
-Me voy a caer.
-No te vas a caer.
Pasa sus brazos alrededor de mi cintura y me aguanta con fuerza. Sus piernas están al lado de las mías y su pecho pegado a mi espalda. Noto que me empuja lentamente hasta que los dos nos resbalamos hacia abajo por la superficie roja mojada de agua.
El viento nos golpea mientras seguimos resbalandonos hacia abajo. Y sin darme cuenta... Estamos en el agua de la piscina del final del tobogán.
-Me has dejado sordo.
-¿He gritado?
-Mas bien has chillado como una loca -se ríe.
Salimos de la piscina y vamos a buscar a los demás. Los encontramos junto a las tumbonas.
-¿Cómo ha ido?
-Genial -contesta Alex- tengo la novia más valiente del mundo, ni siquiera ha gritado -me guiña un ojo y después me besa.
-¿Sabes que al decir "ni siquiera ha gritado" ya sabemos que lo ha hecho? -dice Josh.
-Lo he intentado -me dice Alex.
-Al menos ella ha sido capaz de subir ahí -sigue Colton.
-¡Vamos a la piscina de olas! -grita mi mejor amiga.
Todos nos dirigimos en la misma dirección hasta que escuchamos una voz. Me doy la vuelta y veo a un guardia de seguridad corriendo hacia nosotros.
-Oh, mierda -susurra Jenn.
-¡Esperad! -grita el guardia.
Cada vez se acerca más y a mi me cuesta respirar con normalidad. Pasa corriendo a nuestro lado sin acernos ni caso. Mi vista sigue clavada en él y veo como detiene a un par de chicas y les da algo. Todos suspiramos de alivio.

ESTÁS LEYENDO
Impronunciable
أدب المراهقين-¿Recuerdas el lugar secreto que te enseñé? -Sí -sonrio. -No se lo enseñes a nadie. Va a ser solo tuyo. -Nuestro -le digo. -Si... Nuestro.