Capitulo 7

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JAMES

—Muy bien. Recuerde moverse con fluidez. Empiece de nuevo, uno, dos... —la voz de la señora Mc Curten sonó alta y clara a través del salón de baile.

     Observé a Elena moverse por el salón con su pareja de baile mientras montaba guardia en un rincón de la sala. Su cabello negro parecía flotar cada vez que giraba. El baile era muy hermoso, pero la expresión de fastidio en cara de Elena le restaba belleza. La música terminó y con ella el baile. Elena dio media vuelta para observar a la señora Mc Curten.

—Bien hecho, princesa —dijo ella.

—Gracias, señora Mc Curten.

—Puede descansar ahora, princesa. Retomaremos la lección después del almuerzo.

     Sin decir más, Elena caminó en mi dirección mientras los músicos guardaban sus instrumentos dispuestos a salir de la sala y conseguir algo de comida.

—Lindo baile —dije.

—Estoy agotada —suspiró — ¿Podría acompañarme a comer, capitán Wescott? —dijo en tono de burla.

—Sería un honor, su majestad —respondí de la misma forma antes de hacer una profunda reverencia.

—Vamos.

     Salimos de la habitación para dirigirnos a la cocina, en el camino Elena sólo habló de lo mucho que detestaba las lecciones de baile. Mi única respuesta fue reírme por lo bajo, ganándome un golpe en el brazo de su parte. Llegamos a la cocina donde los cocineros saludaron a Elena y le ofrecieron un poco de fruta, así como deliciosa comida. Aceptó la comida y fruta para después salir del lugar y dirigirse a los jardines. Fui detrás de ella cargando una parte de la comida ofrecida.

— ¿No deberías ir al comedor para almorzar con tu padre? —le dije una vez que nos encontrábamos en los jardines.

—Se encuentra en una reunión del consejo junto con Anthony —me miró — ¿No deberías tú estar presente en la reunión? —contraatacó

—Sí. Pero el rey considero que lo mejor sería que te vigilara. Sabe lo mucho que detestas a la señora Mc Curten.

     Desde la muerte de su madre muchas cosas cambiaron, Elena dejo de ser una niña pequeña protegida por todos para convertirse en alguien completamente independiente. Desafortunadamente, otro cambio importante fue el contratar a la señora Mc Curten para continuar su enseñanza. Era su madre quien se encargaba de ello, al morir fue necesario buscar a alguien que la reemplazara.

—No la odio. Simplemente creo que es demasiado exigente —aclaró.

—Si usted lo dice... princesa —golpeó de nuevo mi brazo.

                                                                                           ********

     El sol se ocultó hace ya un par de horas, la reunión del rey terminó también hace unas tres horas. La familia real debe estar preparándose para cenar, los guardias ya comienzan con sus rondas de vigilancia. Todo es pacífico tanto en el palacio como en el pueblo. En estos momentos, me dirijo al comedor especial para los soldados, dispuesto a comer lo primero que encuentre. Una vez en el, me siento en mi lugar preferido a lado de mis compañeros, quienes no tardan en saludarme y contarme las noticias del día.

     Justo así es como deberían ser todas las noches, tranquilas, en calma. Sin embargo, esta noche es diferente, lo sé en el momento en que Andrew —uno de los guardias encargados de vigilar el pueblo— entra corriendo al comedor.

—Capitán Wescott —dice al entrar, buscándome con ojos desorbitados. Inmediatamente me levanto.

— ¿Qué sucede, Andrew? —preguntó con total seriedad.

—Un incendio... el pueblo, alguien... creo que fue intencional —sus palabras salen en un torrente sin control.

— ¿Incendio?

—Sí. Intentamos controlarlo pero...

—Llévame.

                                                                                           ********

     Horas después me encuentro ante los restos de un almacén, pese a todos los intentos por controlar el incendio, terminó destruyéndolo por completo. Las personas del pueblo se reunieron alrededor para ver lo ocurrido, los guardias se encargaron de mantenerlos a una distancia prudente del almacén.

—No encontramos nada, señor. —informa Andrew al finalizar su búsqueda entre los escombros.

— ¿Están seguros? —pregunto.

—Sí, señor.

     Después de eso, ordené a los guardias que regresen a todas las personas a sus respectivas casas. No necesitamos que se alteren a causa de esto. Le pido a Andrew que se acerque, necesito saber lo sucedido antes de que comenzara el incendio.

—No logré ver a nadie, señor. Llegue aquí cuando divisé el humo, lo siento.

— ¿Algún guardia vio algo?

—Los guardias encargados de esta sección dicen que no vieron a nadie rondando por los alrededores.

—El incendio no pudo comenzar de la nada —señalé.

—Lo sé, señor. Pero quien quiera que lo haya hecho, no dejó prueba alguna y se aseguró de que no fuera visto.

     Resultaba extraño, que algo como esto sucediera en el reino. Azelleb es un reino pacífico, por supuesto que existen los ladrones y asesinos, aunque suelen ser sólo dos casos al año, pero ¿un incendio intencional al almacén? Ni los más graves problemas personales ocasionarían esto. Lo más preocupante es que se trataba de un almacén de provisiones, aquella persona que comenzó el incendio tenía un objetivo claro. Sólo espero que lo ocurrido no vuelva a suceder. Por ahora no hay mucho que hacer, investigaremos más a fondo por la mañana.

     Regresé al palacio junto con algunos guardias, no sin antes ordenar mayor vigilancia a los soldados encargados del pueblo. Una vez dentro de las paredes del castillo, fui a las caballerizas, donde me encontré una grata sorpresa.

— ¿Qué sucedió? Lo único de lo que hablan dentro del castillo es sobre algún incendio.

—Me encuentro bien, sabes. Agradezco su preocupación, princesa.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó.

—Olvídalo —suspiré —. Tiene razón, hubo un incendio en el pueblo. Al parecer, fue algo intencional.

— ¿Intencional? —frunció el ceño — ¿Saben quién es el responsable?

—No. Pienso buscar pistas por la mañana. Aunque, según testimonios de los guardias no vieron a nadie sospechoso por los alrededores.

—Es lógico, seguramente el responsable usaba alguna especie de traje especial para camuflarse con la oscuridad.

— ¿Hablando por experiencia? —interrogué con un tono de burla. Elena rodó los ojos.

—Probablemente. Iré contigo mañana, puede que sea de utilidad para ti —sonrió —. No acepto un no por respuesta.

Suspiré, aunque le prohibiera ir, sé con certeza que iría por su cuenta.

—De acuerdo. Espero que no uses esto como excusa para evitar al príncipe.

—No sería capaz de ello.

     Sonrió nuevamente, la diferencia es que esta vez, su sonrisa indicaba todo lo contrario a sus palabras. Mañana sería un día realmente largo.

La Heredera al TronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora