Capitulo 9

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JAMES

Deberá interrogar a las personas que fueron atacadas y rescatar cualquier tipo de información útil para nosotros. Ira usted solo, por ningún motivo lo acompañará mi hija.

Fueron las palabras exactas del rey.

     Por lo tanto la mañana del segundo ataque, me dirigí completamente solo al pueblo, donde la familia Anderson esperaba en la plaza principal. Al encontrarme frente a ellos bajé de mi caballo e inmediatamente saludé a ambos.

—Capitán, un placer conocerlo —dijo el señor Anderson.

—El placer es mío, señor —respondí con una leve inclinación de cabeza.

—Le presento a mi hija, Emma —dirigí mi atención a una chica castaña, quien observaba el suelo sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor.

—Señorita Anderson, un gusto conocerla —la chica alzó su rostro y así pude contemplar sus hermosos ojos verdes, bastante parecidos a los de Elena.

—Capitán —extendió su mano, la cual tomé inmediatamente para después besar el dorso de esta. Emma se ruborizó levemente. Sonreí y solté su mano.

— ¿Saben el por qué los cité el día de hoy? —pregunté, volviendo a mi labor principal.

—Debido al ataque de ayer —respondió Emma.

—Efectivamente. ¿Podrían relatarme lo sucedido?

     Por los próximos minutos, me dediqué a escuchar la historia narrada por el señor Anderson. En esta ocasión, el sospechoso decidió atacar una propiedad privada —la casa de la familia Anderson— mientras todos en el reino dormían. Emma —quien se levantó al escuchar sonidos fuera de su casa— fue quien advirtió al guardia más cercano que vio a alguien sospechoso rondando fuera. Lamentablemente, para cuando los guardias llegaron, el sospechoso ya no se encontraba en el lugar y la propiedad de la familia Anderson terminó por convertirse en un montón de cenizas.

     Según la historia del señor Anderson, después de que Emma saliera de casa, logró ver a una persona completamente vestida de negro, la cual poseía una antorcha en su mano, siendo esta la causante del incendio. Inmediatamente, él salió a la calle a tiempo de ver como arrojaba su antorcha sobre el techo de la casa, la persona huyó aprovechando el caos del incendio, sin darles tiempo a los guardias la oportunidad de capturarlo.

—Cuando Emma regresó con los guardias, era demasiado tarde, el incendio ya resultaba imposible de controlar —finalizó él.

—Lamento lo sucedido, señor.

—No es su culpa, capitán —intervino Emma —. Usted no causó el incendio, no debe culparse por ello.

—De acuerdo —asentí —. Por órdenes del rey, ustedes vivirán temporalmente en el palacio. Reconstruirán su casa y cuando esté lista, podrán volver al pueblo.

Tanto Emma como el señor Anderson me observaron boquiabiertos.

— ¿Es eso cierto? —preguntó Emma.

—Por supuesto. Los guardias se encargarán de llevarlos al palacio, nos encontraremos con ellos en su casa —ambos aún me observaban sin dar crédito a mis palabras, así que, tomé las riendas de mi caballo e hice que subieran en él.

— ¿Y usted, capitán? —observé a Emma cuando finalizó su pregunta.

—Iré a pie, no se preocupe señorita Anderson.

—Emma, por favor, llámeme Emma —volvió a ruborizarse.

     Sonreí en su dirección, jalé las riendas de mi caballo y los conduje hasta lo que quedaba de su hogar.

La Heredera al TronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora