Capitulo 6

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ELENA


En el momento en que Anthony puso un pie sobre el reino, supe que mis días de libertad se terminaron. Por órdenes de mi padre, me vi en la obligación de acompañarlo durante todo el día. Sin duda, resultaba una tarea bastante fastidiosa, no sólo por el hecho de que el príncipe parecía niño pequeño con energía de sobra, sino también por los halagos que recibía de parte de los pueblerinos. No llevaba más de tres semanas aquí y ya contaba con la lealtad y admiración de la mitad del reino.

     Lo único que me ayudaba a superar el día tras día era, contar con la compañía de James. Todos los días, él se encargaba de acompañarnos, lo cual, realmente agradecía y cada vez que Anthony se detenía en algún lugar de interés, me acercaba discretamente a lado de James para hacer algún comentario ridículo sobre el príncipe.

—La vendedora lo mira como si fuera algún dios. Yo diría que más bien parece un lunático —susurré a James mientras Anthony observaba detenidamente un jarrón de cerámica. Él no dijo comentario alguno, pero el brillo de diversión en su mirada indicaba que el comentario le hizo gracia.

     Días después, el príncipe mostró gran interés por el palacio y sus alrededores, así que, fue mi responsabilidad recorrer el palacio con él. Sin embargo, decidí omitir algunos lugares y sólo mostrarle los lugares principales, como los jardines ó caballerizas.

—Veo que los jardines se encuentran en muy buen estado —comentó Anthony mientras recorríamos el sendero de regreso a palacio.

—Sí. Los jardineros se encargan de ello —respondí.

—Son impresionantes. En mi palacio los jardines no son ni la mitad de los suyos, princesa.

—Gracias, su alteza.

     Afortunadamente, en los últimos días tanto mi padre como Anthony han estado lo suficientemente ocupados en reuniones de consejo como para acompañarlo en más excursiones. Justo ahora me encuentro recostada sobre mi cama, debería dormir, pero me resulta imposible. En vez de eso, salgo de la cama y tomó una capa negra de mi armario, la misma que uso cada vez que escapo al pueblo. Después de asegurarme que nadie se encuentra en el pasillo salgo de la habitación y cierro con mucho cuidado de no hacer ruido.

     Caminé a través de los pasillos hasta llegar donde quiero. Una habitación vacía ubicada a unos metros de mi alcoba. Por dentro es como cualquier habitación para huéspedes, amueblada con una cama, armario, mesas y demás. Lo que nadie sabe es que debajo de la cama se encuentra una trampilla, la cual me lleva directo a una especie de laberinto subterráneo. Este laberinto no es más que una ruta de escape, un conjunto de pasillos que logran llevarte a cualquier parte del castillo, siempre y cuando no te pierdas en ellos.

     Descubrí estos pasadizos hace mucho tiempo, cuando aún era una niña. Recuerdo que jugaba junto con James al escondite, me oculté aquí pensando que le costaría trabajo encontrarme. El mejor lugar para esconderme era debajo de la cama, así que —sin importarme el polvo y suciedad— me agache y gateé hasta la cama, mi pequeña estatura me ayudó bastante para entrar en el espacio reducido. Justo entonces, encontré la trampilla. Me causó gran curiosidad y deseé ver lo que había dentro de ella. No obstante, pensé que si James me encontraba él también vería mi nuevo descubrimiento y era probable que me impidiera revisarla, por lo tanto, salí de mi escondite y me oculté en otro lugar. James me encontró finalmente en la sala de música, no sin antes preguntar a la mitad de las personas presentes en el palacio por mi ubicación.

     Fue esa misma noche que regresé a la habitación vacía decidida a revisar la trampilla. Para mi sorpresa me encontré un enorme laberinto de pasillos en el cual era fácil perderse. Pasé varios meses revisando todos y cada uno de esos pasillos, hasta que al final memoricé todo el lugar y llegué a conocer esa parte subterránea del castillo tan bien como la parte superior.

La Heredera al TronoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora