C a p i t u l o 39.

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Desperté y me encontraba en un lugar completamente diferente al que recordaba, o bueno, la verdad no recuerdo muy bien pero estoy segura que definitivamente no era este.

Visualice cada rincón de aquel lugar, para mi gusto era totalmente escalofriante y aterrador. Podría apostar que por mi propia voluntad no llegue aquí.

Seguí unos minutos mas tratando de recordar lo sucedido pero la puerta de aquella habitación en la que me encontraba se abrió interrumpiendo mis pensamientos.

-Buenos días pequeña -me dijo Nash con la voz mas tierna del mundo.

-Buenos días... -trate de contestar lo mas normal posible, ya que yo seguía sin entender nada, ni siquiera la razón de porque el esta aquí.

-Toma -me entrego un vaso de café- le pregunte a una enfermera y me dijo que por ahora es lo único que puedes tomar -sonrío.

-¿Porque estoy aquí? Ah y gracias supongo -dije mientras tomaba el vaso que me había entregado.

-¿No recuerdas nada Alexandra?

-Después de haber estado en mi casa junto contigo, no, nada -solté.

-Comenzaste a sentirte mal, te traje aquí lo antes posible -tomó un sorbo de su café- por ahora no sabemos exactamente que es lo que te paso, los doctores ya mandaron hacerte estudios -sonrío levemente.

-¿Enserio? -renegué y el asintió- todo lo malo me pasa a mi, bonita suerte que tengo -susurre bajo.

El solo río ante mi comentario, la verdad apreciaba demasiado que el estuviera aquí, mi madre ni siquiera se ha dignado a venir y por ahora supongo que el es el único que lo sabe. Y a pesar de todo, de la discusión que tuvimos ayer, lo sigo amando con todas mis fuerzas, me es inevitable negarlo.

La tarde había transcurrido un poco lenta, unas enfermeras habían venido por mi a mi habitación y me llevaron con ellas para realizarme unos estudios, antes de eso le pedí a Nash que por favor se fuera a descansar; el se negó y por mas que insistía él seguía diciendo que se quedaría aquí todo el tiempo que fuera necesario.

Como quisiera salir corriendo de este lugar e irme muy lejos con el, poder abrazarlo y besarlo cuantas veces quisiese.

No me quedo mas que rendirme y sin mas, me fui con las enfermeras. Tenia muchísimos nervios, los doctores me pedían que entrara a muchos aparatos de esos que tenían una luz muy fuerte en donde tenía que acostarme, me explicaban que apenas así podrían diagnosticar lo que tengo, como no tenía ninguna otra opción hice todo lo que me pedían.

De verdad espero que todo este bien...

***

-¿Como te fue? -se dirigió hacia mi apenas entre a la habitación.

-No lo se -conteste, era verdad; aun no sabia nada- no tenias que preocuparte por mi Nash, igual te lo agradezco -sonreí.

-Claro que tenía que hacerlo nena, te amo y lo sabes, yo estoy aquí por que quiero estar contigo y apoyarte a pesar de todo -se acercó a mi y acaricio mi mejilla.

Confieso que aun me sigue causando escalofríos cuando el se acerca demasiado hacia mi, nunca me acostumbrare.

-¡Oh lo olvidaba! Te mando estas flores tu mamá -me miro con tristeza- también traían esta nota -me la entrego y de inmediato proseguí a abrirla.

-Gracias -susurre.

Mi madre me había escrito una carta, la primera vez que no era una de esas en las que siempre venia la misma frase.

Let me be your friend || n.g Donde viven las historias. Descúbrelo ahora