Capítulo 20

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¿El final?

Buitre reía, tenía como diez minutos riendo. ¿Había perdido la razón? Bueno, mucho antes de eso la había perdido, pero se veía más demente de lo normal, me asustaba la forma en la cual reía mirando por todos lados, murmurando algo que no podía entender.
-Tenemos que salir de acá- dijo Nahomy mirando al desquiciado Buitre que parecía hablar consigo mismo.
-Él tiene las armas, y estamos heridas. No podemos- le respondí y ambas miramos el cuerpo de Miguel en el suelo ¿estaría muerto ya?
-Si estuviera muerto ya Buitre se habría llevado su cuerpo- respondió Nahomy cómo si hubiera leído mis pensamientos.
-¿Tienes un plan?- pregunté.
-No. Pero alguno se me debe de ocurrir.
Buitre salió de la habitación riendo y susurrando cosas que parecían sonar en otro idioma ¿qué hacer?
Entonces todo se volvió claro como el agua y me di cuenta de que habíamos sido unos tontos...
***
-No creo que sirva- dijo Nahomy con desconfianza.
-Va a servir- respondí y suspiré. El plan estaba listo.
-Ok. No esperes que llore por ti cuando te aplasten como cuchara- comentó Nahomy con ironía. Entonces sonreí. Era nuestra última opción. Nuestra última oportunidad.
Asentí y ambas nos quedamos esperando sentadas junto al cuerpo de Miguel, no había muerto aún, si estabas cerca podías notar la ascendencia y descendencia lenta de su pecho al respirar. No le quedaba mucho tiempo. Y a nosotras tampoco.
Los minutos pasaron y pasaron hasta que por fin la puerta se abrió. Era el momento. Ahora o nunca.
-Volví ¿me extrañaron?- preguntó Buitre entrando con una sonrisa.
Mi vista se fue hasta sus manos. La derecha tenía el cuchillo y la segunda guardaba una llaves pequeñas en uno de los bolsillos delanteros de sus jeans. Las llaves. Necesitaba esas llaves.
-¡Pudrete!- le grité y el rió. Aún parecía delirar un poco.
-Gracias, siempre me pareciste agradable- respondió él con cierta demencia en su voz.
-Vienes a terminar de matarnos- dije con afirmación.
Me levanté del suelo y me acerqué a él, mientras Nahomy sólo se levantaba.
-Ya me estás cansando, eres muy contestona. Eso no es bueno- respondió Buitre mirándome con desafío.
Vamos Emma, tu puedes.
-Vete al infierno- dije y salté sobre él.
Ambos caímos al suelo, lo cual no esperaba, parecía que la sorpresa del ataque había hecho que Buitre cayera con mi peso, el cual no era mucho. Lo golpeé frenéticamente por todas partes mientras él reía y reía. Bajé mi mano lentamente dando golpes con ella. Allí estaba, necesitaba alcanzarlo. Buitre no se levantaba y eso me llenaba de terror, ni siquiera se preocupaba por tomar el cuchillo. Entonces metí la mano en el bolsillo y él paró de reir.
Rápido, Emma.
Tomé las llaves y las saqué de su bolsillo tan pronto cómo se puso de pie, caí al suelo y tiré las llaves hacia atrás.
-¿Creíste que podrías lograrlo?- preguntó Buitre recogiendo el cuchillo del suelo-. Ahora pagarás por ello.
Blandió su cuchillo en el aire dispuesto a clavarlo en mi, me levanté como rayo y corrí hacia la otra esquina de la habitación, temerosa y asustada.
-¡Maldito!- le grité y se acercó a mi.
La furia y la locura se notaban en sus ojos, pasaba su lengua por sus labios como si estuviera saboreando algo muy delicioso.
-Tu sangre va a verse increíble corriendo por el piso- dijo sonriente.
Clavó el cuchillo en mi hombro y la puerta sonó.
El plan había servido.
Buitre volteó frenéticamente sólo para ver la puerta cerrarse y escuchar como alguien la cerraba con llave.
Nahomy era libre.
Buitre corrió hacia la puerta intentando abrirla, golpeándola con fuerza mientras gritaba frustrado y maldecía a Nahomy.
-Vendrán por ti. Te pudrirás en la cárcel- dije sonriendo adolorida.
Había recibido dos puñaladas. Una en la espalda y otra en mi hombro. iba morir desagrada, al igual que Miguel. Pero al menos Nahomy había escapado y encerrarian a Buitre.
-¡Todo es tu culpa!- gritó Buitre acercándose a mi, lleno de rabia.
Buitre tomó su cuchillo en el suelo, lleno de mi sangre, apuntandolo hacia mi, me iba a matar por lo que hice, o eso pensé hasta que vi como lo clavaba en su pierna derecha.
¿¡Qué era lo que estaba haciendo!?. Comenzó reír, de nuevo, de aquella manera maníaca y psicópata, mientras la sangre empapaba sus jeans. ¡Estaba loco! ¡Desquiciado!
-¡Demente!- le grité espantada por sus risas.
-Nada puede contra mi- dijo sonriendo.
Colocó sus dedos sobre la sangre y luego los pasó por mi frente. Intenté arrastrarme lejos de él, pero me seguía, llenándome el rostro con su sangre.
-¡Aléjate de mi!- grité casi llorando mientras me arrastraba lejos.
-Dulces sueños- respondió y me golpeó haciendo que perdiera la conciencia.
***
-Emma... ¿Puedes escucharme? Responde si puedes escucharme- repetía una y otra vez la voz de una mujer.
Abrí los ojos pero una fuerte luz me hizo cerrarlos de nuevo.
¿Qué ocurrió? ¿Dónde estaba? La voz repetía una y otra vez que le respondiera.
-Si...- susurré hacia la voz abriendo un poco los ojos.
Había una luz fuerte sobre mi, así que no podía visualizar mucho, pero oía claramente la voz, y algo además de la voz, un sonido fuerte y agudo. La sirena de una ambulancia. Intenté levantarme rápidamente pero un montón de manos me lo impidieron.
-Calma. Estás a salvo- dijo la voz de la mujer.
Estaba rodeada de paramedicos, viajando en el interior de la ambulancia.
-Mis... amigos... ¿Dónde están?- pregunté con poca fuerza.
-Están a salvo- respondió la mujer antes de que volviera a ver todo oscuro de nuevo.
***
Escuchaba el pitar de las maquinas que tienen los hospitales para medir si uno estaba estable o se moría. A decir verdad nunca me supe como se llamaba, yo sólo la veía en las películas. La habitación era completamente blanca, y no había nadie más allí. Sólo estaba yo. Sola. Escuchando un pitar, con vendas por mi cuerpo, una aguja en mi mano que me proporcionaba sangre y otra un líquido transparente, creo que lo llamaban suero en las películas.
Estaba a salvo. Y mis amigos también pero necesitaba saber que había pasado, quería respuestas.
Estuve unos minutos sola, mirando el techo y llorando, de alegría y tristeza a la vez, era libre pero había perdido a muchos de mis amigos. Poco después llegó una enfermera con traje blanco y cabello negro, me dedicó una sonrisa y ambas nos mantuvimos en silencio, hasta que un señor bajo y calvo vestido de negro entró a la habitación.
-Hola, Emma- me saludó y yo lo miré confundida. ¿Quién era él y cómo sabía mi nombre?-. Soy el Detective Gonzalo Ramirez. Me gustaría hacerte unas preguntas.
Asentí y el comenzó a preguntar. Respondí todas y cada una de sus preguntas, conté cada detalle de lo vivido, entre lágrimas y sollozos, y él sólo anotaba en una pequeña libreta.
-Detective ¿puedo preguntarle algo?- dije una vez que él se levantó para irse.
-Claro- respondió tranquilamente.
-¿Qué le harán a Buitre?- pregunté deseando que lo condenaran a pena de muerte.
-¿Quién?- preguntó confundido. Cierto, él no conocía el nombre.
-Nuestro secuestrador y el asesino de mis amigos- respondí.
-Señorita, lamento decirle que no lo encontramos- respondió él y quedé sorprendida.
-No puede ser, él estaba conmigo y con Miguel en esa habitación, Nahomy nos encerró- estaba alterandome.
-Cuando abrimos la puerta de la habitación sólo estaba usted y el joven Rodriguez. Nadie más. Ahora descanse- dijo y se retiró.
Entonces las palabras de Buitre resonaron en mi cabeza:
"Nada puede contra mi".
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¡El capítulo final! Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.
Mil gracias por leer mi historia, pronto les traeré un gran epílogo y junto a el una nueva noticia.

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