Capítulo 1

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El tiempo no avanzaba, y eso me volvía loca; miré mi celular por debajo de la mesa, cuidando de no ser vista por el profesor de matemáticas. 《11:55》. Solo cinco minutos, cinco minutos más y sería libre de aquel horrible lugar. El profesor hablaba como si nada, pero nadie lo escuchaba, volteé y miré a Ale, se veía tan desesperado como yo, miraba su viejo y patético celular con impaciencia.
Todos estábamos preparados con mochila en mano, listos para cuando llegara el momento ideal, el momento de libertad. Pero el tiempo avanzaba con lentitud para fastidiarnos, era tan dramático que me sentía como en una película, escuchando el tic toc del reloj con lentitud, cuando en realidad no había ningún reloj en ese viejo y pálido salón de clases.
El profesor caminaba de un lado a otro hablando sobre los objetivos que veríamos en nuestro siguiente año, y eso me daba jaqueca matemática, no quería saber nada de fórmulas, despeje, números enteros, o cualquier cosa de las que vi y vería estudiando. No. No mas. Solo faltaban tres minutos para las vacaciones de verano, no necesitaría conocer la raíz de nada entonces; sería adiós colegio, hola diversión.
La campana sonó y lo primero que se escuchó fueron los muchos gritos de alegría, incluyendo el mio. Vacaciones, la palabra favorita de todo chico.
Tomé mi mochila apresurada para salir, pero todos se habían aglomerado en la puerta, esperé y vi que el profesor de matemáticas tomaba su maletín y suspiraba de alivio, se notaba lo feliz que estaba de deshacerse de nosotros. Tan pronto la puerta se despejó salí al pasillo, pero no me dirigí a la salida, quería irme, pero tenía algo que hacer.
Caminaba lento, ya no había porque apresurarse, además la oficina de Darwin no estaba tan lejos.
-¡Emma, esperame!- gritó Zuli tras de mi, y me detuve para esperarla.
-No fui la única con la idea de ir con Darwin ¿eh?- pregunté con una sonrisa mientras Zuli llegaba a mi lado.
Se seguían escuchando gritos de emoción en el lado contrario, de seguro también se habían aglomerado en la salida.
-Claro que no, boba- dijo y ambas reímos volviendo a caminar hacia la oficina.
Zuli era mi prima, ambas teniamos quince, pero ella me llevaba por lo menos un centímetro, en definición: baja, piel morena y cabello negro, de pequeña su cabello había sido un completo manojo de rizos, pero al entrar a la secundaria se había deshecho de ellos, con tratamientos y cremas. Una chica linda y preocupada por su imagen, además de algo presumida, y cuando digo algo quiero decir mucho.
-¿Viste a Maria por ahí? No la he visto desde el recreo- pregunté.
-Si, salió temprano, creo que está con Darwin- respondió y asentí.
La oficina de Darwin era algo grande, lo cual estaba bien comparando la vieja oficina, las paredes eran verdes y tenía un pequeño escritorio junto a la computadora. Sentada frente a la computadora estaba Maria, se veía menos alta de lo que en verdad era, llevaba su alocado y ondulado cabello en una coleta, sonrió al vernos; frente al escritorio estaba Darwin, bajito y gordito, no había más que decir de como era, él también sonrió.
-¡Feliz verano!- exclamó Darwin.
-¡Feliz verano!- respondió Zuli.
-¿Hoy en casa de Miguel?- pregunté tomando asiento junto a Darwin.
-No, hoy será a que Naho, mañana a que Miguel- respondió Maria sonriendo.
-Oh de acuerdo, hoy si no me dejaron quedarme, pero mañana si- dije revisando mi celular, justamente tenía un mensaje de Freysbett donde decía que nos veríamos en casa de Nahomy.
-A mi igual, nuestros padres son iguales en eso- dijo Maria y asentí.
-¡Qué aburridas!- exclamó Zuli.
-Yo tampoco me quedaré hoy, tengo que ir a casa, y como mañana Mariela se quedará con su mamá y se llevará a Juan Pablo, podré quedarme- dijo Darwin refiriéndose a su esposa e hijo.
Darwin era el más grande, el mayor del grupo, tenía treinta y dos, pero parecía de treinta y cinco, era el subdirector de la secundaria. ¿Porque un subdirector era amigo de un montón de niños de secundaria? Todo había comenzado mucho atrás, con la formación de un grupo juvenil en el colegio, luego unos cuantos de ese grupo nos hicimos muy unidos con él, y de ese grupo nació una pequeña comunidad, constituida por un grupo estudiantes y otro grupo que ya estaban en la universidad.
-Todos son una cuerda de aburridos, ustedes saben que mis padres tampoco son fáciles pero aún así me dejaron quedarme los dos días- se quejó Zuli.
-Bueno Zuli bien por ti, pero no todos los padres son iguales- dije rodando los ojos. Típico momento de Zuli.
-Me doy cuenta- respondió ella con un suspiro de indignación.

Poco después todos nos fuimos de ahí, diciéndole adiós a la secundaria, yo subiendo al auto de mi padre para ir a casa, pensando en los libros que leería, las historias que escribiría, y las salidas que tendría con mis amigos; me gustaba la tercera opción, porque podría salir de mi casa que era como una segunda cárcel después de la secundaria, y por el alcohol. La Comunidad se reuniría para beber, como siempre que teníamos tiempo libre, y para nuestra suerte las vacaciones cortas de los chicos universitarios coincidían con nuestras vacaciones largas.
Noches activas de bebida. Nada mejor.
Tenía quince años y me gustaba beber, no me encantaba, porque nunca fui muy amante del alcohol, pero en cantidades pequeñas me gustaba, no como Maria y Zuli, a ellas si les encantaba, y no se tomaban la molestia de disimularlo en nuestras reuniones, incluso Alexander lo hacía. Se ha de ver horrible un grupo de chicos de quince años a los que les gusta beber, pero tampoco es que habíamos tenido muy buenos ejemplos para ello.
Todos en la Comunidad teníamos nuestro toque de borrachos, y no para eso no había remedio.
La primera era Nahomy, caía rápido bajo los efectos del alcohol y se la pasaba burlándose de todo, Literalmente de todo, en una manera cínica y divertida. Por eso era nuestra eterna Reina. Luego seguía Freysbett, la risueña que sólo reía, aunque algunas veces le daba por llorar. Después venía Alexander, o Mr. Vómitos Maestros, el pobre había vomitado en tantas partes que posiblemente ya tendría el récord mundial. Después le seguía Ernesto, serio como tronco, hasta que llegaba el momento y soltaba su fea, y escandalosa risa de borracho, se reía raro estando sobrio y mucho más raro como borracho, lo único bueno era que te podías meter con él y le daba igual. Después venía Alexa, quien prefería sentarse y mirar, mientras tragaba más. Luego seguía Miguel, no dejaba que lo afectara tan rápido, aunque a veces su cerebro le jugaba malas pasadas. Darwin tenía años de experiencia, así que él no contaba. Y al final estábamos Maria, Zuli y yo, a quienes no nos hacia efecto tan rápido, Maria y Zuli siempre bebían más que yo, por lo tanto ellas si sabían aguantar, yo solo era una tramposa.
Quería que se hiciera de noche, emocionada por ver a mis amigos después de cinco días sin verlos, tal vez haríamos algo muy estúpido, o tal vez no. Las estupideces llegan cuando llegan, y traen problemas consigo.

Comunidad Ratón © [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora