La paranoia se había apoderado de mí. No podía ir a ningún lado sin esperar ver a Jeff en algún rincón o en alguna esquina esperándome.
El camino al colegio fue infernal e interminable. Cuando llegue, respiré profundo. No puede herirme si hay más gente alrededor.
No pude evitar sonreír al ver a mi novio, Raúl, inclinado contra mi casillero. -Hola.- le dije, y me pare de puntillas para poder besarlo. Me abrazo, y todas mis preocupaciones se desvanecieron momentáneamente al estar en sus bazos.
-¿Qué te pasa, hermosa? ¿Porque estas tan pálida?- Dijo examinándome con ojos preocupados.
Oh, no es nada, solo que Jeff The Killer me visito ayer. Solo eso.- dije en mi mente.
-No dormí bien, es todo.- me encogí de hombros como si realmente no importara nada. No le estaba mintiendo completamente, realmente no pude dormir ayer.
-¿Que dices si vienes a mi casa al rato y tomas una siesta ahí?
Oh, Raúl. Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor. Asentí y lo bese. No podía pedir un mejor novio que el.
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El profesor trataba de explicar uno de los problemas del libro de aritmética, pero realmente no escuche lo que decía porque me sentía demasiado incomoda con la mirada intensa de un maldito gato. Sabía que vendría a buscarme.
No sabía si Jeff me daba más miedo en forma de humano o en una historia. La campana que anunciaba el final de la clase por fin sonó, y yo fui la primera en salir del salón.
Era la hora del receso, y todos los estudiantes iban al patio a socializar. Yo casi nunca he tenido muchos amigos, siempre me sentaba en la parte de atrás del salón y permanecía callada. Jamás me gusto destacar en nada, y estaba feliz de no ser conocida por más de la mitad de la populación de la escuela.
De hecho, me sentía bastante suertuda de tener a Raúl en mi vida. Era un chico dulce, simpático y guapo. Debo admitirlo, no era ningún modelo, pero si era bastante apuesto. Su cabello era corto y café oscuro que siempre peinaba hacia arriba, tenía unos ojos azules serenos, una quijada angular que tenía un rastro de una barba sin afeitar de unos días y una sonrisa que te puede arrebatar el corazón.
Yo, en cambio, no soy nada fuera de lo común. Tengo piel aceitunada, cabello hasta la cintura color marrón rojizo y unos ojos grisáceos apagados. No era muy alta, no rebasaba el metro sesenta y cinco pero si era bastante delgada. Muchas veces, Raúl se preocupaba de que fuera anoréxica y siempre se aseguraba de que comiera bien, además nunca le gusto que me pintara los labios o los parpados
Sentí la brisa otoñal rozar la piel expuesta de mis brazos, pero no me molesto. Era placentera, de hecho. Oí un maullido, y juro que mi corazón se detuvo por un momento. Mire hacia abajo, y vi que un gato se estaba frotando contra mis piernas y ronroneando. Miró hacia arriba, y yo me quede viendo una enorme sonrisa en su rostro. Oh, Dios, has venido a asesinarme en forma de gatito adorable ¿No es así?
Una mano tomo la mía, y me sobresalté. -Maldita sea, Raúl, me asustaste.
Puse mi mano libre sobre mi corazón que palpitaba a mil por hora. Raúl rio, -Lo siento.- Besó mi frente.
Escuche al gato sisear con enojo, y los dos miramos hacia abajo. El gato tenía la espalda erizada y los colmillos de fuera. Araño la pierna de Raúl con fiereza, -¡Maldita sea! ¿Qué le pasa a este gato? ¡Ni siquiera es normal con esa sonrisa!
Sacudió la pierna frenéticamente hasta que el gato se quitó de encima y salió corriendo a un grupo de arbustos.
-Eso fue... Raro.- Dijo y se miró la pierna, llena de pequeños cortesitos sangrantes.
Genial, ahora mi novio es parte de esto.
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La sonrisa del Amor.
General FictionSeriamente, muchos creen que tras la sonrisa malévola de Jef The Killer no ay amor, sin embargo ay q entender que asta las Crepys tienen sentimientos.