Sola

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Por fin entramos a clase, y para mi distracción me había metido en varias clases extras, lo que evitaba que pensara en mi mamá, no podía resistir mucho sin ganas de llorar y ella me había pedido que continuará, que no me estancara, pero lo que hacía solo era una pantalla, yo en realidad estaba mal, no lo supere ni mucho menos, solo evitaba pensar en el sufrimiento para después.

-Alía-me llamo mi ahora hermano, por desgracia sigo viviendo con mi padre y aunque la mayor parte del tiempo no estoy en casa aun es un fastidio tener que cumplir con normas establecidas por el patriarca de la casa.-papá te llama.

Asentí con la cabeza y seguí dibujando, ya estaba todos mis materiales para mañana y no me hacia falta nada, tenía todo planeado y organizado, me levante después de un rato y deje mis cosas sobre la cama.
La oficina de mi padre era moderna, pero clásica en cierta forma, los colores claros y la madera hacia que se sintiera como un choque de épocas.

-Alía, mañana es lunes...-dijo lentamente.

-Y después martes-interrumpí con una voz fastidiada.

-No te hagas la chistosa, como decía, mañana es lunes y se inician clases, se que tienes una beca y casualmente es la misma escuela a la que asisten tus hermanos pero están a punto de quitarte la beca.-mi ceño se frunció.

-¿Qué? ¿Por qué?-dije un poco exaltada.

-Bueno ya que tu estas bajo mi tutela hasta que cumplas 18 años y yo puedo permitirme pagar tu colegiatura creen innecesario que sigas con la beca.

-Eso no es justo, me costo mucho trabajo conseguirla y además tu dinero y tu persona son cosas ajenas a mi.

-Ya no así que a partir de ahora yo voy a pagar la colegiatura.

-Esta bien-dije rápidamente, no iba a estar perdiendo mi tiempo con una discusión sin fin- me retiro.

-El uniforme también llegó.- asentí y fui a mi habitación, esta tenía mi cama, un librero y un clóset pero ahora estaba con mas ropa de la usual, ya que no es apropiado que yo siendo hija del senador use ropa fea y de mala calidad. O algo así dijo su publicista.

Seguí dibujando hasta haberme quedado sin ideas, no era muy buena dibujando pero era algo que me relajaba y gracias a estas temporadas ya tenía una pared llena de distintos dibujos, desde el intento de una flor hasta una mano, claro que todo en un intento vago de dibujar bien.

Pero si me permitía dejar de hacer actividades colapsarla en el dolor, porque el hueco dentro de mi, la flama de la esperanza y amor se había apagado y no conseguía que nadie pudiera encenderla otra vez.

También por eso me alegraba saber que iniciarían las clases, así ocuparía mi mente en todo concurso y convocatoria disponible, o cualquier actividad extra curricular.

Tome mi mochila y uniforme, los colgué en la puerta de mi clóset y puse mis zapatos debajo. La falda negra era de tablas, se usaba una camisa de manga larga blanca junto con un chaleco que tiene el escudo de la escuela negro con rayas blancas y las chicas usábamos un moño en vez de corbata y al final se usaba un saco negro con franjas blancas que marcaban la cintura podíamos elegir entre medias blancas o negras y los zapatos que me compraron eran negros de charol como de los años 40.
Era un uniforme muy serio y bastante practico pero la verdad preferiría usar el de los chicos ya que es prácticamente lo mismo pero con pantalón y corbata.

Y para las personas que estaban en algún grupo deportivo gozaban con una pantalón deportivo blanco bastante estilizado y cómodo.

Me comencé a desvestir para tomar una ducha, puse el agua caliente y mientras salía la temperatura adecuada me termine de desvestir y de acomodar todas mis cosas para bañarme. Admito que parece que tengo un trastorno obsesivo compulsivo, pero no, bueno tal vez no.

Amaba las duchas, era algo con lo que sentía que rejuvenecía y se llevaba todos mis problemas por el desagüe, pero no era así aunque al menos descansaba por unos minutos.
Comencé a bañarme cuando recordé lo que hacía poco era verdad y realidad.
Las lagrimas comenzaron a salir fundiéndose con la humeante agua, no había llorado desde hacía bastante, pero por algún extraño motivo ya no podía contener las lágrimas y todo por el roce de un pensamiento, una imagen, mi madre sonriendo.
No supe cuando caí al piso, o deje de llorar, mas bien de producir lagrimas, porque el llanto seguía, sin gotas pero este era el peor de todos los llantos, porque a pesar de no producir lagrimas, su alma sufría y se destrozaba con cada segundo que pasaba, hacia bastante que quito la regadera por lo que se encontraba sentada, desnuda y vulnerable, tocaron a la puerta, mis ojos ardían y mi cabeza parecía querer explotar, mi cuerpo temblaba y apenas sentía mis brazos y piernas , cuando me abrace fue cuando me di cuenta que estaba temblando.

"Estoy sola"

El pensamiento hizo eco en mi mente.

Nada seria como antes, nada seria igual.

Me levante temblando, agarre la bata y tape con ella, tenía frío, un frío muy grande.

Alía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora