Nada es lo que parece

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Hacia las diez y media el sonido de una llamada en el móvil me hizo levantarme de la cama de Karen. Había intentado despertarla pero dormía muy profundamente. Dejé el almuerzo sobre su mesa, esperando que no se enfriara. Karen era una de esas personas que podían irse a dormir tarde pero que a las nueve como muy tarde ya se encontraba levantada. Pero desde que tomaba esas pastillas, su horario había cambiado radicalmente.

Cogí el móvil. Era una llamada de Nicole.

-Hola, Nicole ¿cómo va con Leo? ¿Habíais quedado en el parque, no?- pregunté.

-Mandy...- su voz sonaba rota.-Necesito que vengas a la comisaría.

-¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien?- ya me encontraba fuera de casa, después de dejar una nota a mi tía diciendo que me iba con Nicole.

-Es Leo... Está muerto Mandy- empezó a llorar mientras sentía a alguien que le decía algo. Me pareció que era su padre.- ¿Puedes venir, por favor?- su ruego me rompió el corazón.

-Claro, Nicole. No te preocupes. Ahora vengo.

Detective Stevenson

Destrozado. Así era mi estado de ánimo. Ver a Nicole en aquel estado es algo que un padre no puede soportar.

Cuando llegué a casa de Leo, encontré a mi hija de rodillas en el garaje, con lágrimas en los ojos aferrándose al cuerpo sin vida de su novio como si le fuera la vida. El olor a gas era inconfundible. Intenté hacer reaccionar a Nicole pero parecía que no dominaba su cuerpo. Unos espasmos terribles la sacudían mientras se aferraba con más fuerza a Leo. Tuve tiempo de levantarla antes de que se derrumbara. Mis hombres me dijeron que ya se ocuparían del caso y que yo podía ir a comisaría con mi hija.

Como fue la persona que descubrió el cadáver, tuve que hacerle algunas preguntas. Fue lo más difícil que había hecho nunca. Intenté hacerlo con mucho tacto pero no pude evitar la expresión de pérdida y de dolor que veía en sus ojos. Solo esperaba que cuando llegara Mandy, supiera ayudarla.