Fer no tenía suficiente. Descubrió que quería devorarla mientras le recorría la cara con los labios, para pasar al cuello y mordisquearle la piel delicada. El aroma a madreselva remolineó en su cabeza. Ella se arqueó y los gemidos roncos de placer que emitió martillearon en su sangre.
Tenía que tocarla. Se volvería loco si no lo hacia. Y también si lo hacia. Cuando le separó la bata, gimió al darse cuenta de que estaba desnuda para él. Desesperado, llenó su mano con ella.
En ese momento Lu supo lo que era que le hirviera la sangre. Prácticamente podía sentirla correr por sus venas, ardiendo allí donde él la tocaba. Experimentaba una debilidad gloriosa, mezclada con una especie de fuerza maníaca. Quiso darle ambas cosas y encontró el modo cuando Fer la besó con frenesí en la boca.
Ella tembló incluso al responder. Se entregó mientras se encendía. Cuando la cabeza le cayó hacia atrás y clavó con fuerza los dedos en los hombros de él, Fer sintió que por su interior se movía algo que era más que deseo y más profundo que la pasión.
Felicidad. Esperanza. Amor. Al reconocer los sentimientos, a ellos se sumó el terror.
Con la respiración entrecortada, se separó de ella.
La bata había resbalado por un hombro, desnudándolo. Tenía los ojos tan brillantes como las esmeraldas que había imaginado. Sonriendo, alzó una mano temblorosa a la mejilla de él.
Lu: ¿Quieres que me quede esta noche?
Fer: Sí... no -mantenerla a distancia era lo más difícil que había tenido que hacer Jamás- Lu... -comprendió que deseaba que se quedara. No solo esa noche, y no solo por ese glorioso cuerpo. El hecho de que lo quisiera le daba más importancia a la necesidad de aclarar las cosas- Yo no... no he sido justo contigo, y esto se ha descontrolado con demasiada rapidez -se le escapó un suspiro agitado- Dios, eres hermosa. No -añadió con presteza al verla sonreír y dar un paso adelante- Necesitamos hablar. Solo hablar.
Lu: Creía que lo habíamos hecho.
Si seguía mirándolo de esa manera, terminaría por olvidarse de la justicia. O de su propia supervivencia.
Fer: No me he explicado con claridad -comenzó despacio-. Si hubiera sabido... si me hubiera dado cuenta de lo absolutamente inocente que eres, yo no habría... bueno, quiero creer que habría sido más cauteloso. Ahora solo me queda tratar de compensar mi precipitación.
Lu: No entiendo.
Fer: No, ese es el problema -se alejó, ya que necesitaba establecer algo de distancia- Dije que me sentía atraído por ti, muy atraído. Y es obvio que es la verdad. Pero de haberlo sabido jamás me habría aprovechado de ti.
De pronto ella sintió frío y cerró la bata en torno a su cuerpo.
Lu: ¿Te molesta que no haya estado antes con un hombre?
Fer: Molestarme, no -frustrado, se volvió hacia ella- No es esa la palabra. Me cuesta encontrar una. ¿Sabes?, hay reglas -pero ella no dejaba de mirarlo- Lu, una mujer como tú espera... merece... más de lo que yo puedo dar.
Ella bajó la vista a las manos mientras apretaba el cinturón de la bata.
Lu: ¿Y qué es eso?
Fer: Compromiso. Un futuro.
Lu: Matrimonio.
Fer: Sí.
Lu: Supongo que piensas que esto... lo que yo he dicho... es parte de los planes de la tía Coco.
Fer: No -si se hubiera atrevido, se habría acercado a ella- Desde luego que no.
Lu: Bueno -se afanó por conseguir que sus dedos se relajaran- Es algo... imagino.
Fer: Sé que tus sentimientos son sinceros, exagerados, tal vez, pero sinceros. Y todo es por mi culpa. Si esto no hubiera pasado con tanta rapidez, desde el principio te habría explicado que no está en mi intención casarme, jamás. No creo que dos personas puedan ser leales la una a la otra, mucho menos felices, durante una vida entera.
Lu: ¿Por qué?
Fer: ¿Por qué? -la miró fijamente-. Porque simplemente no funciona. He visto a mi padre ir de matrimonio a divorcio y otra vez a matrimonio. Es como observar un partido de tenis. La última vez que supe algo de mi madre, iba por su tercer matrimonio. Sencillamente, no es práctico hacer votos sabiendo que los vas a romper.
Lu: Práctico -repitió con un gesto de la cabeza- No te permites sentir nada por mí porque sería poco práctico.
Fer: El problema es que siento algo por ti.
Lu: No lo suficiente -solo lo suficiente para romperle el corazón- Bueno, me alegro de que lo hayamos aclarado -destrozada, se volvió hacia la puerta- Buenas noches.
Fer: Lu -apoyó una mano en el hombro de ella antes de que pudiera encontrar el pomo.
Lu: No te disculpes -rezó para que su control aguantara unos minutos más- No es necesario. Lo has explicado todo a la perfección.
Fer: Maldita sea, ¿por qué no me gritas? Llámame algunos nombres que sé que me merezco -habría preferido eso a la serena desolación que había visto en sus ojos.
Lu: ¿Gritarte? -se obligó a encararlo- ¿Por ser justo y honesto? ¿Insultarte? ¿Cómo puedo insultarte, Fer, cuando lo siento tanto por ti? -la mano de él cayó despacio. Ella irguió la cabeza. Bajo el dolor, justo por debajo de su superficie, había orgullo- Estás dejando pasar algo... no, no dejas pasar -corrigió- Con educación devuelves algo que nunca más vas a volver a tener. Lo que has expulsado de tu vida, Fer, habría sido su mejor parte -lo dejó allí con la incómoda sensación de que no se equivocaba.