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-Y bien, ¿cómo es? -Lila Puente cruzó sus largas piernas sobre el brazo del sofá y apoyó la cabeza en el otro. La media docena de pulseras que llevaba en el brazo sonó al señalar a Lu- Cariño, te he dicho que poner esa mueca solo produce arrugas y malas vibraciones.

Lu: Si no quieres que la ponga, no me preguntes por él.

Lila: De acuerdo, se lo preguntaré a Sara -desvió sus ojos verde mar hacia su hermana mayor- Suéltalo.

Sara: Atractivo, educado e inteligente.

Lila: De modo que es un cocker spaniel -suspiró- Y yo que esperaba un pitbull. ¿Cuánto tiempo vamos a tenerlo?

Sara: La tía Coco se muestra un poco vaga en los detalles -miró a sus hermanas con expresión divertida- Lo que significa que no lo va a decir.

Lila: Quizá Sandy consiga sonsacarle algo -movió los dedos de sus pies descalzos y cerró los ojos. Era el tipo de mujer que sentía que había algo intrínsecamente malo con cualquiera que se tumbara en un sofá y no dormitara.

Lu: Creo que deberíamos deshacernos de él - se levantó y, para mantener las manos inquietas ocupadas, se puso a encender un fuego.

Lila: Sara ya ha comentado que intentaste tirarlo por el parapeto.

Sara: No -corrigió aquella- Dije que la detuve antes de que se le ocurriera tirarlo -se incorporó para entregarle a Lu las cerillas para la chimenea- Y así como estoy de acuerdo en que es incómodo tenerlo aquí cuando nos encontramos tan indecisas, ya no hay marcha atrás. Lo menos que podemos hacer es darle la oportunidad de que plantee su oferta.

Lila: Siempre una pacificadora -musitó somnolienta, sin percatarse de la mueca que provocó en su hermana- Bueno, quizá no haga falta ahora que ha visto todo el lugar. Mi conjetura es que planteará alguna excusa inteligente y regresará a Boston.

Lu: Cuanto antes, mejor -musitó mientras observaba cómo las llamas lamían la madera.

Sandra: Me ha echado -anunció. Entró en la habitación con la misma celeridad que empleaba para todo lo demás. Se mesó el pelo castaño claro que le llegaba a la barbilla y se acomodó sobre el apoyabrazos de un sillón- Tampoco quiere hablar -las manos inquietas tiraron de la falda de su traje de trabajo- Pero sé que trama algo, algo más que una transacción inmobiliaria.

Sara: La tía Coco siempre trama algo - se dirigió al antiguo armario Belker para servirle a su hermana un vaso con agua mineral- Nunca se la ve más feliz que cuando trama algo.

Sandy: Puede que sea verdad. Gracias -añadió, aceptando el vaso- Pero me pongo nerviosa cuando no consigo atravesar su guardia -pensativa, bebió y luego miró a sus hermanas- Ha vuelto a usar la vajilla de Limoges.

Lila: ¿La Limoges? -se incorporó sobre los codos- No la empleamos desde la fiesta de compromiso de Sara -tuvo ganas de morderse la lengua- Lo siento.

Sara: No seas tonta. No ha recibido a mucha gente en los últimos dos años. Estoy segura de que es algo que ha echado de menos. Lo más probable es que esté entusiasmada por tener compañía.

Lu: El no es compañía -intervino- No es más que un incordio...

Sara: Señor St. James - se levantó con rapidez, cortando el final de la opinión de su hermana.

Fer: Fernando, por favor -le sonrió, luego con ironía a Lu.

Había disfrutado de todo un espectáculo antes de que Sara lo viera en el umbral. Las mujeres Puente reunidas, y por separado, eran un conjunto que cualquier hombre que respirara tenía que apreciar. Con sus piernas largas y esbeltas, estaban sentadas, de pie o tumbadas en la habitación.

Cortejando a Lucero #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora