Fer bajó la vista para ver a dos figuras pequeñas correr por el césped en dirección a la pérgola. El sonido de su risa fue transportado por el viento.
Lu: Alex y Jenny -explicó ella- Son los hijos de mi hermana Sara. También ellos han estado aquí -lo miró- Eso significa algo.
Fer: ¿Qué piensa su madre sobre la venta?
Lu apartó la cara al tiempo que la culpabilidad y la frustración luchaban por el control.
Lu: Estoy segura de que usted ya se lo preguntará. Pero si la presiona -giró la cabeza con brusquedad y el cabello voló en torno a su cabeza- si la presiona de cualquier manera, responderá ante mí. No dejaré que la vuelvan a manipular.
Fer: No tengo intención de manipular a nadie.
Lu: Los hombres como usted hacen una carrera de la manipulación -rió con amargura- Si cree que se ha encontrado con cuatro mujeres desvalidas, señor St. James, vuelva a reflexionar. Las Puente pueden cuidar de sí mismas, y de los suyos.
Fer: No me cabe duda, en especial si sus hermanas son tan desagradables como usted.
Lu entrecerró los ojos y cerró las manos. Habría atacado en ese instante, pero a su espalda oyó su nombre en un susurro.
Fer vio que una mujer salía por una de las puertas. Era tan alta como Lu, pero esbelta, con un aura tan frágil que despertó su instinto protector incluso antes de darse cuenta. El pelo, que le llegaba hasta los hombros; era de un rubio pálido y lustroso, los ojos, del azul profundo de un cielo estival, emitían un aire de ecuanimidad y serenidad, hasta que se miraba con más atención y en ellos se veía un corazón roto.
A pesar de la diferencia de color en el pelo, había un parecido en la forma de la cara, en los ojos y en la boca, que hizo que Fer supiera que en ese momento conocía a una de las hermanas de Lu.
Lu: Sara - se interpuso entre su hermana y Fer, como para protegerla.
Sara sonrió, con una expresión tanto divertida como impaciente.
Sara: La tía Coco me ha pedido que subiera -apoyó una mano en el brazo de Lu para aplacarla- Usted debe ser el señor St. James.
Fer: Sí -aceptó la mano que ella le ofreció, y lo asombró descubrir que era dura, fuerte y tenía callos.
Sara: Soy Sara Puente Dumont. ¿Va a quedarse con nosotras unos días?
Fer: Sí. Su tía ha sido tan amable de invitarme.
Sara: Bastante astuta -corrigió con una sonrisa mientras pasaba un brazo por los hombros de su hermana Creo que Lu le ha ofrecido un recorrido parcial de la casa.
Fer: Un recorrido fascinante.
Sara: Será un placer continuarlo yo desde aquí -apretó levemente el brazo de su hermana- La tía Coco necesita algo de ayuda abajo.
Lu: No necesita ver nada más ahora. Pareces cansada.
Sara: En absoluto. Pero lo estaré si la tía Coco me obliga a revisar toda la casa en busca de la bandeja Wedgwood para el pavo.
Lu: Muy bien -le lanzó una mirada fulminante a Fer- No hemos terminado.
Fer: Bajo ningún concepto -convino y sonrió para sí mismo cuando ella se marchó cerrando la puerta con fuerza- Su hermana tiene una personalidad muy... comunicativa.
Sara: Es una impulsiva. Todas lo somos, en las circunstancias adecuadas. La maldición de los Puente -giró la cabeza al oír el sonido de las risas de sus hijos- No es una decisión fácil, señor St. James, sea cual fuere la que se tome. Como tampoco es, para ninguna de nosotras, una decisión de negocios.
Fer: Eso he entendido. Para mí ha de ser una de negocios.
Ella sabía demasiado bien que para algunos hombres los negocios eran lo primero y lo último.
Sara: Entonces supongo que lo mejor es que vayamos paso a paso -abrió la puerta que Lu había cerrado con fuerza- ¿Por qué no le muestro dónde va a alojarse?
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