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Lu estaba sentada con las piernas cruzadas en el centro de un océano de papeles. Su misión, sin importar que hubiera elegido aceptarla o no, había sido repasar todas las notas, recibos y fragmentos de papel aislados que se habían guardado en tres cajas de cartón etiquetadas como miscelánea.

Cerca, Sandra se sentaba a una mesa plegable, con varias cajas más a los pies. Con el pelo recogido y las gafas para leer cayéndosele por la nariz, estudiaba con meticulosidad cada papel antes de depositario sobre uno de los diversos montones que había iniciado.

Sandy: Tendríamos que haber hecho esto hace décadas -comentó.

Lu: Querrás decir que tendríamos que haberlo quemado hace décadas.

Sandy: No -se subió las gafas- Algunas cosas son fascinantes, y desde luego merecen la pena ser conservadas. Meter papeles en cajas de cartón no es mi idea de conservar la historia familiar.

Lu: ¿Una receta de mermelada de arándanos se debe considerar como historia familiar?

Sandy: Para la tía Coco sí. Eso se guarda en la categoría de cocina, subtítulo menús.

Lu se movió y apartó una nube de polvo.

Lu: ¿Y qué me dices de una factura para seis pares de guantes blancos infantiles y un parasol azul de seda?

Sandy: Ropa, por fecha. Mmm, esto es interesante. El informe del progreso escolar de la tía Coco hecho por su maestra de cuarto curso. Cito: Cordelia es una niña deliciosamente gregaria. Sin embargo, tiende a soñar despierta y le cuesta acabar los proyectos que se le asignan.

Lu: Vaya, no lo sabíamos -rígida, arqueó la espalda y giró la cabeza. A su lado, el sol penetraba a través de las manchas en la ventana del almacén. Con un suspiro, apoyó los codos en las rodillas y lo observó.

Sandy: ¿Dónde diablos está Lila? -impaciente como siempre, movió el pie mientras gruñía- Sara tiene permiso porque se ha llevado a los niños al cine, pero se supone que Lila ha de estar aquí.

Lu: Aparecerá -murmuró.

Sandy: Claro. Cuando hayamos terminado -se lanzó a un nuevo montón y estornudó dos veces. Es el material más sucio que jamás he visto.

Lu: Todo se ensucia si no se mueve -se encogió de hombros.

Sandy: No, quiero decir sucios de verdad. Es un verso picaresco escrito por el tío abuelo Sean. En Maine había una joven dama, cuyos pechos enormes inducían a una soflama. Eran... Olvídalo concluyó- Abriremos una carpeta para intento de pornografía -cuando Lu guardó silencio, alzó la vista para ver a su hermana con la mirada clavada todavía en el rayo de sol- ¿Te encuentras bien, cariño?

Lu: ¿Mmm? Oh, sí, estoy bien.

Sandy: No das la impresión de haber dormido muy bien.

Lu: Supongo que la sesión espiritista me desconcertó -se encogió de hombros y volvió a centrarse en los papeles.

Sandy: No me sorprende -frunció los labios mientras repasaba más recibos-. Yo nunca he creído en esas cosas. Una cosa era la torre de Bianca. Creo que todas hemos sentido algo... bueno, algo allá arriba. Pero siempre pensé que se debía al hecho de que sabíamos que Bianca se había arrojado desde la ventana. Pero anoche... -al tener un escalofrío, se frotó los brazos- Sé que tú viste algo, que experimentaste algo.

Lu: Sé que el collar es real.

Sandy: Convendré que fue real... cuando tenga un recibo en la mano.

Lu: Fue y es. No creo que lo hubiera visto si hubiera estado empeñado o se hubiera tirado al mar. Puede parecer una locura, pero sé que Bianca quiere que lo encontremos.

Sandy: Suena como una chifladura -con un suspiro, se recostó en la silla desvencijada- Y lo que resulta más chiflado es que yo también lo creo. Espero que nadie en el hotel se entere de que dedico mi tiempo libre a buscar un tesoro enterrado porque mi antepasada fallecida hace mucho tiempo así me lo ha dicho. ¡Oh!

Lu: ¿Lo has encontrado? -ya había empezado a levantarse.

Sandy: No, no, es una agenda antigua. De 1912. La tinta está un poco descolorida, pero la caligrafía es preciosa... decididamente femenina. Debe ser de Bianca. Mira. Enviar invitaciones. Y aquí aparece la lista de invitados. Vaya fiesta. Los Prentise -se quitó las gafas para mordisquear el extremo de una patilla- Apuesto que son los dueños de Prentise Hall... una de las mansiones que ardió en el cuarenta y siete.

Lu se puso a leer por encima del hombro de su hermana.

Lu: Última prueba del vestido para el baile. Vi a Christian a las tres de la tarde. ¿Christian -apoyó una mano tensa en el hombro de Sandra- Podría ser su artista?

Sandy: Tu conjetura es tan buena como la mía -se puso otra vez las gafas- Pero mira aquí. He hecho reforzar el cierre de las esmeraldas. Podrían ser las que buscamos.

Lu: Tienen que ser.

Sandy: Seguimos sin encontrar ningún recibo.

Lu: ¿Qué posibilidades tenemos? -miró con expresión cansada los papeles que atestaban la habitación.

Hasta Sandra, con su habilidad para la organización, se sentía intimidada.

Cortejando a Lucero #LCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora