15. Otro lado de la acera

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Sin esperar otra palabra salí a trompicones de la casa. Una vez fuera llevé una mano a mi frente e inspiré con fuerza. Mi hermana me va a matar y me va a enterrar viva. Escuché los pasos de Dean y James caminando detrás de mí y lo único que pensé fue que tenia que huir. No tenía nada de ánimo de discutir con ninguno de los dos ahora.

- ¡Shara!- llamó una voz distinta desde el porche de la casa. Por instinto me giré, pero me arrepentí al instante.

Michael me observaba con una mueca preocupada. Me repasó de arriba abajo un par de veces quedándose con la boca abierta. James y Dean intercambiaban sus miradas desde Mike hacia mí. Luego de unos segundos, por fin decidieron irse. Mike se acercó a mí con las manos en los bolsillos.

- Estas..- se aclaró la garganta.- Impresionante.

Me di a mí misma un repaso rápido. No era para tanto. El pantalón era lo más normal del mundo y la blusa...bueno era ajustada, un poco. Noté cómo se ponía notablemente nervioso. Se rascó la cabeza con indecisión y ¿se sonrojaba? Le sonreí muriéndome de la ternura por dentro y me acerqué para dejarle un pequeño beso en la mejilla. Parecía un niño.

- Eres muy dulce, Mike.- dije.

- Shara.- dijo ahora tomando un semblante más serio. Se tomó un momento antes de seguir hablando.- ¿Te tomaste lo que te dieron los chicos de la droga?

Lo miré sorprendida. ¿En serio me creía capaz de ello?

- Claro que no, Mike. Jamás los habría hecho.- el chico se acercó mucho más a mí hasta que sentí su aliento sobre la parte derecha de mi cuello.

- Pues ahora tendrás que actuar como que sí. Nos están vigilando en este instante.

Justo cuando Mike terminaba de pronunciar esas palabras una camioneta negra digna de un narcotraficante se paró frente a nosotras en la acera. El vidrio oscuro del piloto fue bajando poco a poco dejando ver un chico de hombros anchos y ojos oscuros como la camioneta.

- Way.- dijo con una sonrisa ladeada para luego posar sus ojos sobre mí.- Y su buena amiga. ¿Cómo te llamas?

- Jessie Light.- dijo Mike apresurándose por inventar un nuevo nombre para mí. El chico lo fulminó con la mirada.

- Se lo pregunté a ella.- dijo apuntándome con un cigarrillo que tenía en la mano.

- Jessie Light.- coincidí.

- Bueno, señorita Light.- prosiguió el chico.- Pete me ha dicho que te has unido a nosotros. Hace mucho no nos pides droga. ¿Qué pasada nena? ¿Acaso no te la has tomado?

Mi corazón comenzó a palpitar rápidamente. ¿Qué diablos debía hacer ahora? ¿Decir que me dieran más y vivir con la bolsita en mi cajón atormentándome toda mi vida como la que ya tengo? ¿O negarme y...morir? Mi mente comenzó a trabajar a cien por segundo. ¿Qué hago? ¿Qué hago? Llevé con delicadeza mi mano al bolsillo trasero de mi pantalón y tomé mi teléfono entre mis dedos. ¿Ahora cómo rayos hago para marcar el número correcto?

- ¿Light?- gruñó el tipo de la camioneta. Comencé a respirar entrecortadamente.

- Claro...- respondí sin saber muy bien a qué había accedido. Saqué totalmente mi celular.- Debo atender esta llamada.

Me alejé lo más rápido que pude de allí aunque sin levantar sospechas y desbloqueé mi celular con dedos temblorosos. Debía llamar a la policía. Justo cuando sentí que contestaron mi llamado susurré mi dirección.

- ¡Eh! ¡No!- gritó el chico desde a camioneta.- ¡Mierda! ¡Llamará a alguien! ¡Nos descubrirán!

Y ahí se dieron cuenta de mi plan. Es solamente ese instante, en el que te das cuenta que estabas en el lugar equivocado, en el momento equivocado. El momento en que quisieras que todo lo malo que te rodea sea un sueño. Es decir, ¿por qué justo a ti, de entre todas las personas de la tierra, te tiene que pasar esto? ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? El nudo de mi garganta se expandió llenándome los ojos de lágrimas. Salí a correr por una separación de dos casas que estaba llena de árboles no muy altos. Antes de poder correr más allá de esas casas unos brazos fuertes se cerraron a mi alrededor y me tiraron al piso. El chico de la camioneta me miraba sumamente enojado. Me aplastó con su cuerpo y acercó sus manos a mi cuello. Comencé a gritar como una loca.

- ¡Ayuda! ¡Por favor, ayuda! ¡Suéltame! ¡AYUDA!

Cuando escuché las sirenas de policía cerca sentí como un gran peso era quitado de mi pecho. Sin embargo, el chico parecía muy concentrado en su tarea conmigo. En matarme.

- ¡Suéltala!- dijo un policía mientras sujetaba los brazos del chico y lo alejaba de mí.

Me senté en el piso de inmediato viendo cómo el chico se revolvía en los brazos del policía. Mike miraba toda la escena unos metros más allá, aterrado. Por el rabillo del ojos descubrí como la gente huía de la fiesta como hormigas al pensar que la policía estaba aquí por su culpa. También vi como los dueños de las casas vecinas venían a ver lo que estaba pasando. Me levanté de un salto y me acerqué al policía.

- Este chico junto con una banda gigante han estado traficando droga a los estudiantes de la Universidad de William's. Amenazaron con matarme si no me unía a ellos.- dije tan rápidamente que dudé que el policía hubiese entendido algo de lo que le dije.

- Maldita perra.- soltó el chico aún en brazos del policía.

- Gracias por avisarnos, chica.- dijo el policía rojo por el esfuerzo de estar reteniendo al chico.- Vamos.

Tiró del chico hasta meterlo al coche de policías. Luego se giró hacia mí.

- Señorita necesitaré sus datos personales para avisarle cómo sigue todo esto. Usted podría servirnos como prueba de lo que han estado haciendo estos chicos.

- Claro.- dije aún sintiendo un nudo en la garganta.

Después de darle mi nombre, número de teléfono y dirección el policía se fue con el chico en el coche. Tras dar un respiración honda me senté en la acera a llorar. No puedo creer que a mí me pasen estas cosas. La fiesta ya se había acabado completamente, todo estaba apagado y en silencio. Antes de darme cuenta Mike se había sentado a mi lado en un estado de sumisión.

- No puedo creer que hayas hecho eso.- habló por fin.

- Mike...

- ¡No puedo creerlo!- gritó levantándose y paseándose por la calle luciendo inquieto. Se llevaba las manos a la cabeza y al pelo. Me miró enojado.- ¡Me has dejado sin nada! ¿Entiendes? ¡Sin nada!

Se alejó por la calle casi corriendo, dejándome fuera de lugar. Giré mi cara en todas direcciones. No podía ver muy bien a causa de las lágrimas acumuladas en mis ojos. Solo distinguí un par de figuras mirándome atentamente del otro lado de la acera.

*EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO*

- Chris...-dije intentando consolarlo.- No todos se han ido. Nosotros aún tenemos una promesa vigente, ¿recuerdas? Jamás te abandonaré, Chris. Así que aún puedo mantener tu collar cerca de mí.

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Las Hermanas Lee©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora