21. Salí del coche

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Inspiré aire y, seguidamente, me llevé el papel con droga a la boca. Inspiré de nuevo, pero ahora, de la sustancia que contenía.

Claramente, la primera vez tosí como una loca. Diablos, eso no sabe bien. Pero, de alguna forma, me alivió. No sé de qué exactamente, pero a pesar de su mal sabor me sentó de maravilla. Me lo llevé de nuevo a la boca. Mike me sonrió.

- Tal vez deba llamar a los chicos para pedirles más droga, ¿no?

- Si, tal vez.- dije comenzando a sentirme un poco mareada, justo cuando me estaba comenzando a gustar en sabor. Michael me sonrió una última vez y entró en la casa en busca de su móvil.

No sé cuánto tiempo pasó, pero en menos de lo que me di cuenta, el porro se había acabado. Me sentía mareada, como en otro mundo. Pero se sentía bien, por primera vez en mucho tiempo, no pensaba en un problema.

De pronto, un coche se detuvo delante de mí. Dos chicos musculosos y algo guapos bajaron del coche. En cuanto me vieron, corrieron hacia mí. Cada uno me tomó de un brazo y me levantaron impidiéndome tocar el suelo. En otras situaciones, hubiese gritado hasta que me bajaran. Pero nada me importaba.

- Esta es la perra que nos ha delatado.- dijo uno de los chicos.

- Eh, déjenla.- dijo Mike saliendo de la casa con dinero en la mano.- Necesito que la lleven con el jefe, ella solo quiere más mercancía.

Michael les dio el dinero a los chicos, pero que luego entre ambos me subieran al coche y partiéramos lejos de la Universidad y todo lo que solía ser conocido para mí. Eso se ha acabado.

No sentí nada en todo el camino. Ni siquiera angustia, o miedo, o felicidad. Nada de nada. Era como si estuviera dormida, en un sueño del que no podía salir. Y no era por el efecto de la droga (ya que solo le había dado unos cuantas caladas al porro). Era porque, por fin, había encontrado algo con lo que me sentía en paz. Y no era por los dos grandulones que estaban conduciendo el coche (ya que todavía me inspiraban un poco de desconfianza) si no porque, después de todo, había encontrado algo en lo que me podría abandonar de lleno. Ya no más universidad, padres muertos, problemas con mi hermana, gente malvada, golpes e insultos. Y sobre todo, ya no más chicos. Ya no más sufrimiento por James o Chris. Ya basta de estar pensando constantemente en Michael o algún que otro problema. No. Ahora podía meterme de cabeza en esto, nadie lo notaría y todos seríamos felices.

Al llegar al edificio donde había estado secuestrada hace algo más de un mes nos bajamos de la camioneta. Caminé con parsimonia y en el mismo estado en el que había estado últimamente. Subí las escaleras siguiendo a los dos chicos hasta llegar frente a una puerta que parecía la más grande de todas. Se escuchaban risas desde dentro. Cuando uno de los dos chicos abrió la puerta me encontré con dos caras. La primera, la que reconocí como el chico que había estado con Mike y conmigo aquel primer día en que descubrí todo esto. La segunda, era la cara de mi querido amigo Michael Way. No tenía ni siquiera fuerzas para pensar en cómo él había llegado antes que nosotros.

- Señorita Jessie Light.- dijo el que debía ser el jefe parándose de su asiento. Miré por el rabillo del ojo a Mike, quién debía haberle dicho mi nombre falso, aquel que me puso la noche de la fiesta de Susan. Me guiñó un ojo.

- Bienvenida a la sociedad.- dijo el jefe como si quisiera abrazara su hija.

Sonreí y me abandoné, ahora sí totalmente, durante las siguientes horas de mi vida.

Me desperté después de ¿horas? ¿Días? ¿Semanas? Realmente no lo sé. Estaba acostada en una cama que reconocí como la que había sido también mía el día del secuestro. No me asusté por estar allí. Como ya dije, esto era lo que quería, lo que escogí. Por eso tampoco me asusté el encontrar mi cuerpo tan solo en ropa interior. Esta era la nueva Shara Lee y había decidido que, haga lo que haga, siempre a alguien la parecería mal. Así que no haría mucha diferencia cambiar mi estilo de vida.

Eso sí, me dolía un poco la cabeza. Pero pensé que sería lo de menos después de todo lo que había pasado. Entonces, la puerta se abrió. Ni siquiera me molesté en tapar un poco mi cuerpo. Michael entró en la habitación de la manera más normal que pudo, sin embargo, noté que evitaba mirar todo mi cuerpo, solo miraba mis ojos.

- ¿Podrías, por favor, explicarme qué mierda pasó hasta que me dopé totalmente?

Michael sonrió solo para no estallar en carcajadas. Miró al suelo y luego a mí mientras se acercaba a la única y diminuta ventana que estaba en la habitación.

- Digamos que fuiste una gran diversión para los chicos. Llevas dormida casi dieciocho horas y tu hermana no ha parado de llamarte. A propósito mientras estabas trabajando Dean te mandó un mensaje. Estás invitada a una fiesta el viernes y ya le dije que sí irías.

- ¿Trabajando?- Michael me regaló una media sonrisa pero, con un poco de miedo.

- Sabes a lo que me refiero.

Me tapé la cara con el brazo. ¿Cómo pudo ser que me haya abandonado tanto como para hacer...eso? ¿Acostarme con más de un tío en una noche? ¿Qué ya no me importaba lo que pensaran de mí? No. Ya había decidido que esto era lo que quería.

- Que horror.- murmuré.

- Vístete.- dijo separándose de la ventana rápidamente.- Te llevaré al campus.

***

El resto de la semana...fue extraña. Siempre que tenía algo de tiempo me juntaba con Mike y fumábamos algo entre los dos. Me hacía sentir mejor, como dije desde el día en que lo probé. Además, por suerte, nadie se había dado cuenta hasta entonces. Todo iba en su rutina...más o menos.

El viernes llegué a la habitación más cansada de lo habitual. Por suerte, no había nadie en la habitación. Así que aproveché para preparar otros porros para esta noche. Una vez hice eso, me preparé para salir de fiesta con Dean. Me puse el vestido más corto y apretado que encontré al igual que los tacones más altos y ostentosos que había en el armario de las tres. Una vez satisfecha con mi imagen (o algo así) salí a la noche para esperar a Dean. Él ya me esperaba entre su coche aparcado en frente de las residencias femeninas. Al verme me recorrió de arriba abajo con su mirada y la mandíbula hasta el piso.

- ¿Shara Lee?- preguntó antes de dejarme subir al coche.

- No, soy Barney idiota.

- Lo siento.- dijo levantando sus manos en señal de rendición y dejándome entrar al coche.- Solo tenía que estar seguro.- silencio.- Has cambiado Shara.

Suspiré rodando los ojos.

- Tu solo conduce. ¿No que nos íbamos a divertir esta noche?

Dean me miró con el ceño fruncido. Luego puso el primer cambio y pisó el acelerador solo un poco. Con calma, y en silencio, llegamos al bar en cuestión. Karaoke en vivo. Oh, vamos. ¿Es en serio? Si Dean, quería que me divirtiese pues que me llevara a una buena fiesta, con buena bebida y buenas...sustancias. Pero claro, el imbécil de Dean me tiene que llevar a un puto karaoke. ¿Qué tan malo podría ser dejarlo aquí plantado? ¿Qué tan malo sería aceptar que había cambiado?

- Vamos.- dijo Dean en un tono seco bajándose del coche sin ayudarme a mí antes a hacerlo. Algo había cambiado en Dean. Fruncí el ceño mientras meditaba qué podría ser. Sin darle más vueltas, salí del coche.

*EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO*

- ¿Estas...fumando...marihuana?- rodé los ojos.

- No Dean, estoy fumando té de manzanilla.

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Las Hermanas Lee©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora