16. Una invitación a cenar

58 7 6
                                    

Beth y Jess se acercaron a mi lentamente. Llevaban esa expresión en sus caras. Esa expresión que había visto muchas veces a lo largo de mi vida, pero que en el tiempo resiente no había aparecido con mucha frecuencia. Lástima gobernaba sus facciones. Y no quiero que me tengan lástima. No soy la clase de persona que utiliza sus problemas para dar lástima a los demás. Además, ni siquiera entiendo por qué lo hacen. No me ha pasado nada para que me miren de esa forma. Quiero decir, casi me ahorcan hace un rato y ni vida no es precisamente un cuento de hadas...pero sé manejarlo. El que debería dar lástima ahora es Mike, no yo.

- ¿Estás bien?- preguntó Jess en cuanto estuvieron a pocos pasos de mí.

- ¿Por qué no debería estarlo?- pregunté en un tono un poco más rudo del que pretendía. El silencio se instaló entre nosotras.

- Solo queremos ayudarte, Shara.- añadió Beth.

- Lo sé. Lo sé. Lo siento.- respondí sintiéndome un tanto arrepentida.

- Sabemos que no quieres hablar sobre eso, pero...

- Vamos a casa.- le cortó Beth mientras extendía una mano hacia mí.

La acepté sintiendo que por fin había alguien que me apoyaba. La mano de Beth estaba fría y sus dedos huesudos se clavaron en los míos. Apenas estuve de pie, pude respirar con más facilidad. Miré a mis amigas con una media sonrisa. Son lo más preciado que tengo en la vida. ¿Qué haría sin ellas?

***

El único inconveniente de vivir con Jess y Beth es que, como vamos a universidades distintas, no podemos comer juntas. Al menos no en la cafetería del campus.

Me levanté unos diez minutos después de que ellas se hubieran ido a desayunar a su cafetería. Me arreglé luciendo realmente desganada. En parte por todo lo que estaba pasando, y en parte por mis labios partidos. ¿Qué? No me molesten. Siempre he odiado cuanto mis labios se agrietan debido al frío de invierno. Siempre me ha pasado, y es algo que detesto. Volviendo al tema...

¿Qué haré ahora? Mi hermana me odia porque descubrió que me lié con su novio. Bueno, liar es una palabra fea. Más bien, estuve manteniendo con él una relación más allá de los "conocidos". Para Susan éramos unos simples extraños que compartían una persona en común. Mala suerte para los tres.

Después está James, que se vio obligado a hablar conmigo anoche en la fiesta. Ya que si de él dependiera, me hubiese borrado del mapa completamente. Y todo porque cree que me lío con Dean y con él al mismo tiempo. Y ahí está otra vez esa palabra...liar.

Luego tenemos a Dean, que prácticamente me odia por la misma razón que James. Piensa que he estado con los dos al mismo tiempo.

Finalmente tenemos a Mike, que me odia por una razón distinta a todos los anteriores. Para él, le arruiné toda su vida al denunciar al traficante de sus drogas, ya no tiene con qué desconectarse del mundo. Para mí, acabo de salvarle el resto de su vida. No podía seguir siendo drogadicto hasta el día que muriera, ¿o sí?

Con la cabeza demasiado revuelta como para pensar con claridad, salí en busca de mi desayuno. Sentí, como siempre, el frió golpear mi cuerpo y filtrarse por alguna de mis prendas. Era como una pared de hielo con algunos salientes que se adentraban en tu ser. Decidí caminar. Caminar muchas veces me ayudaba más a despejar mi mente, ya que si iba en bicicleta tenía que estar pendiente de más cosas, como la vía. Tomé una bandeja del montón y me serví algo de fruta, una tortilla y chocolate caliente.

Estaba buscando una mesa vacía con la mirada cuando un cuerpo grande y pesado me obligó a retroceder unos cuantos pasos. Tuve que sostener la bandeja con una mano para estabilizarme con la otra. Cuando alcé la vista, los ojos azules de Chris me saludaban un tanto apagados. Mi corazón aún latía un tanto desbocado por traspiés que había dado. Me llevé una mano al pecho.

Las Hermanas Lee©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora