20. De un tirón

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Alcé las cejas y me revolví incómoda en el sitio. No puedo creerlo, que estúpida me siento. Claro, solo me besa cuando está necesitado, como en la fiesta de Susan. Cerré mis ojos y cuando los abrí aclaré mi garganta.

- Me voy a casa.- sin esperar alguna respuesta de su parte caminé hacia la salida y tomé mi carro. Diablos, ¡qué estúpida había sido!

Conduje hasta la Universidad tragándome las lágrimas. La había dado una segunda oportunidad y así me había pagado. Llegué a mi habitación sintiéndome realmente cansada. Pero había una sorpresa esperándome en mi cama.

- James, ¿qué haces aquí?- pregunté quitándome el abrigo.

- No contestabas mis llamados. Desde anoche estuve buscándote y no aparecías.- dijo levantándose de la cama.- ¿Qué pasó?

- Lo siento, se me había acabado la batería.- dije mostrándole mi celular muerto.

- ¿Dónde dormiste?- preguntó cerrando los ojos.

- En un hotel.- contesté quitándome ahora las botas.

- ¿Por qué?- preguntó enojado detrás de mí. Sonreí.

- Porque venía con el paquete.

- Shara, no te burles de mí por favor.

- Ah, soy yo la que se está burlando de ti cuando has sido tú quién me ha engañado todo este tiempo.

- ¿Qué?- preguntó frunciendo el ceño.- ¿De qué hablas?

- Yo dejé ese tema pendiente esperando que tú me dieras explicaciones, James.- dije cruzándome de brazos.- Pero aún no me has explicado quién es esa chica con la que te he visto en dos ocasiones.

James abrió su boca para hablar pero nada salió de ella. Me descrucé de brazos y miré hacia otro lado.

- ¿Sabes qué? Vete.- dije empujándolo con mis manos.- Vete, James. Yo tengo que prepararme para una boda.

Por suerte, no necesitó que se lo dijera dos veces. Salió de la habitación como el niño obediente que no es y con el ceño fruncido tras mi última aclaración. Me bañé y me puse el vestido que me había regalado Dean el sábado. Mientras me peinaba comencé a comer algo de maní que tenía Jess en su escritorio. Me dejé el cabello suelto con ondas en él y me puse unos zapatos de tacón a juego con el vestido.

Miré la hora, vale creo que me alisté muy rápido. Hice algunos trabajos que tenía atrasados mientras esperaba a que diera la hora. Me sentía como Cenicienta esperando a que el reloj diera la media noche.

Cuando por fin dio la hora cerré todos mis cuadernos y salí de la habitación camino a la inesperada boda. ¿No se supone que a una boda hay que llevar regalos? Bueno, pues se joden.

Llegué por fin a una capilla que había en la parte trasera del edificio de Stair. No conocía a nadie allí, pero aparenté que no me importaba. Me senté como en la séptima fila en un bando que estaba completamente desocupado. Después de un rato alguien se sentó a mi lado.

- Pensé que no vendrías.- dijo Chris luciendo un traje perfecto a la medida.

- Pues pensaste mal.- dije apartando la mirada.

- Ey, Shara.- me llamó de nuevo y al darme la vuelta, estampó sus labios contra los míos. Sus labios eran algo distintos a los que recordaba. Si la primera vez me había besado con necesidad y fuerza, ahora lo hacía con cariño. Me sorprendió realmente. Y, como suele pasar, algo más se encendió en mi pecho y cabeza una vez nuestras respiraciones se encontraron y compartimos un íntimo momento en medio de tantas personas. 

Las Hermanas Lee©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora