Epílogo

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Quince años después...

—¡Mamá! —un gritó femenino se escuchó en la casa de campo—. ¿Has visto mi nueva pluma? —sobre el techo de la cocina se podía escuchar unas pisadas fuertes.

Hermione dejo la taza de té sobre la mesa y se dirigió hacia la parte inferior de las escaleras.

—No me digas que ya perdiste tu pluma —dijo Hermione mirando hacia el segundo piso.

—Pensé que lo había guardado con el resto de mis cosas, pero no está —dijo una joven esbelta, la chica se inclinó sobre el barandal, y miró a Hermione. La chica tenía los cabellos de un color castaño, más claro que el de su madre, pero no era espeso y salvaje, los cabellos de la chica caía por su espalda en perfectas ondas.

—¿Le preguntaste a John si lo ha visto?

La chica negó con la cabeza, y luego dirigió su vista hacia una puerta en el pasillo.

—Más le vale a John no haber entrado a mi habitación y haber tomado mi pluma —dijo la chica, entrecerrando los ojos y al instante se dirigió a la habitación de su hermano.

Hermione dejo escapar un suspiró de exasperación.

—Renata... —comenzó Hermione a modo de advertencia. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Hermione podía oír cuando su hija abrió la puerta de la habitación de su hermano.

—¡Hey! ¡Esa es mi pluma! —gritó Renata.

Hermione subió rápidamente las escaleras, y entro a la habitación de John. Renata le había arrebatado su nueva pluma de las manos de su hermano. La chica estaba de pie delante de su escritorio, mirándolo. Sobre el escritorio había un tintero, un pergamino escrito hasta la mitad con la delicada escritura de John. Al lado del pergamino había una pila de libros que habían comprado recientemente en su visita al callejón Diagon, todos los libros eran para el primer curso de John.

Renata al percatarse de la presencia de su madre, grito de nuevo.

—¡Mamá! ¡Él lo robó!

—John —dijo Hermione mirando al niño—, ¿por qué tomaste la pluma de Renata? ¿No te compre una pluma a ti también?

El niño frunció el ceño. Sus ojos marrones —iguales a los de su madre— miraban hacia el suelo.

—Se me rompió —murmuró, y señaló hacia una esquina de su escritorio. Hermione vio los restos de la pluma—. Yo solo tome prestada la pluma de Renata por unos minutos.

—Renata, ¿por qué no vas a tu habitación a terminar de guardar tus cosas en tu baúl? —sugirió Hermione. La chica asintió, y salió de la habitación de su hermano. Cuando Renata cerró la puerta, Hermione saco su varita de su túnica. Y con un Reparo la pluma volvió a reconstruirse, por último le lanzó un hechizo fortalecedor a la pluma—. ¿Qué estas escribiendo en ese pergamino? ¿No deberías estar empacando? —preguntó Hermione mirando a John.

John miró su escritorio.

—Estaba tomando algunas notas del libro de Pociones —respondió, y Hermione pudo darse cuenta que el libro de Pociones de primer año estaba abierto por la mitad.

—Tú ya has estudiado lo suficiente —dijo Hermione suavemente, paso un brazo por los hombros de su hijo, y con su mano libre acaricio los cabellos castaños de su hijo, cabello tan parecido al de su padre.

—Pero el libro está muy interesante —objeto John—, además quiero estar preparado para las clases.

Hermione le sonrió con cariño.

Boda y GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora