Capítulo 7: Noche para dos

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Fue justo decir que Hermione estaba increíblemente ansiosa. Sus palmas estaban humedecidas y su estómago estaba revuelto. Además, ella no dejaba de mirar en cada esquina, comprobando de que no hubiera estudiantes por ahí.

—¿Estás bien? —preguntó Remus. Él estaba caminando a su lado, con las manos en los bolsillos.

—Sí, estoy bien —contestó ella, rápidamente, pero su voz la traiciono, porque perdió la calma que estaba tratando de fingir.

Ellos cada vez se acercaban más a sus habitaciones. Hermione podía ver la puerta de entrada a sólo unos metros por delante.

—Está bien, si estás nerviosa —le dijo Remus  en voz baja, volviendo la cabeza para mirarla.

Ahora estaban de pie en la puerta de la oficina de Lupin. Hermione se detuvo y se volvió hacia él. Respiró profundo y habló:

—Yo soy virgen.

Las cejas de Remus se dispararon. No sabía si se había sorprendido por lo que había dicho o por el hecho de que ella se lo había dicho.

Trago saliva, y la miró.

—Me imagine que sería eso —susurró.

Un rubor invadió las mejillas de Hermione.

—Vamos —murmuró, abriendo la puerta, para luego pasar a la oficina.

Al entrar, Hermione notó por primera vez que su baúl estaba junto a la puerta, y que Crookshanks estaba acurrucado en frente de la chimenea. Ella sonrió feliz de tener a su amada mascota ahí.

—¿Por qué no te sientas? —ofreció Remus, señalando hacia el sofá frente al fuego—. Voy a preparar un poco té. ¿Gustas un poco? —preguntó a su ahora esposa, tratando de actuar tranquilamente.

Hermione lo miró.

—Sí, por favor —dijo con voz ronca.

Remus se trasladó al otro lado de la habitación, para ir a preparar el té, pero al pasar por el lado de Hermione, noto a Crookshanks. Estudio por un momento al gato antes de hablar.

—Me había olvidado de que tenías un gato —había un dejo de desdén en la voz de Lupin. Hermione sabía que su gato había sido un poco molesto en el verano que paso en Grimmauld Place.

—No te preocupes, Crookshanks ya no es tan molesto —intervino Hermione, con una sonrisa en los labios.

Remus suspiró y fue a preparar el té. Caminó a lo que parecía una pequeña recepción, que estaba situada a una esquina. Era similar a la mesa de su despacho, pero más pequeño, y parecía no contener tantos papeles o cosas por el estilo. Ahí, sobre la mesita había un juego de té.

Mientras Remus preparaba el té, los ojos de Hermione vagaron por la habitación. No había mucha decoración, a excepción de algunos artículos con los colores de Gryffindor. A la izquierda había una ventana, que se abría a la amplia extensión de la noche y proporcionaba una bonita vista al lago negro. Detrás de ella había dos puertas, una que podría ser la que lleve a su dormitorio, y la otra, que probablemente llevarían a un cuarto de baño.

Luego los ojos de Hermione se posaron en su baúl, y ahí fue el momento de que se dio cuenta de una pequeña botella de color púrpura, estaba encima de su baúl. Se levantó del sofá y en silencio se trasladó a inspeccionarlo. Remus seguía trabajando en el té, y no se dio cuenta de los movimientos de la castaña.

La botella parecía ser una poción, y tenía una nota atada a ella.

Señorita Granger:

Boda y GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora