Capítulo 1: Las Noticias

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Fue una reunión drástica. Albus Dumbledore  tenía a Minerva Mcgonagall y Severus Snape como sus aliados más fieles, a pesar de lo que gente tiende a decir sobre este último.

Severus se sentó rígidamente, como de costumbre, vestía ropas negras, con su túnica pulcramente planchada, sin ninguna arruga. Minerva se sentó junto a él, su sombrero posado precariamente, con los labios fruncidos con anticipación. Todo debido a la seriedad de la reunión.

—Bueno, tiene que ser alguien de Orden —la mujer mayor habló con voz firme—, no voy a permitir que se case con algún desconocido en estos tiempos. Apenas puedo confiar en nadie, y ya se sabe que el Ministerio puede llegar muy lejos con tal de cumplir sus propósitos.

Albus asintió, examinando sus dedos con intensidad. Miró hacia arriba.

Severus había estado tranquilo durante la mayor parte de la reunión.

—Severus, ¿qué te parece? —preguntó Albus, volviéndose hacia el hombre vestido de negro.

Severus parecía vagamente irritado.

—La verdad es que me importa un bledo lo que haces con la chica —habló con su típica voz aburrida—. Adelante, cásala con alguien de la Orden, solo espera la batalla que te dará Molly Weasley cuando se enteré. Incluso yo me he dado cuenta de que Molly espera que Granger se case con el más joven de sus hijos.

Albus lo consideró. Molly definitivamente protestaría si se casaba a la señorita Granger con otro miembro de la Orden que no sea su menor hijo, pero Ron Weasley no era una opción, y tampoco lo era Harry Potter. La ley tiene sus requisitos de edad absurdas, y parecía que se había puesto en marcha sólo unos días después de que la niña cumplió los dieciocho años. Eso era muy sospechoso.

Minerva elevó la voz:

—Creo que todo esto es demasiado injusto para Hermione. Ella merece saber sobre esto antes de decidir su destino de tal manera.

—Sí, estoy de acuerdo, Minerva —dijo Dumbledore—, tal vez deberíamos traerle aquí. Seguro que ya ha oído hablar de la ley.

—Voy a ir a buscarla —la Jefa de la Casa de Gryffindor habló poniéndose de pie, para luego retirarse de la oficina.

—Dudo que voy a necesitar mucho más tiempo conmigo, Albus, y debo prepararme para mis clases de la mañana —Severus respiró profundo, y se puso de pie y con asentimiento de cabeza se despidió del director.

Cuando Dumbledore se encontró solo en su despacho, se quedo muy concentrado en sus pensamientos, luego de unos minutos se retiro en la parte posterior de su oficina, donde estaban los estantes con interesantes objetos que había adquirido con los años.

*****

Hermione se encontraba comiendo su desayuno muy tranquilamente en el Gran Comedor, cuando de pronto se escuchó la noticia. Al parecer todos los otros estudiantes habían descubierto mediante el diario El Profeta. Ella solía leer siempre dicho diario por las mañanas, pero en los últimos tiempos había sido un proceso muy irritante. El diario mágico era a menudo una fuente de comentarios difamatorios y tontos sobre Harry, Dumbledore y sobre varias otras personas que estaban a favor de su amigo.

Esa fue la causa de su ignorancia sobre la noticia en El Profeta, pero se encontró bastante confundida esa mañana por la cantidad de tensión en torno al Gran Comedor. Harry y Ron aún estaban durmiendo, como era su rutina habitual los domingos, así que no pudo preguntarles si sabían lo que estaba pasando.

Mirando a su alrededor, Hermione se dio cuenta de que casi todos estaban leyendo El Profeta, y algunos de los estudiantes de más edad, entre ellos la mayoría de los séptimo año, parecía estar muy dolidos por lo que leyeron.

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