Capítulo 26: El principio del fin

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Abril llego a su fin, y con él llegó el día en que Harry, Ron y Hermione iban a poner en marcha su plan de irrumpir en Gringotts.

Hermione despertó esa mañana de sábado con un sentimiento en particular, como un peso bajo la boca del estómago. Sabía que era no estaba bien decirle lo que iba hacer a Remus o Ginny, pero es que ella y los chicos habían acordado que no querían poner a nadie más en peligro. En el fondo de su mente Hermione también estaba preocupada de que si le decía a Remus sobre sus planes, él trataría de impedir su salida, y hasta sería capaz de encerrarla en su habitación.

Hermione y los chicos habían estado de acuerdo de que estarían más precavidos, sobretodo esa noche en que ella tenía que escapar de Hogwarts. Hermione esperaría a que Remus se quedara dormido, y le dejaría una notara para que no se preocupe al no verla. Ese día estaba muy nerviosa, estaba preocupada por lo que pasaría esa noche, temía que algo saliera mal. Ya que uno de sus mayores retos había sido planear la forma de entrar a la bóveda de Bellatrix. Entrarían con la ayuda de Griphook, ya habían ideado un plan completo, pero para llevar a cabo este plan tendrían que usar poción multijugos, más bien ella.

Hermione se sintió muy culpable por lo que había hecho con el fin de conseguir la poción. Irrumpir en el armario de Snape para conseguir la poción, como lo hizo en su segundo año, estaba consciente de que estaba mal, sin embargo, aquí estaba ella, haciendo lo mismo otra vez.

Es por hacer un bien, se repetía en todo el camino al armario del serio profesor.

Finalmente llego la noche. Hermione y Remus tuvieron una tarde tranquila —dentro de lo que cabe— ella se dedicó a estudiar, mientras Remus revisaba algunos pergaminos de sus alumnos de quinto año frente a la chimenea. Luego se fueron a la cama, y Hermione espero pacientemente a que su esposo se duerma. Se levantó de la cama lo más despacio que pudo, y se cambió su pijama por su ropa común, y por último escribió una nota para su esposo.

Remus

Espero que no tengas que leer esto, porque yo debería estar de regreso antes de que te despiertes, pero si no es así. Por favor no te preocupes por mí.

Hermione

Considero confesar su amor por él, en el caso de que ella no regresara, pero decidió que era un poco prematuro escribir eso, además tampoco lo vio bien confesarle sus sentimientos a través de una carta, ella quería decírselo cara a cara.

Esa noche el castillo estaba muy silencioso. Ya era muy tarde, pero por suerte Gringotts siempre tenía uno o dos duendes de turno en la noche. Esta fue la razón por la que habían elegido hacer esto en la noche, habría muy poca seguridad en el banco.

Hermione se alegró de que no hubiera prefectos o maestros patrullando por donde ella caminaba. Ya que lo último que ella quería era ser descubierta por Draco Malfoy o Pansy Parkinson o uno de los hermanos Carrow.

Ella tomó el pasillo que la llevaba a Honeydukes. Era el mismo pasillo que Harry y Ron habían utilizado para salir del castillo hace tanto tiempo. Hermione se sentía extrañamente inquieta durante todo el camino en el túnel, quizás estaba un poco claustrofóbica.

Una vez que había llegado a Huneydukes, fue caminando de puntitas hasta la salida, abrió la puerta y salió. Habían quedado con Harry y Ron que se encontrarían en el pequeño callejón detrás de Huneydukes. Caminó hasta el punto de encuentro y se sorprendió al descubrir que estaba vacío. Según ella, sus amigos ya deberían de haber llegado.

De pronto vio que algo se movió delante de ella, y luego vio que la capa de invisibilidad caía al suelo. Harry y Ron aparecieron delante de ella. Ambos chicos le sonrieron, Hermione corrió hacia ellos, y los envolvió en un fuerte abrazo.

Boda y GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora