Capítulo 20: Problemas

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Hermione se despertó sobresaltada por el ruido de la puerta al cerrarse bruscamente. Ella se sentó rápidamente, mirando hacia la puerta, donde Remus se paró. Respiraba con dificultad y casi hirviendo de ira. Se apartó de la puerta y sus ojos se posaron en Hermione. Parte de la ira que sentía, parecía ir disminuyendo cuando la vio.

—¿Te he despertado?

—Está bien —murmuró la castaña, desde el sofá. Su libro de Pociones había sido su almohada cuando se quedó dormida. Ya era casi medianoche—. ¿Qué paso? —preguntó. Todavía había rastro de irritación en él, lo sabía por el ligero pliegue en su frente.

—La reunión de personal —explicó brevemente—. Umbridge estaba allí, por supuesto.

—¿Y? —cogió su libro de Pociones y lo guardo en su mochila, mirando hacia él.

En el rostro de Lupin se formó una expresión tensa.

—Ella no puede hacer que me despidan, por lo que está planeando una mejor opción para hacerlo —exhaló—. Ya no estoy autorizado a dar lecciones prácticas a cualquier menor de sexto año.

La mandíbula de Hermione se puso tensa.

—Eso hizo...

Remus asintió.

—Ella lo hizo. Fuimos al Ministerio. Ahora ha declarado que mis clases son muy peligrosas para enseñar a los jóvenes estudiantes.

—Remus, eso es terrible —Hermione sacudió la cabeza con indignación.

—Se pondrá peor —el enojo volvió a él. Luego procedió a explicar cómo el Ministerio enviará un par de "invitados" para asegurarse de que Hogwarts seguía siendo un lugar "seguro y ordenado"—. No sé quiénes son esas personas, pero no suena nada confiables —murmuró, con una expresión de exasperación completa.

Hermione lo miró con pesar.

—¿No te van a dejar hacer nada práctico con los estudiantes más jóvenes? ¿Ni siquiera una demostración?

Él suspiró, negando con la cabeza.

—Me encuentro limitado. Ahora solo debo enseñar teoría. O si no me despiden —después de un silencio, volvió a hablar—. Lo siento, te desperté. Tú debes volver a dormir.

Hermione vio como Remus se dirigió a la habitación. Ella lo siguió, sentándose en la cama mientras él comenzó  a desabrocharse los botones de su camisa.

—No podemos dejar que esto ocurra. Si no aprenden ahora nunca serán capaces de dominar la magia defensiva básica. Además, con esta guerra acercándose...

Remus terminó de cambiarse y se metió en la cama junto a ella. Ambos se sentaron en la cama y se apoyaron en cabecera, uno al lado del otro.

—No sé cómo esto fue aprobado, pero demuestra una cosa, que el Ministerio se ha ido por el retrete.

Hermione lo miró. Se le veía cansado. Ella sabía lo suficiente como para entender que Remus Lupin solo maldecía cuando estaba realmente enojado.

—Sí —Hermione suspiró—, el Ministerio ha tomado un montón de decisiones terribles últimamente.

Sus ojos se encontraron con los de ella, y los dos sabían a lo que ella se refería: la ley que los había metido en esta situación en primer lugar. Su expresión de repente parecía más triste y resignada que antes.

—No es tan malo, ¿verdad? —sus ojos buscaron los de ella con una extraña especie de miedo. Ella se sorprendió por su repentina vulnerabilidad que él estaba mostrando.

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