Avery

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En la laguna Estigia, subida en la barca, observé, compasiva, las aguas negras infestadas de pútridos cuerpos.

-¿Que hay más allá?- señalé las grandes murallas resplandecientes, que se alzaban majestuosas ante nosotros. Ningún pasajero supo contestarme...de todas formas, era normal. Llegué con ellos y navegué con ellos, mientras unos subían y otros bajaban.

-El Infierno, custodiado por los Guardianes- respondió el barquero de manera escueta. Un gemido proveniente de las aguas hizo que me alejara de la barandilla, antes de que un cadáver putrefacto azotara el asiento en el que instantes antes había estado sentada.

-¿Y qué hay en el Infierno?- inquirí, mientras el cuerpo se hundía nuevamente en el agua.

-Estratos, cada cual gobernado por un ser. Del tercero al cuarto esta la Colmena. Allí castigan a aquellos que deban visitar el cuarto, quinto y sexto estrato- explicó, con voz monótona.

-¿Estratos? ¿Colmena? No te entiendo- parpadeé confusa mientras el remaba y algunos pasajeros bajaban de la barca.

-Dependiendo de tu crimen vas a un estrato. Solo hay seis estratos, y a partir del tercero la luz se extingue. El sexto es aquel en el que los peores criminales son enviados. La Colmena castiga haciendo vivir a los condenados las torturas de la humanidad...circos romanos, la peste negra, la Inquisición...- enumeró. Ya solo quedábamos en la barca él y yo.

-¿Sabes que pasa en cada estrato?- indagué, frotándome el brazo.

-Yo solo transporto a aquellas almas perdidas a sus respectivos lugares- contestó. Suspiré y miré hacia atrás, hacia la red de caminos luminosos del Mas Allá, donde los espíritus, traslúcidos, me observaron con pena al conocer mi destino.

-¿Como sabes a que estrato vas a ir?- mi curiosidad me vencía. El barquero se giro para mirarme por primera vez. Sus ojos eran pozos sin fondo, una piel pálida acorde con la larga cabellera blanca.

-La marca de tu brazo lo deja bien claro- susurró. El barco se detuvo ante las grandes murallas- Buena suerte- deseó. Asentí y me bajé, despidiéndome de él, y mire el seis grabado a fuego sobre mi piel.

-¡Espera!- se giró hacia mi persona, alzando una ceja. Era la primera vez que mostraba una emoción. Me fijé en la larga cicatriz de surcaba su rostro- ¿Cuál es tu nombre?- pregunté.

-Nunca más volverás a verme, yo solo transporto almas hasta este lugar- respondió, frío, e inclinando la cabeza. Los Guardianes nos observaban, mientras la marca de mi brazo quemaba cada vez más.

-Aún así deseo conocer tu nombre- insistí. Miró a los guardias unos instantes y seguidamente sus oscuros ojos, carentes de emoción alguna, se fijaron en mí.

-Caronte- fue lo único que dijo, antes de permitir que la barca se adentrara de nuevo en el agua. Se perdió en el horizonte, entre las brumas del recuerdo, y de los cuerpos putrefactos, de aquél sórdido lugar.

Notas de la autora: Quiero dejar claro que esta visión del Infierno es propiedad de David Lozano Garbala, el cual describe el lugar de esta forma en su trilogía de La Puerta Oscura

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