La trayectoria del camino que dibujan tus piernas son la belleza dos cuerpos unidos más que en la sombra.
Y he de decir que me asombran, tu paso firme y perfecto hacia la locura, íntima y deshabitada, como la cama que dejamos desarmada a las tantas de la mañana, a saber por qué, sólo sé que no había tramas que desentrañaran trampas.
Porque las trampas ya eran tus manos, enigmas indescifrados, imposibles, como el querer domar tus labios, salvajes como el huracán que formábamos haciendo el amor bailando muy lento.
Porque mi musa es la pluma que salpica con saliva sobre mi vientre, cuando recorres las corrientes de la serie de contadas veces que te he mirado sin querer; cuando persigues a los malos por la calle interior que llega al puente, donde me lanzas al vacío en una explosión que me lleva a la mismísima muerte, disparando al centro de la vertiente que llega a los versos más perfectos que no pude escribir sin mirarte, todo tú, Arte.
Y aún así, qué dulce el peso de llevar a la espalda cargada tu nombre.
Porque tienes el don de la palabra, con tu voz elocuente y cautivadora que lleva a la Odisea de las sirenas, ahogándome en un inmutable sentimiento, sin intermedios, sin dejarme si quiera respirar un momento.
Pero me sorprende que me quiera nadie hasta morir por no derramar mi sangre.
Pero me mata el saber que morirías por mí, hombre de corazón caliente y sentimientos presentes.
Amor, intermitente.
ESTÁS LEYENDO
Cartas al amor de mi vida
PoetryA ti, que te escribí antes de saber quién eras. 2015-2016.