1. Condones y tintes

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Narrador omnisciente. 


Otoño 1992, Filadelfia. 



Verde, el color de su cabello era verde. Mataría a Alice Cho, la mataría por hacerle eso a su preciado cabello. Solo serían unos mechones, solo unos cuantos, ella lo había prometido y ahora todo su cabello estaba verde, eso sucede cuando te quedas dormida a merced de una estilista frustrada.

Camino a toda prisa entrado a la única farmacia abierta que encontró. Sintió vergüenza cuando el cajero miro con burla su cabeza, con exactitud su cabello, acomodo la gorra de béisbol escondiendo cada mechón verdoso dentro de ella. Maya se había levantado durante la madrugada al baño, tremendo susto que se llevo cuando miro su reflejo y la horrible sorpresa que Alice había dejado en su intento de tratamiento para las puntas abiertas. Maya no lo pensó solo corrió a su dormitorio, miro a Alice dormir tranquilamente, quiso despertarla, golpearla un poco tal vez pero no lo hizo, no le daría el gusto de burlarse de ella, tomo las llaves del BMW de su compañera y salió de ahí.

Tintes, tintes. Solo podía pensar en encontrar un tinte que le borrara lo verde de su cabeza.

Del otro lado de la farmacia un chico miraba los estantes, condones, había varias opciones. Era la noche de Gavin, después de incontables citas y toqueteos calientes con Addison, la linda rubia de ojos verdes que para "nada" le recordaba a otra rubia de ojos verdes y la dueña de su corazón, bueno finalmente esa noche era la noche.

Tomo un paquete y se dirigió con rapidez hasta el otro pasillo donde se encontraban las golosinas, quería unas galletas, probablemente le daría hambre después de follar, así que se aseguro de tener algo que comer después de eso.

Mientras Gavin caminaba con tranquilidad hasta la caja no pudo evitar sentir un roce, una persona golpeo su hombro tratando de rebasarlo para llegar antes a la caja.

"Mierda... Lo siento." Dijo la persona desconocida que usaba una capucha. Que extraño sujeto, pensó Gavin al notar la pijama a rayas y la sudadera tapando el pequeño cuerpo.

"No hay problema." Mascullo sin prestar atención.

Pasta de dientes.

Había olvidado la pasta de dientes, tres días sin lavarse los dientes decentemente y el enjuague empezaba a acabarse. Giro y regreso camino a los pasillos en busca de una pasta, otro debate. ¿Cual debía comprar? ¿Sonrisa Luminosa? ¿Aliento fresco? ¿Acaso no podía venir todo junto? La respuesta tendría que esperar pues se vio distraído en el momento que la puerta de la entrada fue azotada con rapidez. 

Entonces la vio, podía reconocerla donde fuera.

Era ella Maya, el sujeto de capucha, no era un sujeto en realidad, era Maya, Maya pareciendo una asaltante con ropa de hombre y saliendo en la oscuridad de la madrugada.

Su Maya. ¿No podía ser o si? No otra vez... No otra vez Maya en su mente, si seguía así de volvería loco.

Esa noche Gavin regreso al coche solo con la pasta de dientes.

...

Maya Henderson.

Iba a matar a Alice Cho. Justo en este momento. ¿Como iba yo a saber que lo que había usado no eran químicos? Exacto, mi cabello no estaba pintado de verde, mi cabello estaba teñido con té. ¿Pueden creerlo? Era solo té.

"Tengo que quitarme esto." Dije señalando mi cabello, de verde a castaño, definitivamente zeus no me quiere.

"No, no puedes, se te caerá el cabello." Dijo ella aun leyendo la cajita del tinte barato de la farmacia. "¿Por qué compraste algo de tan mala calidad? Tu cabello es virgen, mas bien era."

Memorias de una ex rubia (CALM#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora