Capítulo I

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"Gran Carrera Callejera.

Black Widow vs. Iron Man.

LA REVANCHA.

Asiste este viernes a las 11:30 pm en la Av. Rio de Janeiro, calle Mayor.

Apuestas a partir de 100$, diríjase a Hawkeye.

¡Te esperamos!"

Ese viernes~

El inicio de la carrera fue anunciado, duraría casi dos horas, puesto que iniciaría en el centro de la ciudad, correrían todo el borde de esta y terminarían donde empezó. Tony se acomodó el auricular, cuando ya se encontraba dentro del Lamborghini, se despidió de Pepper con una sonrisa y se acercó a la línea de salida, donde una decidida Natasha le esperaba dentro de su hermoso Corvette Stingray negro, escuchando "The Phoenix" de Fall Out Boy. Ésta le lanzó una sonrisa malvada, que hizo que el castaño se congelara al instante.

Tres chicas rubias aparecieron frente a ellos, con poca ropa y banderas en la mano. Los motores rugieron, la adrenalina comenzaba a hervir en la sangre de ambos corredores, los gritos de apoyo se escuchaban como si de un juego de fútbol americano se tratase. ¿Quién diría que esa universidad se convertía en todo aquello de noche? La más prestigiosa universidad de los Estados Unidos se convertía en una pista de carreras callejeras ilegales.

¡En sus marcas!

¿Listos?

¡Fuera!

Las ruedas de los autos chillaron contra el pavimento, los motores rugieron por velocidad y todos los ocupantes vitorearon, silbaron y aplaudieron el inicio de la gran competencia. Las chicas rubias se apartaron, en cuanto los competidores desaparecieron de la vista de todos, dejando solo una nube de humo y un olor a llantas quemadas, que impregnó cada una de las prendas que tenían los presentes.

En una de las paredes de ladrillos del edificio abandonado, apreció el mapa por el que corrían Romanoff y Stark, con el camino que recorrían iluminado, también aparecieron dos puntos que se movían constantemente a poca distancia de separación entre ellos, uno era rojo, Natasha, y otro amarillo, Tony.

Cuando iban más de la mitad del recorrido, el radio le avisó a Natasha que los policías habían notado "irregularidades" en las afueras de Nueva York. Se intentó comunicar con su hermamigo, Clint Barton, pero este parecía estar concentrado en una charla con su novia, Lauren Bennett, sobre lo mucho que se querían, provocándole náuseas a la conductora.

— ¡Clint, maldición! ¡Escucha! —gritó la última de la familia Romanoff por el auricular que éste llevaba.

—No grites, ¿Qué pasa?

—Cierra la calle 86, y abre la 72, parece que hay policías cerca.

—Voy. Ya les digo a los chicos.

—Voy por la 80, más te vale apurarte.

—Ya, ya lo hice. Le informaré a Tony.

—Ya lo sabe —. Puso los ojos en blanco y siguió concentrada en la vía.

—Claro, JARVIS.

Atravesó el callejón que daba acceso directo a la 75, y cruzó a la derecha seguida del Lamborghini. Cambió de velocidad, y tomó la recta en quinta dejando a su contrincante unos cuantos kilómetros atrás. La adrenalina corría por sus venas y vibraba en su cabeza, podía sentir el movimiento del auto sobre el pavimento, el zumbido de la velocidad bajo sus manos, el poder de ser ella misma, de sentirse libre, de ser una sola con el Corvette. Natasha observó en su GPS, tenía un atajo justo al frene, teniendo en cuenta que la única regla era que no habían reglas, cruzó a la izquierda, cayendo en una carretera de tierra un poco húmeda y se internó en un lugar arbolado de unos 500 metros de largo.

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