Natasha rodó en el sofá, cayendo al piso y golpeándose la cara con la alfombra. Soltó varios palabras inapropiadas para menores de dieciocho años en ruso, español, inglés, italiano, francés, alemán y latín –sí, sabe todos esos idiomas–, puesto que se lastimó la mejilla que le dolía. Se incorporó en cuanto pudo y tuvo ganas moverse. Se había quedado dormida en el sofá de su casa, viendo "El código del miedo". Clint había decidido pasar el resto del sábado con Lauren, como si todos los días no fuesen suficientes, así que tenía la noche de ese día y el domingo entero para hacer sus deberes –sí, también hacía sus deberes–, que eran como miles. En el momento en que vio la hora en su teléfono, se arrepintió de dormir tanto, eran las dos–cincuenta y cinco de la mañana, tenía miles de cosas que hacer y hambre, así que empezó por lo más importante: buscar comida.
Después de haber llegado de casa de Tony, habían ido a darse una ducha y a comer, porque si algo tenían en común los hermanos Barton–Romanoff es que amaban la comida, el mundo podía estarse cayendo a pedazos o estar muriendo, pero la comida era importantísima. Buscó entre los cajones, encontró masa instantánea para panqueques y miel, además recordaba que aún quedaba queso en el refrigerador, preparó todo con rapidez y en menos de diez minutos, ya estaba disfrutando de su cena en plena madrugada. Nat no se preocupaba por su figura, hacía suficiente ejercicio como para estar en forma y patearle el trasero a sus amigos; todas las mañanas, o noches, salía a correr en su bicicleta, yendo hasta la universidad y de regreso a casa, dos veces, o iba al gimnasio de Tony, donde tenía pase libre y entrenaba, puesto que él había hecho unas simulaciones de batallas muy reales el año pasado para una de sus clases, y le había dicho a ella si las podía probar. Después de todo, no se llevaban tan mal, solo se herían el orgullo mutuamente.
Luego de que terminase de comer, fue a su habitación, le echó un vistazo y lucía impecable, al menos no parecía mercado de las pulgas, como el día anterior. La cama tenía sábanas con decoraciones asiáticas recién puestas, y como toda la decoración era minimalista, no tenía muchos objetos, solo se veían las cortinas blancas, las puertas del closet negras que resaltaban por las paredes blancas, con un portarretrato al estilo de mosaicos, que tenía fotos de Clint y ella cuando tenían diez y nueve años, respectivamente. Suspiró al ver las fotos, era una fiesta de disfraces, ella iba vestida de muñeca rusa y su hermano de Robín Hood, aunque se parecía más al protagonista de Zelda, puesto que tenía el cabello rubio sobre la frente y el gorro le quedaba grande. Sacudió la cabeza para alejar los recuerdos y fue por todo lo que necesitaría para su actividad, que era una cantidad considerable de libros y su laptop, para en caso de que no encontrase las repuestas de la gran investigación que le habían puesto.
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Se estiró todo lo que pudo sobre el sofá individual en el que se había quedado de la manera más incómoda. Estaba cansado y tenía sueño, permanecer dos días despiertos porque tenía un ataque de inspiración no era nada fácil. Debía agradecerle a Natasha eso, después de que ella y sus padres se hubieron ido, estuvo sentado viendo la nada y torturándose con recuerdos y pensamientos que debía dejar atrás hasta que tomó su cuaderno de dibujo, vio los dibujos que había hecho sobre la chica durmiendo en su sofá y ¡Bum! todas las ideas llovieron de manera sofocante. Así que, antes de que se le olvidaran, subió las escaleras de dos en dos hasta el último piso, su madre solía llamarle "El estudio de Steve" pues desde que habían comprado la casa, él había proclamado esa parte como su estudio de artes por la iluminación que recibía y el espacio, que ahora estaba reducido por unos cien cuadros o más, y unos doscientos lienzos en blanco que ocupaban parte de las paredes y el piso.
Apreció su arte, estaba más que satisfecho como había quedado el cuadro, era perfecto. Los colores otoñales, el rostro de la chica, su cabello, todo era perfecto. Había hecho un dibujo de Natasha durmiendo, cuando estaba frente a él, y ahora estaba en el cuadro, pero su ambientación había cambiado, ahora se encontraba en medio de un bosque otoñal, donde su cabello rojo como el fuego que confundía con las hojas del mismo tono o un poco más claras. Sonrió; era preciosa esa mujer. Se encontró recordando cuando ella se sonrojó, y cuando sus ojos se abrieron al escucharle decir que era artista. Tenía los recuerdos del día anterior tan nítidos y vívidos, quería verla otra vez, pero no sería así a menos que el destino lo decidiese de esa manera.
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Take my hand♔
FanficCuando Natasha le ha ganado por quinta vez a Tony, y se encuentran celebrando, los amigos de Brock le dicen que la policía está en camino, obligando a la rusa a ocultarse en la casa de un desconocido muy atractivo. Nota de Autor: Los personajes no...