El hielo es hielo.

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Este otro hombre se abalanzó sobre mi, golpeandome con todo su peso. Cayendo de esa forma sacó todo el aire de mis pulmones. Me asfixiaba, era más grande que yo. Tenia brazos fuertes y rapidamente me habia inmovilizado. ¡Soy una idiota! Tenia que ir corriendo como loca alrededor de un vecindario desconocido, después de arruinarlo todo con Drake. ¡Inteligencia! -mascullé en mi mente, realmente habia sido estúpido salir así, desorientada.
El tipo acercó su boca a la mia con una plena intención de besarme, me revolví bajo el y quite mi boca de su alcance. Entonces se decidió por probar besando mi cuello, cuando estaba apunto de tocarme...

Fue interrumpido.

Una figura salió de las sombras diciendo irritado: "-Que problematico" -mientras frotaba su cabello.

Levantó a ese pesado y repulsivo muchacho, lo lanzó lejos chocandolo contra una pared.
Me tendió la mano y la tome. Era Drake, lo habia encontrado. Pero no me miraba a los ojos. Cuando estuve sobre mis pies levantó mi cara con su mano para examinar el leve corte que asomaba un color rojo. Era una pequeña cortada, palpitaba y dolia un poco pero no era para tanto.

-Los matare.
-No, no hagas eso. Perdoname, vamonos de aqui. -yo estaba temblando pero él no me escuchó. Solo se sacó el sueter y lo pusó sobre mis hombros, quedando envuelta en su tentador aroma.

Por el rabillo del ojo note a los 3 hombres que ma atacaron sacando sus armas típicas de pandilleros. Uno saco un puñal con empuñadura blanca y los otros dos armas de fuego pequeñas y mortiferas.

Mi cuerpo titubeaba pero ya no iba a huir, Drake me hacia sentir segura. Me arriesgué y tomé su mano, me miro sorpendido pero inmediatamente alejo sus ojos.

Todo fue tan rápido, en menos de un segundo su cuerpo me cubrió y escuché los disparos, la pólvora quemando al salir del metal. Los sumbidos de las balas cortando el aire para incrustarse y atravezar.
El horror brillaba con honores en mi corazón que se estrujó hasta hacerme perder la respiración. Me habia envuelto en sus brazos, con su cuerpo me protegió y ahora el moriría. Otra vez pierdo a alguien. Enterre mi rostro en mis manos desee esfumarme por haber causado la muerte de Drake. Me estaba ahogando como si tuviera asma y estuviera a punto de colapsar.
El no merecia morir, esas personas si lo merecian. Violadores asquerosos, asesinos desalmados.
-¡Malditos! -sollocé, las lagrimas corrian directo desde mi cara hasta el interior de mi blusa.

Con un toque gentil alguien bajó mis manos hasta que quedaron en su pecho. Me miró sin desviar su mirada y sonrio. Seguia conmigo, cubriendo mi cuerpo mientras me abrazaba protectoramente. Estabamos de pie.

-Estoy bien, tonta. Mirame no pasa nada. -Limpió las lágrimas que sin permiso salian.

Lo examine, le di la vuelta. No tenia ni un rasguño.
-Donde estan aquellas personas?
-habia estado tan aterrorizada que perdí la noción de lo que ocurria a mi alrededor.

-Se han ido. Nadie te hara daño de nuevo. -Volvió a revisar con aire protector mi cuerpo y se detuvo en el corte.

-¡Maldito sea! ¿Te duele? -Su voz me dio alivio.
-Perdoname, yo no queria hacerte daño. Esa persona la he visto solo una vez y nuestro encuentro me hace perder el control sobre mi. -el arrepentimiento y las lágrimas resonaban en mi voz.
No respondió de inmediato, solo me abrazo y dijo: -Tienes una herida, creo que jugare al doctor. -su risa de don juan me hizo sentir mejor y heche mis brazos a su cuello. Pero la duda de porque perdia el control con Sean no se alejó.

Yo esperaba ser besada pero solo mantuvo su mano entrelazada con la mia y nos decidimos a salir de ahí. Al caminar en el lugar donde habian estado los asquerosos hombres note esparcido en el suelo algo parecido a hielo evaporandose con puntos rojos que parecian sangre. El hielo no suele arder, digo es hielo.

Irizel: el hilo de la vida. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora