Alliot 1.2

22 4 0
                                    


"La caída era sin retorno, el descenso más fugaz y gélido que podria sentir un ser viviente."

Siempre, una caída.

Siempre hacia abajo.

Tenia miedo, esa clase de miedo que se materializa en una persona preparada para destriparte, esa clase de miedo que parece abrazarte. El miedo que te mantiene despierto.

Layle estaba a unos pasos, cerca y atento a Laia. Como si notara la mirada asqueada de esta, sonrió. Una de sus sonrisas picaras y atrevidas que indica que esta listo para robarte el alma en un beso.

Mi piel se sentia fría. Aún dentro de la oscuridad. Más fría y más fría. Mis manos temblaron y mis dientes castañearon. Me envolví en brazos y piernas y no pude deshacerme de aquella horrible sensacion de frío.

Laia, sonreía tan falsamente como siempre, ella mantenia firme su inmutable rostro y aunque auquellos hombres creian tenerla bajo su control, yo sabia que ella hizo todo a propósito. Ella tenia un nuevo plan en el que ganaría una ventaja considerable sin la necesidad de tenernos a Niall, Ryu y ami "interfiriendo"

Aun parecia ser capaz de escuchar la voz de Ryu gritando mi nombre y una calidez corta pero gratamente miserable cruzó mi pecho y se fundió allí.

El único punto de mi alma que no seria congelado por el gélido infierno seria mi corazón, protegido por un recuerdo nuevo y brillante de un rincón de mi, protegido por Ryu.

Mire afuera en los fugaces instantes de nuestra rápida caída, los muros se agrietaban y cerraban devuelta, el suelo nos tragaba hacia el fondo de su bestial boca devora hombres, las capuchas de aquellos hombres, incluido Layle se mantenian alzadas por el aire del descenso. Toda la ropa parecia querer salirse de sus cuerpos, excepto la de Laia, seguia intacta y por ella no pasaba ninguna rafaga de aquellas fuertes ventiscas subterraneas.

Por última parte un agujero negro y gigante los hizo arremeter duramente contra un suelo macizo y nevado, al abrir mis ojos solo pude ver alrededor arboles secos y ennegrecidos, una ligera capa de nieve blancusca cubria el suelo donde los arboles existian sin vida con solo un recuerdo de sus mejores días.

Aquellos hombres no estaban, ni siquiera Layle, los busque con la mirada, intente abrir mi boca pero era Laia quien controlaba todo y yo solo era la huesped cuya maldición se profesaba desde el momento que su existencia aparecio.

Laia mantuvo nuestro cuerpo intacto de la caída final y tocamos el suelo deslizandonos como plumas en el aire.

La caída final, el más eterno descenso. El gracil retorno del infierno. El miedo en lo oculto.

-De nuevo en ¿casa? -balbuceo Laia entre una fina línea en su boca.

-¿Que hiciste con esas personas?
-pregunte acalladamente esperando que nada que viviera en el interior de la tierra me escuchara..

-Los hice continuar su descenso a Thanos. -una vil y áspera sonrisa tocó nuestros labios.

-¿Y eso es?

-El infierno de los inmortales.

-¿Hablas en serio? ¿No puede ser cierto.. son inmortales? ¿Realmente lo son? ¿Como puede existir un infierno para inmortales.. ahora los infiernos se dividen por clase social?

-No es así. Solo existe un infierno, al que van todos los mortales que no confesaron a Dios como su señor..

-Aqui viene el pero..-me miro pesadamente y continuó.

-Pero, hace mucho tiempo se abrio una brecha en el mundo, que creo el Abismo de Thanos. El único lugar donde los inmortales mueren de verdad.-su mirada se perdio como si recordara tiempos inmemoriales.

Irizel: el hilo de la vida. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora