Prólogo

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Baekhyun

Abro los ojos ante el sonido de unos maullidos.

La casa está en silencio y solo se oyen aquellos pequeños ruidos que generalmente no escuchas: Las respiraciones de los demás, el agua subiendo por las tuberías, el viento azotando una ventana que alguien dejó mal cerrada... y esos maullidos.

Me siento en la cama y veo el reloj. Por supuesto que nadie va a estar despierto...son las tres de la madrugada!

Aún aperezado, me mantengo sentado en la cama con la esperanza de que se detengan para volver a dormir, dudando por un rato en sí debería levantarme o no...Pero ante la insistencia del sonido finalmente salgo de la cama.
Bajo las escaleras y me dirijo hacia la cocina para tomar un plato y vierto en él algo de leche. Después camino hasta la puerta trasera, me siento como un zombie mientras lo hago, movimientos casi robóticos debido a que mi cuerpo no está completamente despierto aún, pero mi mente parece saber lo que hace.

El frío viento congela mi rostro y se siente como si me hubieran lanzado un balde de agua helada... gracias a ello me termino de despertar. Justo en ese momento, los maullidos cesan y supongo que es porque me escuchó salir.

Levanto el rostro examinando el patio para buscarlo...Y ahí está él mirándome: Alumbrado por la luz de la luna, un hermoso gato de cabellos color miel, y sus ojos afilados aun con la poca luz que provee la noche, brillan de un color turquesa.

Está ahí: inmóvil, quieto, analizando mis intenciones.

Vacilo un poco en mi lugar, dando unos cuantos pasos y deteniéndome, retrocediendo y avanzando nuevamente con cautela, indeciso... pensando en que si me acerco puede que se asuste y huya.

Entonces me agacho despacio, sin apartar mi mirada de la suya, y pongo el plato de leche en el suelo.

El gato no se mueve y me mira como con expresión juguetona, retándome...

Siempre he pensado que los gatos tienen una mente malvada y que maquinan sus pensamientos como humanos, que aparentan ser inocentes, engañan con su apariencia, pero que solo lo hacen para atrapar a su presa.

Está jugando conmigo, esperando a ver quién resiste más el juego de miradas, esperando a que me vaya para quedarse con la leche.

Me quedo observando al gato, mientras él se queda inmóvil mirándome de vuelta, y de pronto su rostro invade mi mente, y me doy cuenta porque este simple gato llama tanto mi atención...
Porque me recuerda a él.

A Chen.

Tan pronto lo asimilo, caigo en cuenta de todas las similitudes que tiene este con él.

Sus ojos afilados, su mirada profunda... sin olvidar mencionar las curvas en la boca de Chen, que le dan aún más aspecto felino.

Pero la ironía de la situación, es que no solo son similitudes físicas las que me hacen relacionarlos. La verdad es que este juego, el admirar y esperar... es el juego que tengo con Chen.

Diciéndome a mí mismo que el gato está jugando, ese pensamiento que me deja dudando de si dar un paso más y acercarme. Con temor a que el gato se sobresalte y me rasguñe, y aún más miedo de asustarlo y ahuyentarlo de mí.

Pero con la esperanza de que el gato se acerque,me acepte y me deje acariciarlo.

Tic Tac ToeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora