Capítulo 3

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Subo la gran escalera, no sé si me podré acostumbrar a subir tantos escalones.
«Uf»
En realidad son unos 13 escalones, pero desde luego a mi me han parecido millones.
Llego al mini recibidor y vuelve a haber otro espejo. Sigo caminando y ojeando las habitaciones. Ninguna me llama la atención; todas son rectangulares y con una ventana al fondo. Cuando me aburro de tanto mirar, veo una habitación al final del pasillo y cruzo los dedos para que sea la definitiva.
-Vaaaya-digo en voz alta sin darme cuenta.
Es muchísimo más grande y más bonita que las demás. Decidido, es esta. La pared es morada y la ventana tiene un banco empotrado en ella y es preciosa. Parece hecha para mí.
Cotilleo un poco el resto de la casa. Arriba hay dos baños y abajo tres. No sé para qué queremos tantos pero bueno.
Bajo de dos en dos los escalones cuando en el último escalón tropiezo y caigo torpemente.
-¡Clara! ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?- la voz de mi madre parece angustiada así en vez de callarme digo algo para tranquilizarla.
-Sí mamá, estoy bien.-me levanto y con un tono muy alegre añado- Pues ya he estrenado la escalera-Ambas nos reímos hasta no poder más.
Por un momento me siento feliz en este lugar.
-Estaba pensando en que podríamos ir a cenar fuera, ¿Qué te parece?- me pregunta mi madre.
-Claro, por qué no...- añado y me lanza una mirada sonriendo.
-¡Genial!-dice medio gritando- Pero intenta no poner tanta alegría cada vez que te hable.-
Su ironía me hace gracia, así que suelto una carcajada y salgo del recibidor.
Subo a mi futuro cuarto. Parece que estuviera hecho específicamente para mí, tiene todos los detalles como el banco de la ventana y también el color... Parece perfecto.
-¡Clara! ¡Clara!-grita mi madre de tal manera que doy un brinco del banco y salgo corriendo. Casi vuelvo a tropezar pero me acuerdo y salto el último escalón. Llego a la cocina y está mirando por la ventana.
-¡Qué! ¿Qué pasa?-digo asustada y más alto de lo que quería.
-¡Mira! ¡Una chica de tu edad se acaba de mudar también a la casa de al lado! ¡Podríais ser amigas!
-¿Para esto me has llamado?-
Guarda silencio con una amplia sonrisa. Está orgullosa de haberme llamado.
«Yo la mato...»
-¡Creía que era una emergencia mamá!-decepcionada, me doy la vuelta y me limito a salir cuando me agarra del brazo.
-Sólo quería que hicieses amigas nuevas- dice en tono comprensivo.
Ya estoy harta. Siempre intenta hacer lo mismo. Planearme la vida. Por eso quiero cumplir dieciocho e irme a la universidad a independizarme.
-¡No me haría falta hacer nuevas amistades si no hubiéramos venido nunca aquí!-salgo de la cocina. Por el espejo del recibidor puedo ver cuando me voy, cómo agacha la cabeza y niega con ella.

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