Una buena impresión

173 13 2
                                    

Narra Michael:

Por fin se me ocurrió algo, del dinero que obtuve por robar el banco compraría un coche para causarle una buena impresión, tomándo en cuenta el dinero que voy a gastar en el restaurante para llevarla. Otro método sería robar, ¿pero y si llaman al FBI y me encuentran y Cristall se entera de que soy un delincuente? Lo más correcto y acertado ahora que me he enamorado de una policía, es ser honesto y fingir quien soy.

Salí rápido a comprar un buen coche e investigué la dirección de Cristall.
Al llegar a su calle, me di cuenta que no iba a ser sencillo encontrarla, ya que vivía en un departamento hasta el último piso.
Me puse a tocar a cada puerta, (parece que recibí mi merecido) todos me hablaban mal o me echaban de sus puertas casi casi a patadas. Hasta que al subir, toqué por último una puerta del último piso, "si no es esta, me doy por vencido" pensé. Me abrió una señorita de cuerpo voluminoso y poco atractiva.

-Disculpe, ¿aquí vive Cristall McClowing?

-No, pero estoy yo para servirte guapo. -Me tomó de la chamarra y me acercó a ella. -Podríamos formar un diez perfecto.

Lo sé, pensé lo mismo que ustedes, ¡Acosadora!. Mis ojos estaban abiertos como platos, cuando oí una risita traviesa que me sonaba familiar "¡Cirstall!" Pensé y de inmediato mis pupilas se dilataron y volteé a ver el departamento de al lado. La puerta estaba entre abierta y la vi, estaba intentándo disimular.

-Gracias señorita, pero parece que ya encontré a mi chica.

Cuando me dirigí a su departamento, escuché que asotaba la puerta y de una risita disimulada se convirtió en una carcajada de su parte.

-¡Cristall! Abre.-toqué la puerta con fuerza.

-Un diez perfecto-reía- Flaquito.

-Cristall ya! -me contagiaba su risa.

-¿Sí...?! -Abrió por fin.

-¿Puedo pasar, bella dama?

-Umm...Déjame pensar.

Abrió la puerta y de su departamento al de la mujer de gran cuerpo gritó:

-Gracias Donna.

-No hay de qué Criss.

-Listo, pasa...Flaco.

-Jajaja que graciosa-sarcástico.

Al entrar a su departamento, me senté en su sillón y ella se sentó al lado mío viéndome de frente.

-Su nombre la delata, ¿enserio se llama Donna?

-Ella considera que su nombre es sexy al igual que su cuerpo.

-Me doy cuenta, ¿qué hubiera pasado si aceptaba estar con ella?

-No lo ibas a hacer-tomó su bolso de la mesita de centro de la sala, sacó un espejo y se miró en él mientras se arreglaba el cabello.-eres muy superficial.

-Si crees que me fijé en tí por tu belleza, estás totalmente equivocada. Hay más en tí que bellas curvas y hermosos pechos.

-¿Crees que mis pechos son hermosos?-encogí los hombros.

-¿Tú no lo crees?

-Ah, no me había puesto a pensar en ello. -Se acercó a mí hasta sentir nuestras respiraciones encontrarse, la tomé de la cintura y ella abrió sus piernas a mis costados.

-Emm...Nena, vámonos.

-No, quiero ser tuya.-intentó besarme y me aparté.

-Nena, ahorita no.-Me cubrí mi intimidad antes de que la erección me delatara. Ella apartó mi mano.

-Supongo que tus erecciones son tan sensuales como tú. -Tragué saliva.

-Nena, no hay tiempo. Quiero que salgamos y nos conozcamos más.

-¿Y después podemos tener sexo?

-Si tu quieres.

-Tengo el día libre. No hay mucho problema en mi trabajo.

*En el restaurante*

-¿Cómo supiste mi dirección si ni siquiera te la mandé?

-¡Eres una traviesa! La investigué. El interés tiene pies, ¿no?

-Sí-rozó su pierna con la mía-¡Oops! Lo siento.

-No hay problema mi Cristall. ¿Qué te apetece para pedir?

-Escoge tú por mí.

-¿Lo mismo quieres que nos traigan? -se encogió de hombros.

-Lo único que me importa es tu compañía Michael.

-Pero te traje para que, además de que disfrutes de mi compañía, disfrutes de la comida.

-Confío ciegamente en tí Michael.-se acercó a mí como con intenciones de besarme; me alejé de ella y llamé al mesero.

-¿Podría tomarnos la orden, por favor? -Cristall se cruzó de brazos y miraba a su izquierda, parecía molesta.

-Con gusto, caballero. ¿Qué desea ordenar?

-Lo mejor que tenga.

-¿Y para la dama?

-Lo mismo, para ambos.

-Enseguida caballero, no demoraremos en su orden.

El mesero se fue. Estiré mi brazo para tomar el de Cristall, lo acaricié y le dije:

-¿Todo bien, mi hermosa dama?

-No me amas. -hizo pucheros.

-¡Por Dios!, ¿Quién ha dicho semejante cosa?

-Lo demuestras, quiero besarte y te alejas, quiero que me ames y dices que primero debemos salir.

-Ven acá muñeca...quiero hacer algo contigo...

El PrófugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora