¡No vuelvan!

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Narra Michael:

Cristall fue hacia mí e hizo lo mismo que hizo en su casa. Se abrió de piernas hasta dejar las mías en medio de ella y poco a poco fue bajándo su trasero hasta encontrarse con mi pelvis. Vigilaba cuidadoso y discreto que no llegara o viera nadie; la tomé de las caderas y la levanté:

-Espera chiquita, mantén el equilibrio así. -Hizo fuerza en sus piernas mientras yo vigilaba angustiado nuestro alrededor. Me desabroché la cremallera y liberé mi hambriento miembro, la sangre ya se había acumulado en el glande. Le subí un poco la falda a Cristall y le aparté las bragas dejándo al descubierto la parte que necesitaba penetrar sin retirárselas por completo.

-¿No tienes miedo?

-¿Miedo por qué?

Me encogí de hombros y comencé a penetrarla.

-Por más que quieras mi amor, no vayas a gemir -negó con la cabeza.

Gracias a Dios el mesero había tardado veinte minutos en traernos la orden, terminó su hora de trabajo y disfrutamos más del placer del sexo en un lugar público, nadie nos veía o no quería vernos (si es que había gente que sabía lo que estábamos haciéndo), hasta que...

-¡Oh Dios!, ¡Mira esos sin vergüenza! -gritó una señora mayor de clase alta y vino el gerente, pero ni Cristall ni yo nos habíamos percatado de su presencia por el éxtasis al que habíamos llegado...

-¡Fuera de aquí! Este lugar no es para proporcionarse placer, es para comer. Más respeto tanto al lugar como a las personas.

Seguíamos amándonos haciéndo caso omiso a las palabras del gerente.

-¡Dije largo de aquí o llamo a la policía! -Los dos abrimos los ojos como platos. Dejámos de lado el sexo, nos preocupó que: ella es policía y podrían despedirla y yo soy un preso y podrían descubrirme.
Nos vestimos de inmediato y salimos del lugar...

-¡Y no vuelvan!

*En la calle*

-No fue correcto lo que hicimos.

-Es mucho más excitante hacerlo en público. ¡La adrenalina está al cien!

-Esos malditos impulsos. Todo es tu culpa Scruse.

-¿Quién es Scruse?-Me fulminó con la mirada. Creo que se refería a mí- Ah...Sí, ya, mi culpa...¿por qué?

-Por ser mi objeto sexual.

-No soy tu objeto sexual...Soy tu objeto sensual-la miré pícaro y ella rió.

-Apenas nos conocemos y ya me dejé follar por tí. Bueno, al menos nos divertímos.

-¡Vaya diversión! -le toqué el trasero con lujuria.

-M...Michael...-abrió los ojos como platos.

-¡EL PRESERVATIVO!! -Dijimos al mismo tiempo.

-¿Te cuidas?

-S...sí, pero aveces no puede funcionar, ¿y tú?

-Sí, eso creo.

-¿Cómo que eso crees?, ¿Si tenemos un bebé por nuestros descuidos?

-Sería hermoso.

-¿Cómo que hermoso Scruse? -golpeó mi brazo.

-Aoch! -me quejé

-¿Tienes para mantener a un fruto de nuestros descuidos?, ¿Tienes paciencia?

-Se consigue.

-No es tan fácil como piensas Jackson-abrí mis ojos como platos- perdón, Scruse.

-¿Me confundíste con algún Jackson? -disimulé los celos.

-No, perdón Michael. Es que hay un preso que se llama igual que tú, pero su apellido es Jackson y como se escapó de prisión, estaba pensando en cómo encontrárlo.

-Oh!...Los prófugos es difícil que regresen a entregarse.

-No forzosamente tendría que entregarse, el FBI lo rastrearía y lo llevaría de nuevo a prisión.

-No vale tanto la pena buscar a prófugos, se escaparon y...

-¿Qué hagan delitos otra vez? No Michael. Un día te llevaré a que veas como es mi trabajo.

-No hace falta, este...tengo mucho trabajo.

-Está bien Michael, si no quieres no. No tengo por qué forzarte a hacer algo que no quieres.

-Y...¿A dónde más te apetece ir?

-Uy a muchos lugares.

-Tú sólo dime a dónde preciosa, estoy para servirte.

-Nos quitaron la inspiración...Llévame a un centro comercial, ¿Sí...? -hizo pucheros.

-Un...¿centro comercial? -notó que no me había parecido su idea.

-Oh entonces vamos a mi casa...-desganada.

-¡Ya sé! Te invito a mi casa.

-¿Es mejor que la mía?

-¡Sí!...¡No! -dije de inmediato.

-Ah ya lo sabía, cualquier casa es mejor que la mía.-se dio la vuelta hasta que la tomé del brazo. Fingió indignación.

-Lo que sí sé es que te va a encantar.

-Haber si tu casa me devuelve las ganas y me enamora.

-Vas a ver que sí -le guiñé el ojo izquierdo. Ella me acarició el cabello y me dio un beso en la comisura de los labios...

El PrófugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora