Lo extraño

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4 semanas después, 30 semanas de embarazo.

Mi vida se resume a tristeza, la hora de parto se hace cada vez más cerca y Ulises no habla conmigo ni yo con él, duermo todas las noches con Valeria y por la madrugada me hace falta los brazos de Ulises. Es muy triste lo que está pasando.

-Ainhoa, estás bien- pregunta Vilma y yo asiento. -Quieres seguir enseñándome a coser- pregunta y me acomodo. Mi espalda me está matando.

-Sigue poniendo el hilo así- le indico sobre las agujas y ella sigue en lo que estaba. -Vilma, te falta muy poco. No estás asustada- pregunto con curiosidad.

-Julia me ha dicho que puedo estar ando a luz en dos o tres semanas, no completare este mes- comenta y acaricia su vientre. -No me da miedo, es un sentimiento extraño- susurra tratando de seguir haciendo la puntada.

-Alondra, me gusta el nombre. Que opinas- le dejo saber el nombre de mi nena.

-Es bonito, ya has hablado con Ulises- me mira directo a los ojos.

-Pues no. Él no lo ha hecho y yo tampoco así que no puedo esperar nada más que su desconfianza- desvío la mirada y él entra con una cubeta de la pesca del día. -Iré a ver donde está Valeria- me pongo en pie rápidamente antes de cruzar cualquier palabra con él.

-Ainhoa- escucho que Vilma me llama, ambos me miran desde el marco de la puerta.

-Que sucede- pregunto desesperada por salir de ahí. -Tengo cosas que hacer- miro el reloj tratando de inventarme alguna escusa.

-Podrías mostrarme lo que tienes para él bebé- pregunta y yo asiento.

-Habla con él- señalo a Ulises. -Lo tiene todo en el camarote- salgo sin mirar atrás y entro al invernadero y toco las plantas que hay, tienen flores y está creciendo maíz. Puede que en tres meses tengamos tomates y papas. Todo está bien con esto.

Amanda fue enjuiciada como en la época de los piratas, la dejaron a la deriva sin nada, esperar que muriera, yo simplemente dejare que todo tome su curso y no puedo negar que esto me está doliendo.

-Ainhoa, estás bien- pregunta Papá y asiento.

-Estoy asustada papá, falta poco para que Ali nazca y estoy pensando en eso- le digo tratando de ocultar el verdadero tema.

-No te preocupes por eso cariño, eres fuerte y podrás con esto- me da un beso en la cabeza y yo asiento. -Y por ella tienes que arreglar las cosas con Ulises- comenta y me abraza.

-Pero desconfía de mi, papá. Yo no pienso en más nadie que en él y me hace falta- sollozo en sus brazos. -Y no puedo hacer nada, porque no me quiere hablar y si él no lo hace porque yo- sollozo y da palmaditas en mi espalda.

-Habla con él, ustedes dos se pertenecen- habla papá y niego con la cabeza.

-Si Él no quiere nada yo n haré nada. Aunque me duela- me aparto de papá, acaricio mi vientre y camino hacía la salida.

-Me ha llamado, capitán- choco con Ulises y por poco caigo. -Lo siento mucho- me agarra por la espalda.

-Yo no, pero pienso que ustedes dos deben hablar- dice papá y sale.

-Ainhoa, siento haber desconfiado de ti. Lo siento- susurra y yo camino hacía la silla y tomo asiento.

-Si aja, eso me hubieses dicho hace un mes- digo viendo mis uñas sin importancia. -Ni siquiera te importo los días siguientes de la caída. Si la bebé se desprendía o no- comento con sorna y dolor.

-Perdóname amor, lo siento mucho- dice y trata de tocarme, me rehusó y lo aparto.

-Estoy embarazada, hace un mes no me diriges ni la palabra. También te amo, pero no estoy dispuesta a aceptar tus celos sin razón- le digo y masajeo la planta de mis pies.

-Amor, perdóname. No volveré a dudar de ti, lo siento- me abraza y no le correspondo. -Ainhoa, te amo- susurra en mi oído. -Lo siento amor, lo siento mucho- dice y acaricia mi vientre. -A ti también- besa mi vientre y Alondra se mueve pateando mi vejiga.

-Ya amor, con cuidado- digo molesta hablándole a mi vientre con ternura.

-Que pasa- pregunta y yo niego con la cabeza.

-Últimamente me patea el vientre muy fuerte- me remuevo en la silla.

-Dormirás conmigo- pregunta y yo asiento. -Te he extrañado mucho, extraño mucho pararme a sostener tu cabello por las madrugadas- susurra y se pone en pie. -Hablarle a Alondra por las madrugadas- me extiende su mano y me pongo en pie.

-Yo también te he extrañado mucho- lo abrazo. -Yo sería incapaz de engañarte y lo sabes- digo y aspiro su aroma tan fresco y varonil.

-Yo se que sí y te amo- dice y caminamos por los pasillos tranquilamente.

Al fin hemos arreglados las cosas solo nos queda esperar a que nuestra hija salga de mi...

Dentro del BarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora