Peñascos

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Aquellas cumbres rocosas empedradas
Bañadas por la nieve cristalina
Dibujadas por la bruma fina
Entre los arbustos lucen asustadas

Sus duros pies, superficies llagadas
Atormentados por el agua libertina
Que abrazado las ha cual serpentina
Abrasando sus heridas abultadas

Esos ojos mielinos vidriosos
Lastimados por miles de riachuelos
Lloran sin límite sal, cristal ocioso

Y ese fruto blanco, dulce caramelo
Suaves perlas del peñón caprichoso
Relucen haciendo al oro hielo

Ensoñaciones del duende de Sevilla©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora