trece ;; son perfectas

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maia había decidido colocarse un vestido sencillo negro con un cinturón en blanco. entre mensajes, luke le había dicho que se vistiera formal, así ella lo había hecho. había dejado su cabello con algunas ondas y su maquillaje sencillo de siempre aunque había agregado un potente violeta oscuro en sus labios. 

luke tocaría su puerta en unos cinco minutos. la madre de maia estaba feliz de verla contenta con un chico a su pequeña bebé. 

- maia, luke está aquí. - soltó la madre detrás de la puerta y al no tener respuesta entró, asomando su cabeza. - ¿maia? - preguntó. la vio sentada al final de la cama dándole la espalda. - querida, luke...

- ya está aquí, lo sé. - suspiró. la mujer, preocupada se acercó a ella y la vio con los ojos cristalizados mirando a la ventana. 

- mi cielo, ¿qué pasa? ¿no eres feliz? - se sentó a su lado y tomó su mano.

- yo lo soy, pero creo que luke no lo es. no sé por qué lo siento pero se me hace que no lo hago feliz como él me hace a mi. mamá, me estoy enamorando y él no siente lo mismo, lo sé, lo siento cuando me habla. - suspiró y una lágrima cayó por su mejilla. internamente dio gracias que el maquillaje era a prueba de agua.

- hija, eso es algo que tienes que hablar con él, aunque por la forma en la que te mira no creo que no te quiera sólo que tal vez tú te enamoraste con más rapidez. mírame, eres hermosa, joven y buena persona. sal con él y dile lo que sientes y piensas, tal vez te sorprenda. anda, está en la puerta. - maia sonrió y abrazó a su madre.

- gracias mamá, te amo.

- yo mucho más, mi niña. vuelve mañana por la mañana, ¿sí? - rieron y la joven salió de la habitación y se encaminó a la puerta. 

abrió la puerta de entrada dejando ver a un rubio enfundado en una camisa negra con una chaqueta de traje informal negra también y sus pantalones apretados. sonrió pensando en que ese chico en cierta forma era suyo, aunque no del todo.

- maia, hola. - el rubio levantó una ceja escaneando a la muchacha de pies a cabeza. - estás hermosa. bueno, eres hermosa pero, carajo deberías usar cosas así más seguido. - la atrajo hasta él por las caderas y unió sus labios.

- gracias luke, me gusta como te quedan las camisas. - volvió a besar sus labios pero esta vez más profundo. subió sus manos hasta su cuello y acarició el borde de su cuello y su pelo; mientras que él la tomaba con fuerza de la cintura, envolviendo sus brazos allí.

- ¿vamos? - maia asintió recuperando el aire perdido en el beso y empezaron a caminar hasta la vereda donde los esperaba un deportivo negro. - es prestado. - sonrió de lado y le abrió la puerta a su acompañante.

el rubio estaba asombrado de la mujer que llevaba al lado. la miró de reojo un segundo y la encontró observando sus manos con detenimiento.

- son perfectas. - ella lo miró. - tus manos, son perfectas.

- ¿por qué? - cuestionó. - son manos simplemente, luke.

- mira, extiende una. - ella acercó una, el chico sostuvo su mano poniéndola debajo. sus manos eran muy disparejas porque mientras que la de ella era pequeña y delgada, la de él era grande y larga. - ¿lo ves? encajan perfectamente. - la chica de sonrojó y él entrelazó sus dedos dando un apretón. 

- cállate. - rieron. 

y ambos cayeron un poco más por el otro.






oh el amor. ahre. espero que les guste

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